Reloj de arena
José Lorente Vergara: una atleta en el maletero
Fue entrenador y preparador físico de atletas, futbolistas, remeros, rugbistas, surferos, toreros...

Le dedicó su vida al deporte y el deporte se lo devolvió con premios, satisfacciones y más de un disgusto. Pepe Lorente en las pistas de Chapina era Pepinichi . Un picao de la media distancia que, si te pillaba despistado por las pistas, ... te metía en un grupo para hacer kilómetros y te encajaba corriendo, ida y vuelta, hasta Coria. Puedo jurarlo porque yo fui una vez uno de los asaltados. En 1991 fue galardonado como el mejor entrenador del año, compitiéndole el galardón a Javier Imbroda y a Joaquín Caparrós . Sus métodos y exigencias mejoraron la calidad deportiva de gente como Miguel Ángel López Campuzano, Rafael Gordillo, Pepe Mel, Terry White, Bosco Abascal, los hermanos Manchón, Pitufo Álvarez, Xavi Guzmán, Manuel Díaz El Cordobés, Emilio Muñoz y Cayetano Rivera. Más de un pase de pecho le pegó a la jerarquía deportiva más zaina. Lorente podía entenderlo casi todo. Menos que la burocracia derrotara a sus pupilos. Eso le pasó en unos campeonatos nacionales en Madrid, donde fue como delegado. A la gente de Sevilla no le llegó las inscripciones federativas para participar, pese a que ya le habían pagado la estancia. En línea de meta los jueces le dijeron que no podían correr. Y Pepe dijo que sí, que habían ido a Madrid a correr. Corrieron los niños, ganaron, pero por los altavoces anunciaron que aquella participación estaba fuera de concurso.
«Siempre puso al deportista por encima de la burocracia. A Lisette Ferri la tuvo que meter en un maletero para que pudiera entrenar en la Cartuja»
Fuera también dejó a sus pupilos una orden municipal extravagante que no les permitía que entrenaran en las salas de calentamiento de los sótanos del complejo de San Pablo. Resultaba chocante que los levantadores de pesas, los voleibolistas o los jugadores de tenis de mesa pudieran disfrutar aquellas instalaciones y, en cambio, los atletas no. 17 atletas de alto nivel marginados de unas instalaciones municipales. A Lorente le hervía la sangre. Convocó a la prensa y a la televisión para que dieran cuenta de que sus atletas iban a acceder a aquel paraíso del músculo, pesara a quien pesara. Y claro que entraron. Como también le entraron unas ganas enormes de mandar a Mariano Haro a la mismísima venta. Fue casi al principio de su vida como atleta. Lorente entonces corría larga distancia. Y le pidieron que hiciera de liebre en un cinco mil para el corredor más célebre de aquella España . Comenzó la carrera, se puso en cabeza, jalaba a la enésima potencia y cuando creyó que iba a convertirse en la liebre del siglo, oyó tras de su nuca la voz del palentino diciéndole: tira más fuerte, tira más fuerte… Y Lorente tiró muy fuerte pero para su casa. También para su casa lo mandó un atleta almeriense de la élite, Emilio Campra, cuando vieron a Lorente y a los tres corredores más que habían viajado desde Sevilla en un seita para correr el cross de «Las Dunas», un clásico de la época. «¿Sevillanos que hacéis por aquí?», le preguntó extrañado Campra. Y Lorente le dijo que venían a correr el cross. «Pues veniros dentro de un mes que es cuando se celebra.» Todavía quieren matar al tío del puro que se equivocó en la Federación sevillana enviándolos con tanta urgencia...
«Entrenador y preparador físico, fue antes que nada atleta de la vieja Macarena y uno de los cimientos deportivos de Chapina»
«En 1991 le otorgaron el premioal mejor entrenador del año compitiendo con Imbroday Caparrós»
Lorente fue rebelde con causa y con talento para justificarlo . Cuando en las flamantes instalaciones de la Cartuja solo dejaban entrenar a la élite, nuestro hombre se las ingenió para que pudiera acceder una jovencísima velocista muy prometedora. Estamos hablando de Lisette Ferri que, enroscada en el maletero del coche de su entrenador, pudo comenzar a poner las bases de su futuro internacional como atleta entrenando con trece años en las maravillosas pistas de la Cartuja.
Yo creo que la única vez que Lorente no necesitó calentamiento antes de un compromiso deportivo fue una noche de agosto en el Benito Villamarín . Se presentaba el equipo de Heliópolis a la afición tras la pretemporada. Y estaban reunidos él, Rogelio Sosa y Dalesandro en el cuarto de entrenadores. Hacia tanto calor que echabas maíz y salían palomitas como de la palomitera de un cine. D'Alessandro era una catarata sudorosa. Rogelio, que conocía a sus clásicos, se orientó y confirmó sus sospechas: alguien les había enchufado la calefacción para que calentaran sin esfuerzo … A don Alberto Tenorio no se le iba un detalle. Lorente da para un libro de récords y de amor al trabajo. En 2015 le dieron el premio a la leyenda del deporte sevillano. Y dejó el acento de su alegría y el compromiso de su profesionalidad por los institutos donde trató de hacer realidad aquello del cuerpo sano en mente sana. Dos años dio clases en el San José de la Rinconada, 35 en el Vicente Aleixandre y nueve en la UPO, en la licenciatura de Ciencias de la Actividad Física . Tras aquel bigote mexicano, la sonrisa permanente y los huevos a la flamenca de la dieta de su carácter sigue latiendo un entrenador que pone a disposición del talento un maletero de su coche para que el realismo tumbe a la burocracia.
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