Religión
Hermanas de la Cruz, perder tierra para ganar el cielo
Hace 141 años cuatro jóvenes crearon las Hermanas de la Cruz en el cuarto de un corral de vecinos. Hoy el Instituto tiene ya dos santas en los altares y un nuevo santo en camino
Decía el padre Javierre , biógrafo de Santa Ángela y de Santa María de la Purísima, que las Hermanas de la Cruz eran una hermosa locura. Una bendita obra que lleva haciendo el bien desde hace 141 años en Sevilla y en todos los pueblos y ciudades donde tienen casa en España, Italia y Argentina. La Compañía tuvo un inicio humilde pero en el que ya se veía la mano de Dios y se adivinaba la grandeza que iba tener. La idea de vivir en la cruz fue de Ángela Guerrero, una zapatera para la que Dios tenía unos planes muy concretos.
Oficiala de primera en un taller de calzado, alternaba su trabajo con una intensa vida de oración, penitencias y ayuda a los pobres. Su encuentro con el padre Torres Padilla, catedrático de Teología en el Seminario Conciliar de Sanlúcar de Barrameda, y catedrático de Patrología, Disciplina e Historia Eclesiástica del Seminario de Sevilla, fue decisivo para su vida espiritual. Los fundadores de las Hermanas de la Cruz se conocieron en un confesionario en 1862 . Ángela tenía 16 años y el padre José Torres Padilla, 51. Desde entonces Angelita estuvo bajo la guía del padre Torres, conocido como «el santero de Sevilla» por la calidad de sus dirigidas, entre las que se encontraban la dominica Sor Bárbara de Santo Domingo y Madre Sacramento. El padre Torres, sacerdote austero, gran teólogo, orienta la vida espiritual de Ángela Guerrero. Él aguarda los planes del Señor para ella y la conforta cuando fracasan sus intentos de ser monja de clausura en las Teresas y de vida activa en las Hijas de la Caridad.
En 1871 Ángela quiere ser monja fuera del convento y firma un papel en el que se compromete a vivir «conforme a los consejos evangélicos». En 1873 formuló sus votos perpetuos . El padre Torres le permitió llevar su nuevo apellido que la acompañará siempre: De la Cruz. Ángela es desde entonces Ángela de la Cruz.
El 2 de agosto de 1875 nació la Compañía de la Cruz en un cuarto con derecho a cocina de un corral de vecinos en el 13 de la calle San Luis. Eran solo cuatro monjas sin hábito aún. El padre Torres asumió la dirección jurídica de las Hermanas de la Cruz.
Ciento cuarenta y un años después, el Instituto sigue fiel las directrices marcadas por los fundadores. Del siglo XIX al XXI sin variar ni un ápice el rigor, la entrega, la ternura y el desprenderse de todo de las monjas. De poner en práctica la virtud de hacerse cargo, de ser ángeles de paz, de perder tierra para ganar cielo, de «No ser , no querer ser, pisotear el yo…» las palabras del padre Torres que pronunció al morir Santa Ángela y que fueron su norma de vida. Y los frutos son palpables: dos santas en los altares, Santa Ángela y Santa María de la Purísima, madre e hija, maestra y discípula perfecta, y la satisfacción de que ya está en Roma, una vez finalizado el proceso diocesano, la documentación que estudiará que el padre Torres Padilla practicó todas las virtudes en grado heroico, paso previo para que sea declarado Venerable.
Con el proceso de canonización del padre Torres, las Hermanas de la Cruz cumplen el anhelo de Sor Ángela de que su maestro y guía fuera reconocido. El padre Torres era sabio en humildad y pobreza , santo y seña de las Hermanas de la Cruz. Fue consultor del Concilio Vaticano I y por humildad no quiso ser nombrado canónigo de Sevilla, cargo que aceptó en 1871 únicamente por obediencia a sus superiores. A los cinco años de su muerte, en 1883, Sor Ángela logró que sus restos mortales que descansaban en el cementerio de San Sebastián fuesen trasladados a la cripta de la Casa Madre. Allí reposan desde entonces. La cripta sabe mucho de santos. Durante 50 años estuvo enterrada allí, frente a su director, Santa Ángela, y doce años Madre María de la Purísima. Las Hermanas de la Cruz, los ángeles de paz, aguardan ahora que Roma se pronuncie sobre su fundador, su maestro con Sor Ángela en perder tierra para ganar cielo .