La insólita relación entre un zorro de Doñana y un fotógrafo sevillano

Carlos Romero es un aficionado a la fotografía de naturaleza que se ha hecho amigo de un zorro

Fotografía del zorro «Rocco» en Doñana Carlos Romero

Antonio Periáñez

Dicen que el perro es el mejor amigo del hombre. Pero si dicho hombre es un aficionado a la fotografía de naturaleza , es comprensible que ese cánido amigo tenga su lado salvaje. De otro modo, no se entendería la singular relación entre Carlos y Rocco. Porque este simpático animal es un zorro - de la familia de los canes - criado en las marismas de Doñana y el fotógrafo en cuestión es un apasionado de la fauna que bebe las aguas del Guadalquivir. Este es el lugar y el contexto de esta increíble historia.

Carlos Romero es uno de los responsables de «Martín Iglesias», un establecimiento mítico en Sevilla para los amantes de la fotografí a y el mundo de la imagen. Sin embargo, lo de ponerse detrás del objetivo es más una afición. Sus retratos están plagados de plumas rosadas, crines rojizas, astas rizadas y hocicos humeantes. Lo suyo es captar la belleza del entorno natural de Doñana , donde suele acudir cada fin de semana.

Su cámara ha recogido el paso de manadas de yeguas marismeñas , el momento de berrea del ciervo , o la llegada de polluelos de flamenco en busca de alimento. Pero una cosa es capturar la imagen de estos ejemplares salvajes y otra bien distinta es «hacerse amigo» de uno de ellos.

«Una de las veces que fui a Isla Mayor para hacer el amanecer en la marisma, haciendo fotografías temprano en torno a las siete de la mañana, miro a la izquierda y noto que se me acerca un cachorro. Una cría de zorro . Veo que se acerca tímidamente. En el suelo tenía una serie de equipos porque estaba cambiando cámaras, y en ese momento se puso a un metro de mi a jugar con el equipo de cámaras» relata Carlos emocionado. Aquel recuerdo grabado en vídeo no tardó en propagarse por sus redes sociales .

La historia continuaba unos días más tarde. «Al cabo de la semana, vuelvo a ir por la misma zona, otra vez para hacer fotografías del amanecer, y ese mismo cachorro veo que se me acerca y se pone a interactuar conmigo. Se pone a jugar al pilla pilla. Yo me quedé flipado. Y la verdad es que fue un momento único» explica Carlos a ABC.

La pareja de zorros «amigos» de este fotógrafo sevillano. Carlos Romero

No obstante, este defensor de la naturaleza insiste en que «estos primeros encuentros cuando era cachorro lo he permitido porque sé que es una zona protegida y que el animal no corre peligro; de lo contrario, lo habría asustado para que no tuviera trato conmigo».

Al cabo de unos meses, volvió a repetirse la situación. Pero esta vez era una hembra, con la que comenzó a interactuar hasta que otro ejemplar se unió al juego. «Entonces pensé que me iba a presentar a la pareja. Viendo los rasgos del macho, como el hocico o las patas, empiezo a tirar de fotos de archivo, y veo que es el cachorro que hace meses estaba interactuando conmigo» explica Romero.

Retrato de Carlos Romero

Así que en la actualidad, es raro el fin de semana que esta pareja de zorro no se le aparece por las marismas, como llamando la atención del objetivo «o buscando un trozo de queso, que les gusta mucho». Cada uno de esos encuentros, queda recogido por la cámara y compartido en Twitter o Instagram .

Quizá el siguiente tuit incluya a un nuevo miembro salvaje, porque «es la época de cría y mi esperanza es que aquí a unas semanas me enseñen a la familia al completo. La verdad es que estoy disfrutando de estos grandes momentos que nos brinda la naturaleza ».

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