DROGODEPENDIENTES
Huir del mundo para recuperar la vida que la droga arrebató
En la comunidad terapéutica Poveda trabajan estos días para alejar de los sueños de los internos su particular Fantasma de la Navidad Pasada
Pasado mañana, a eso de las ocho de la tarde, comenzarán los nervios. Mientras se visten con sus mejores galas, un pellizco apenas les dejará pronunciar palabra. Será la primera vez que vivan el paso a un nuevo año lejos de los suyos. Les espera una noche de muchas emociones, un momento en el que se comprometerán a despojarse de su particular Fantasma de la Navidad Pasada : la droga , protagonista en este cuento de sus peores pesadillas.
El salón de la comunidad terapéutica Poveda , en Mairena del Alcor, luce decorado con motivos navideños, con un belén hecho por los propios internos, que estos días suman 28. En el centro hay una gran chimenea que se convertirá en el epicentro de toda esa agitación contenida. «La anterior Navidad estuve fuera de casa; cuando llegué toda mi familia estaba preocupada», cuenta uno. «Me harté de beber y la lié»; «pasé la Nochevieja fumando marihuana en el garaje», dicen otros dos. En un papel escribirán sus temores, las inquietudes, sus dudas, los sinsabores que han experimentado ellos mismos y los que han hecho vivir a los que más quieren. Después lo arrojarán al fuego y se quemará, como si se tratase de un renacer . Ya desposeídos de parte de esa mochila que tanto les pesa, empezará la fiesta. «Estarán hasta las siete de la mañana celebrando la entrada del año sin alcohol ni drogas. Muchos nos dicen que la mejor Navidad de sus vidas la han pasado aquí», asegura Inmaculada Magdaleno, una de las psicólogas.
Porque esta comunidad terapéutica es el último recurso para los drogodependientes. El punto y aparte de sus vidas. Huyen del mundo unos meses para recuperar la vida que las adicciones les ha arrebatado. «La droga es como un agujero negro que arrastra con todo : trabajo, familia, amigos... Viven sin conciencia, son autómatas de la droga. Y a esa situación caótica intentamos poner orden, estructura y contención», apunta Inmaculada.
«Las mujeres suelen llegar con un mayor sentimiento de culpa por dejar solos a sus hijos»
Pero esa búsqueda de la conciencia es dura, porque son personas acostumbradas a evadirse a través de los narcóticos , a no estar en la vida con los cinco sentidos. «Cuando empiezan a tomar contacto con la realidad es un golpe fortísimo, soportan mucha angustia y un sentimiento de culpa enorme».
Para ello, la veintena de profesionales de Poveda, entre trabajadores sociales, médicos, psicólogos y educadores, luchan a diario para pertrecharlos de las herramientas necesarias con vistas a ese día en el que se tengan que volver a enfrentar al mundo.
Precisamente por necesidad, o más bien, por responsabilidad social, nació la comunidad terapéutica Poveda. Se puso en marcha en 1989, cuando la heroína convirtió a muchos en espectros hipnóticos cuya razón de ser era la búsqueda, como fuera, de unos miles de pesetas para su dosis. « En los años 80 se generó una gran alarma social . Muchos centros los pusieron en marcha las propias familias de los afectados. El nuestro salió adelante desde el primer momento con profesionales: psicólogos, educadores, médicos... Existía una necesidad real de que fuese así», señala Antonio Morales , psicólogo en Poveda. En este sentido, hay que tener en cuenta que el 40 por ciento los internos tiene algún tipo de patología psíquica, por lo que se hace necesario el trabajo de psiquiatras y psicólogos.
Poveda nació como una entidad privada, hasta que en los años 90 concertó 26 plazas con la Junta de Andalucía . Actualmente, tienen una lista de espera de cerca de cuatro meses. Unas instalaciones por las que pasan al año 65 personas aproximadamente, cuya estancia media es de seis meses -el alta terapéutica está en torno al 40 por ciento-, aunque luego tienen la posibilidad de estar hasta nueve meses en un piso de reinserción, además de un seguimiento ambulatorio , ambos servicios con los que tambien cuentan en Poveda.
