Discapacidad
«Mi hermano Eduardo necesita ayuda»
Sólo su hermana Conchita atiende a este hombre con minusvalía; su sueldo no da para contratar quién lo cuide mientras trabaja
Eduardo lleva año y medio esperando una plaza para entrar en un centro ocupacional de día . Tiene una minusvalía del 75 por ciento y sólo su hermana Inmaculada Rodríguez Tripero, «Conchita», se hace cargo de él pese a ser el quinto de cinco hermanos. Un personaje muy conocido en el barrio de Los Remedios, siempre fue la principal preocupación de su madre, que murió en abril de 2015 quedando bajo la tutela de su hermana.
Y la historia de Eduardo es la de un niño milagro. Nació así después de que su madre pasara la rubeola. Una enfermedad que provocó que su hermano mayor naciera sordomudo . Pero María Dolores Tripero volvió a quedarse embarazada en plena cuarentena. Los médicos le advirtieron de que nacería un bebé con graves problemas por lo que incluso hicieron trámites para que pudiera abortar. «Mi madre tenía dispensa papal para abortar y ella dijo que no» , recuerda. María Dolores siguió adelante como pudo ya que además de los cinco hijos, trabajaba con su marido en una cafetería del barrio. Y a ello se sumaba que debía hacerse cargo de dos hijos con problemas en una época en que los programas para niños con discapacidades brillaban por su ausencia.
Su lucha hizo que consiguiera una unidad para niños con sordera (para que su hermano aprendiera el lenguaje de signos). Siguió adelante tras la pérdida de su esposo en 1990 , cuando quedó viuda y sin pensión. Un camino, agravado con algunos problemas económicos por deudas antiguas de la familia, que duró hasta su lecho de muerte.
En previsión de lo que pudiera ocurrir, María Dolores dejó en el testamento que Conchita, la tercera de los hermanos, sería la tutora de Eduardo. «Le prometí a mi madre que lo cuidaría; ella fue un ejemplo de vida y quiero seguirlo» dice emocionada.
En ese testamento ponía algo más:que el piso de Virgen de la Cinta se repartiría de forma que beneficiara a los más desvalidos. A Eduardo le dejó el derecho de habitación y a Nacho el usufructo. Cuando ambos falten, la mitad será para el hijo de Nacho y el resto para los otros hermano.
El testamento no gustó a otra hermana que se hizo cargo de Eduardo unos meses. «Con el dinero que mi madre dejó en el ropero pudo pagar una chica que lo cuidara» . Luego lo dejó. En medio de algunas diferencias familiares, quedó al cargo de Conchita que vive en el mismo bloque mientras Eduardo se queda con Nacho. Pero ella se encarga de todo.
Auxiliar de enfermería en el hospital Virgen del Rocío, esta mujer de 51 años ha renunciado a guardias y turnos de noche que le completaban la nómina. Ahora, después de haber dejado esas horas extra para cuidarlo, gana 1.050 euros . Con ese dinero y una pensión de 553 euros, tiene que asumir su cuidado de su hermano y los gastos que conlleva.
Pero lo peor no es el tema económico sino el esfuerzo. Cada mañana deja la comida y se va a trabajar. Mientras, Eduardo queda con Nacho, ahora parado, y se entretiene viendo la tele. Ni paseo ni nada. En cuanto Conchita llega, su hermano se marcha. Ylos viernes ella se lo lleva a su casa hasta el lunes. Son tardes enteras al cuidado de él.Tiene que ayudarle en el aseo y sacarlo. Oir a misa porque Eduardo ha heredado la devoción de su madre. «Vamos a misa casi todos los días», dice.
Está desesperada tras un largo periplo a la espera de un centro ocupacional de día ya que en septiembre de 2015 le concedieron plaza en un centro de minusválidos psíquicos de Aturem. Allí le dijeron que pensaban ponerlo en la cocina. Todo bien si no fuera porque era un lugar lleno de discapacitados severos , en silla de ruedas. Nada que ver con Eduardo que entra y sale y va saludando por el barrio.
El día de prueba, en septiembre de 2015, le dijeron que Eduardo «no tenía el perfil» y le recomendaron un colegio o un centro ocupacional. Donde pudiera desarrollar algún trabajo. O como él dice, «un despacho». Así que debió renunciar. «El centro me lo rechazó por no reunir el perfil adecuado. Y por esto solicito un centro ocupacional. Con el consecuente trastorno, ya que puedo perder mi trabajo». dice el escrito que remitió a la DirecciónGeneral de Asuntos Social del Ayuntamiento de Sevilla y al servicio de valoración de dependencia de la Agencia de Servicios Sociales y Dependencia de la Junta de Andalucía.
Sigue sin recibir noticias pese a que durante en este año y medio no se ha quedado parada. El pasado octubre se entrevistó con el alcalde, Juan Espadas, que se comprometió a ayudarla y le dijo que Eduardo estaría escolarizado en noviembre.
El Defensor del Pueblo escuchó su queja que también contó al mismo arzobispo Juan José Asenjo en una misa en la que lo tuvo cerca y posteriormente se han interesado desde el arzobispado por el tema. Conchita no puede más, ha renunciado a fines de semana, a quedar con las amigas... Todo lo da por bien empleado si su hermano está bien y en un centro donde pueda hacer alguna actividad. Eduardo cumple mañana 47 años .