ENTREVISTA

José María Cabeza: «El Alcázar de Sevilla es muy frágil y es mejor darle sólo jarabe y pastillita diaria»

El exdirector del monumento sevillano más visitado advierte que no conviene someterlo a grandes operaciones y que «puede morir de éxito» si no se contrata a informáticos, arqueólogos, ingenieros, biólogos y restauradores

José María Cabeza Raúl Doblado

Jesús Álvarez

José María Cabeza, que el próximo 10 de diciembre ingresará en la Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría , es el aparejador más conocido de Sevilla, aunque pocos saben que fue uno de los profesores que ganó con mayor edad una plaza de profesor titular en la Universidad de Sevilla. «Mi hija quería llevar a mis dos nietos al examen oral pero le dije que no lo hiciera por si no me salía bien» dice.

Cabeza dirigió el Alcázar durante 18 años y participó en las intervenciones patrimoniales más importantes de Sevilla de las cuatro últimas décadas: Giralda, Catedral, Torre de Don Fadrique, Casa de la Moneda, Torre de la Plata , Casino de la Exposición, Murallas de la Macarena, Monasterio de San Jerónimo, Hospital de las Cinco Llagas o Palacio de San Telmo , entre otras.

¿Por qué renunció a su plaza como arquitecto técnico municipal?

Dimití como director del Alcázar con todo el dolor de mi corazón tras sentirme puenteado por el alcaide y algún concejal socialista que autorizaron eventos sociales en el monumento que iban en contra de las normas de uso adoptadas por el Consejo del Patronato y respaldadas por el Pleno. Y una cosa llevó a la otra.

Y se presentó a unas oposiciones a docente de la Universidad de Sevilla.

La crisis económica era brutal entonces y había muy pocos concursos relacionados con la construcción o la conservación. Me presenté a varios pero no me dieron ninguno. Llevaba más de 40 años cotizados porque empecé a trabajar antes de acabar la carrera, pero esos últimos años antes de jubilarme eran importantes para mi pensión. Recuerdo que tenía que pagar 300 euros al mes como autónomo , sin tener ningún trabajo. Cuando salió una plaza de docente en la Escuela de Aparejadores (prefiere seguir llámandola así, aunque su nombre actual sea de Ingeniería de Edificación) decidí presentarme. No tenía otra opción. La preparé durante quince meses. Tuve suerte y la saqué.

¿Qué edad tenía cuando se examinó?

Sesenta años. Debía de ser el mayor de todos los opositores. Además, no tenía antigüedad ni un solo trienio. El examen era público pero le dije a mi hija que no se llevara a mis nietos, dos mellizos que ahora tienen 13 años. Metí la mano y saqué tres bolas de mis tres temas. Tienes que elegir una y te dan dos horas para la exposición.

¿Cree en el destino?

Nunca he creído en el destino pero ahora tengo evidencias que me hacen pensar que existe. La noche antes del examen estuve viendo los temas, que eran más de cuarenta, y solo repasé el número 2, «Diágnosis general», que era el más lucido para mí por mi experiencia profesional. Y la primera bola que cogí decía número 2. Soy un afortunado. Antes de eso, cuando salió la plaza a concurso, tuve que presentar mis méritos y la certificación de calidad de la Aneka me llegó precisamente el 4 de marzo de 2009, el día que cumplí 60 años. Tres meses antes me llamaron del Ayuntamiento de Carmona para decirme que me habían concedido el título de Hijo Adoptivo. A esa misma hora, ese mismo día, pero treinta años antes, murieron mi madre y mi tía en un accidente de tráfico. Son muchas coincidencias.

«No se puede permitir que una puerta del convento de Santa Clara tenga pintadas y haya tanta burocracia para cambiar un váter en una casa catalogada»

¿Por qué se jubiló a los 65 años como profesor?

Porque ganaba más como pensionista que como docente. Ahora estoy en la mejor etapa de mi vida, con 70 años, una edad que nunca he tenido, pero me ofrecí a dar clases en el Aula de la Experiencia. Todos los años me piden que dé un seminario sobre el Alcázar y disfruto mucho porque estos alumnos me prestan mucha atención y no se me duermen como en la Escuela de Aparejadores.