«Los jóvenes cada vez se enganchan antes al alcohol. Si antes nos llegaban con 40 años, hoy lo hacen con 20»
En esta comunidad terapéutica intentan reproducir cada día lo que haría cualquier otra persona, con una estructura y un orden , donde se le dedica tiempo a la educación, al ocio y a realizar una actividad como si fuera un trabajo, incluso trabajando en equipo.
Se levantan a las siete menos cuarto de la mañana, y tras arreglar su cuarto, desayunar y limpiar la casa, pasan a los trabajos: huerto, carpintería, jardines... «Se trata de una terapia ocupacional. Muchos no tienen hábito de trabajo . Tenemos a personas que han perdido su empleo a causa de las drogas, pero también a otros que se iniciaron a muy corta edad y no saben qué es trabajar», afirma Antonio. Después, llevan a cabo actividades psicoterapéuticas , tanto individuales como en grupo, y de ocio: deporte, talleres de manualidades, teatro, etc. Todo, bajo la supervisión de los educadores que permanecen con ellos las 24 horas.
Pese a que a esta comunidad llegan todo tipo de perfiles, hay denominadores comunes. Así, la mayoría de los que ingresan son politoxicómanos, donde sólo el 7 por ciento tiene estudios universitarios . Ellos consumen, en primer lugar, heroína, cocaína y alcohol. Ellas al contrario, siendo el alcohol la primera adicción, seguida de la cocaína y la heroína. En el caso de las mujeres, sobre todo, entra en juego una combinación fatal: tranquilizantes y alcohol . En este punto, critican la excesiva prescripción de estos medicamentos. «Esta adicción la encontramos en mujeres de entre 45 y 50 años, relacionada con periodos vitales: menopausia, nido vacío, insomnio, depresión...». Asimismo, las mujeres tienen un perfil de mayor dependencia emocional. «Suelen llegar con un mayor sentimiento de culpa por dejar solos a sus hijos. Eso hace que retrasen su ingreso en el centro».
Esta comunidad sirve igualmente como respiro familiar . «Al venir aquí las familias se estabilizan y se relajan. En este sentido, los pacientes con apoyo familiar tienen mejor pronóstico», señala Inmaculada. Por eso, desde Poveda se realizan psicoterapias con las familias, algo que se acentúa estos días de Navidad, donde todos intentarán volver a nacer y dejar enterrado en el 2015 el fantasma de la droga.
«La droga ha dejado de verse como un problema principal y sigue igual»
Tanto Inmaculada Magdaleno como Antonio Morales, psicólogos y fundadores de la comunidad terapéutica Poveda, lamentan que la droga se haya dejado de tratar desde las administraciones públicas como uno de los principales problemas sociales , «y sigue exactamente igual. Es más, en el caso de la heroína, bajó su consumo en los años 90, pero desde el inicio de la crisis nos están llegando cada vez personas adictas a esta sustancia. La droga está siendo para muchos un refugio, una huida de los problemas personales: desempleo, desahucios, imposibilidad de independizarse...». A juicio de Morales, hoy no se forma a las personas para la vida . «Los jóvenes cada vez se enganchan antes al alcohol y al cannabis. Si antes nos llegaban con 40 años, hoy lo hacen con 20. Además de la dependencia tan grande que existe a internet, a los móviles y a las compras compulsivas, entre otros. Todo ello es fruto del individualismo , una dolencia terrible de nuestra actual cultura». En este sentido, desde la Asociación Poveda trabajan en la prevención, trasladando a sus educadores a colegios e institutos, además de a facultades como la de Farmacia y Medicina, donde se les traslada a los alumnos de último curso la responsabilidad de la prescripción de fármacos.