El Rincón de...
Ignacio Rodríguez Temiño: «Al tema del templo del Hércules gaditano le sobra espectáculo y la falta paciencia»
Hace una década nos explicó los piteros en su libro ‘Indianas Jones sin futuro’. Ahora, editorial ‘JAS Arqueología’ recoge en una obra colectiva cómo se valoran los daños arqueológicos y los hallazgos casuales
Para ir haciendo boca: ¿Cómo se puede valorar el daño perpetrado en las cuevas del parque de Despeñaperros sobre las pinturas rupestres?
Hay daños irreversibles en lo cultural. Pero si se condenase a los autores tendrían que pagar los gastos de restauración.
Quizás la figura más maltratadora de nuestro patrimonio haya sido el pitero…
Aquí a los arqueofurtivos les llamamos piteros por el ruido que hacen las máquinas detectoras de metales en uso. De acuerdo con los datos de la Junta, el uso ilícito de estos aparatos es la segunda causa de destrucción del patrimonio arqueológico en Andalucía.
Pero parece que las cosas han cambiado y que el pirómano se ha convertido en guardabosques. ¿Por qué?
Una política de mano dura condujo a unos a matar el gusanillo en las playas y otros muchos empezaron a colaborar con la arqueología en la investigación. Quiero recordar el hecho de que el hallazgo del carro ibérico de Montemayor en 2018 fue realizado por tres detectoristas que trabajaron con el equipo de investigación.
En comparación con otras naciones europeas creo que el número de piteros en Andalucía arroja cifras razonables…
Le doy un dato: mientras que en el Reino Unido se calcula unos sesenta mil piteros en activo, en España estaremos en torno a los tres mil quinientos. En Andalucía no llegamos al millar. Pero son muy letales.
¿Conoció usted a alguno que destacara por el valor de las piezas esquilmadas al patrimonio?
Sí, claro. No le voy a decir su nombre. Pero encontró doscientas monedas de plata de época cartaginesa. Lo cambió por un Seat 127 de segunda mano. Las monedas salieron de España.
No siempre el enemigo fue el pitero. La laxitud de la Administración ha sido reprobable. Por ejemplo, Celti (Peñaflor) se salvó del trazado del AVE gracias al coraje del arqueólogo José Manuel Rodríguez Hidalgo.
En el haber de este ex director de Itálica está la habilidad de ofrecerle al conocido profesor inglés Simon Keay excavar en este yacimiento. Ni Alfonso Guerra fue capaz de tocar una piedra en Celti para que pasara el AVE.
En Cercadilla, Córdoba, hubo mucho menos coraje y más «tragacionismo». ¿No cree?
Sin dudas. Sobraron leones y faltaron perros guardianes…
¿Se esconde usted tras un jeroglífico con palabras?
(Risas)
Por cierto, ¿usted es de los que junto a Javier Arce cree que el recinto palaciego atribuido a Maximiano Hercúleo en Córdoba es «onírico e irreal»?
Ni yo ni casi nadie soporta esa atribución. A este tema, como está ocurriendo con el templo del Hércules gaditano, le sobra espectáculo y le falta paciencia científica.
Seamos optimistas y pensemos que en el cabezo onubense de la Joya la sociedad civil ha ganado la batalla del conservacionismo…
La lección que están dando las asociaciones conservacionistas para proteger una de las más interesantes necrópolis tartésicas debería cundir en el resto de España. Con la mitad de fuerza se hubiera salvado el foro romano en el salón de Écija.
Parece que esa victoria obligará al Ayuntamiento y a la Consejería a no mirar para otro lado…
El informe de Icomos (Consejo Internacional de Monumentos y Sitios) marca un punto de no retorno en la respuesta de las administraciones implicadas en Huelva.
En el libro ‘¿Cuánto valen los platos rotos?’ se toca el tema de los hallazgos casuales. ¿Se fue cicatero con los trabajadores de Tomares que descubrieron las ánforas repletas de monedas?
La Administración pagó lo que acordó la comisión académica, que en mi opinión equivocó el dictamen.
¿Quién tasa mejor una moneda: un académico o un profesional de la arqueología?
Los profesionales pisan la tierra. Los académicos no salen de su torre de marfil.
¿Lo que se ahorra la Administración en recompensar por un hallazgo casual lo pierde en lealtad de los futuros halladores por su cicatería?
Imagine lo que hubiera pasado si en lugar de diecinueve ánforas y sesenta mil monedas de bronce hubiesen hallado una ollita con doscientas monedas cartaginesas de plata…
Noticias relacionadas