¿Se le duermen los jóvenes?

Es un decir, pero he de reconocer que en el Aula de la Experiencia todos tienen mucho interés. Se nota que van allí por gusto.

¿El patrimonio en Sevilla está tan dormido como esos alumnos?

En materia de patrimonio, estamos mejor que respecto a mi época, donde nadie se preocupaba por las humedades de un convento. También había necesidades más urgentes en la ciudad como construir barrios y casas para la gente . Lo que sí veo hoy es que hay muchas personas que viven del patrimonio pero muy pocas se ocupan de su conservación.

«Hay muchas personas en Sevilla que viven del patrimonio pero muy pocas se ocupan de conservarlo»

Si yo viviera en una casa catalogada y quisiera cambiar el cuarto de baño, me tendría que armar de paciencia para que me dieran un permiso.

Que uno quiera cambiar un lavabo y tenga que autorizarlo la Comisión Provincial de Patrimonio me parece una locura . Yo soy un gran defensor de los planes urbanísticos y del cumplimiento de las normas pero me apena que haya tanta burocracia para cosas así. No se puede permitir que una puerta del convento de Santa Clara tuviera hasta hace pocos días dos placas de tráfico adosadas y unas pintadas cuando hay tanta burocracia para cambiar un azulejo de una casa catalogada, si te dejan. ¿Cuántas obras se hacen en Sevilla como «obras menores» para eludir esta burocracia interminable por cambiar un váter?

Y las Atarazanas siguen cerradas.

Las Atarazanas de Sevilla son las más grandes y antiguas de España y en ellas se aprecia la inoperancia de la propietaria, la Junta de Andalucía, el desinterés del promotor, la Caixa, y el personalismo de los técnicos. En 1993 la Junta le compró al Ministerio de Defensa las Atarazanas y llevamos 26 años mareando la perdiz.

Eso de marear la perdiz es muy de los políticos y muy sevillano también.

Sí, es muy típico de Sevilla.

¿Por incapacidad?

Más bien por temor al qué dirán. En Sevilla hay gente muy capacitada y sale gente muy buena de las Facultades de Bellas Artes y de las escuelas de Arquitectura. Lo que falta es la gestión.

¿El temor al que dirán es por el deseo de agradar a todos, de no disgustar a nadie?

Se fundamenta en una inseguridad y querer abarcar todas las posibilidades sin centrarnos en un objetivo. Divagamos mucho, como dijo José María Izquierdo . En el patrimonio falta acción.

No hay muchas ciudades con el patrimonio histórico de Sevilla.

Nuestro patrimonio religioso, civil y militar es interesante. Sevilla pudo tener las mayores murallas de Europa, unos siete kilómetros de murallas. De esa época islámica, más de la mitad siguen existiendo , pero nos hemos quedado solo con las murallas de la Macarena y el lienzo del Callejón del Agua. No hablamos del jardín del Valle o de la Casa de la Moneda. O de las murallas que hay en las Atarazanas, que son más de setenta metros. La potencia de esas murallas da una idea de lo impresionante que fue la ciudad. El único resto de puerta islámica, aparte del Postigo del Aceite, que es la Puerta de Córdoba, está cerrada al público. ¿Cómo se explica que el edificio más antiguo de Sevilla, más antiguo que la Catedral, tenga adosados unos viveros y una cafetería? Es inconcebible que esto pase en el siglo XXI.

Dice el arquitecto Rafael Manzano que «los peores enemigos del patrimonio histórico son los propios arquitectos». ¿Está de acuerdo?

Los arquitectos tienen una enorme responsabilidad que es crear volumen o modificar volumen , lo cual es muy complicado. Y muchos están sometidos al capricho de los promotores; y si el arquitecto es muy joven y no tiene personalidad, puede dejarse manipular. Quiero decir también que tengo un alto respeto por los arquitectos.

Ha dicho alguna vez que el Alcázar de Sevilla es «un monumento frágil».

