COLEGIO DE ABOGADOS DE SEVILLA
Homenaje a título póstumo a Alfonso de Cossío
Compañeros y amigos destacaron que era una hombre excepcional y un maestro
El que fuese catedrático, abogado y decano del Colegio de Abogados de Sevilla Alfonso de Cossío y Corral , recibió ayer tarde un emotivo homenaje a título póstumo en el que los juristas Manuel Olivencia Ruiz, Jesús Bores Saiz, José León-Castro Alonso, Manuel de Cossío Martínez y José Joaquín Gallardo Rodríguez evocaron con sus palabras los aspectos más relevantes de la vida y trayectoria profesional del que también fue presidente del Ateneo de Sevilla.
Para Gallardo, su antecesor en el cargo hace ya muchos años fue una persona excepcional que creó una saga de abogados.
Uno de ellos es Manuel de Cossío Martínez , hijo mayor del homenajeado, que estaba ayer en el acto.
Dijo que su padre escribió que el Derecho no era solo una forma pura de conocimiento, sino una doctrina que se elabora con vistas a la acción, que no se conforma con descubrir y penetrar la esencia de las cosas, sino que aspiran a transformarlas.
«Eso es por lo que luchaban entonces los abogados y sus colegios, y muy especialmente el de Sevilla, codo con codo, naciendo una nueva época, poniendo incluso muchos de ellos, en serio peligro sus personas y sus despachos», terminó su discurso basado en su padre y la época crucial de la pretransición.
En esos años los colegios de abogados y el de Sevilla, concretamente, luchaban por el derecho a la libertad no solo en la vida sino en el ejercicio de la profesión. Uno de los temas que levantaba mas interés y preocupación, al mismo tiempo, era el de la abolición de la pena de muerte.
A la sazón su padre era decano del Colegio de Abogados de Sevilla y con tal motivo asistió al Congreso de Abogados de León de 1970 , en el que se creó a su instancia, según dijo ayer, una sección cuarta dedicada a la pena de muerte y a su abolición.
«Los abogados allí presentes —siguió— pidieron la abolición de la pena de muerte haciéndolo llegar al gobierno. A finales de diciembre de 1970 habían sido condenados, en el llamado Proceso de Burgos 16 acusados y de ellos seis a muerte y se les conmutó la pena de lo que, con independencia de las peticiones internacionales, el acuerdo de los abogados del Congreso de León jugó un papel muy importante en ese tema». No olvidó que su padre en esa época defendió en numerosísimas ocasiones a activistas políticos ante los tribunales de Orden Público, atendiéndoles en la cárcel. El caso más conocido en el que tuvo intervención fue el sumario 1.001, en el que se enjuiciaba a la cúpula de las clandestinas Comisiones Obreras.
Manuel Olivencia, que fue alumno «furtivo » de Cossío en la licenciatura recordó sus clases «Ingeniosas, divertidas e interesantes», y lo calificó como «un gran abogado dotado de las armas de un saber teórico y de un ingenio que le hacía defender las causas más difíciles con argumentos sorprendentes».
«Enseñaba —dijo— en la cátedra, en el foro, en la tribuna y en la tertulia de “El Coliseo”, que él valoraba por encima de los institutos de investigaciones sociológicas . Era un gran conversador, inteligente, con la chispa de su sentido del humor, que no es sino una característica de la inteligencia».
Por su parte, José León-Castro se detuvo en su formación académica y Jesús Bores que también alabó su faceta profesional dijo que se echa en falta y más en estos tiempos «en los que faltan referentes, en los que no hay maestros».
Alfonso de Cossío y Corral, colegiado número 1.846, fue elegido decano en 1966 y reelegido en 1969.