Es muy frágil por su geometría, por los materiales de lo que está hecho, por su distribución de espacios y por la vegetación que tiene. La solidez que tiene la Catedral no la tiene el Alcázar que, además, puede morir de éxito. Este monumento siempre ha tenido muchas limitaciones económicas pero ahora genera 14 millones de euros al año y las colas dan la vuelta a la Plaza del Triunfo. Creo que es como un señor de 80 años al que si se le opera de tres cosas se puede morir en el quirófano. Yo creo que para el Alcázar es mejor el jarabe diario y la pastillita, es decir, potenciar el mantenimiento más que ejecutar grandes obras.

¿Se podría morir de éxito si se deja que las visitas y los ingresos por venta de entradas manden sobre cualquier otra consideración patrimonial?

Creo que el Alcázar necesita actualizar su plantilla, que data de 1996, y especializarla. Es una plantilla que parte de mantenimiento, administración y actividades. La más importante debería ser la de mantenimiento. Creo que tiene pocos especialistas, en mi época solo había muy pocos titulados superiores. Hacen falta archiveros, informáticos, arqueólogos, restauradores, ingenieros, biólogos. Habría que ampliarla pero no con peonajes sino personal especializado.

¿Qué le parece que los beneficios por la venta de entradas se destinen a otras cosas que no tienen nada que ver con el Alcázar o, ni siquiera, con patrimonio?

Eso a lo que se refiere es el millón de euros que recibía el ICAS y que incluía en un apartado muy vago que se llamaba «promoción de la cultura».

Que incluía financiar las carrozas del desfile del Día del Orgullo Gay.

No digo que no pueda considerarse eso promoción turística de la ciudad, pero creo que los ingresos del Alcázar deben ayudar a mejorar el patrimonio municipal. El Ayuntamiento de Sevilla es el mayor titular de patrimonio histórico de Andalucía después de la Iglesia Católica y me parece bien que el Alcázar ayude a conservarlos, siempre que elijamos bien, por ejemplo, un BIC con patologías . Aquí hay una teoría de monumento rico, monumento pobre, que creo que debe corregirse. El dinero debe dispersarse en muchos monumentos, no destinarlo a uno solo. Esta dimensión del Alcázar será importante para Sevilla.

Dijo en 2009 que el PSOE había convertido el monumento en «un botín». ¿El Alcázar está muy politizado?

No lo decía en sentido económico. Creo que ahora ha mejorado y los políticos saben interpretar mejor esto y pienso que no van a caer de nuevo en esos errores.

Ahora ha salido del Patronato. ¿Se siente triste?

No he salido, porque cesaron todos los consejeros cuando acabó el mandato municipal. Fue un gran honor profesional sentarme en ese Consejo y no hacerlo ahora es un gran favor personal que se me hace. Me siento aliviado . Tengo la misma sensación que cuando me licencié de la mili. Me han licenciado y me siento feliz.

«Habrá conventos que se caerán si no las salva un alma caritativa pero las órdenes no quisieron convertirlos en residencias universitarias, lo que los hubiera salvado para siempre»

Hay algunos conventos que se están cayendo: Santa Inés, San Leandro, Madre de Dios...

Los propietarios de los conventos son distintas órdenes y si ellos no admiten un uso que les permita su conservación y mantenimiento se acabarán cayendo, salvo que algún alma caritativa decida salvarlos a última hora . Como director del Servicio de Rehabilitación del Colegio de Aparejadores, hice una propuesta en los años ochenta del pasado siglo para que parte de los conventos sevillanos del centro pudieran transformarse en residencias universitarias . La Universidad y el Arzobispado de Sevilla estaban de acuerdo pero las órdenes se negaron. Era una manera de mantener los edificios y garantizar su supervivencia pero ni uno dijo que sí. Todo lo que está a la intemperie sufre muchos daños y las cubiertas es lo primero que se daña con las lluvias y cambios térmicos y pueden caerse.

Hubo un arquitecto que dijo que las Setas de la Encarnación también acabarían cayéndose por el material del que están hechas.

Yo no quiero que se caigan pero me gustaría que encogieran con el agua de la lluvia. Son demasiado grandes y desproporcionadas para el lugar que ocupan.

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