Juicio crimen de la heladería
«Mi hermana estaba borracha como una cuba cuando nos contó que había matado a un hombre»
Los hermanos de la acusada confirman que ésta les pidió que la llevaran a la Policía para confesar: «Soy un monstruo»
«Mi hermana estaba borracha como una cuba cuando nos dijo que había matado a un hombre». Dos hermanos rotos han declarado este martes en la segunda sesión del juicio por el crimen de la heladería de la Macarena . Se trata de los familiares de la acusada María del Carmen Quero, a quien recogieron a las pocas horas de haber acabado con la vida de Manuel Martín; un jubilado de 62 años que conocía del barrio y cuyo cuerpo escondió en un congelador.
Vanessa es la hermana pequeña de Carmen y ha explicado al tribunal que la procesada la llamó por teléfono el 9 de enero de 2016, a la hora de comer. «No se le entendía muy bien. Cuando la recogí se sentó en el coche y desvariaba. No paraba de decir que era un monstruo, que la dejáramos en el campo que se iba a pegar un tiro ». Una misma versión ha ofrecido Francisco, el mayor de los hermanos Quero, quien hacía cinco meses que no veía a Carmen porque se había cansado de su adicción al alcohol. «La última vez tuve que recogerla de la calle inconsciente y llevarla a casa, bañarla. Eso lo vieron mis hijas. Le dije que no quería pasar de nuevo por eso».
Aquel día, cuando acudió a la llamada de su hermana, la encontró «peor que nunca». «Yo quería llevarla a casa de mis padres porque no entendíamos qué había dicho. Repetía una y otra vez que tendríamos que llevarla a la cárcel». Ambos testigos aseguran que a petición de la acusada la llevaron a la Comisaría de Dos Hermanas. La confesión la realizó en una improvisada reunión de hermanos mientras « se bebía una botella de whisky ».
Carmen sufre una fuerte adicción al alcohol desde hace 15 años, según su familia
Las acusaciones particulares han insistido en sus preguntas si Carmen les dijo explícitamente que la entregaran a la Policía o fue una decisión que acordó la familia. La diferencia es sutil en apariencia pero muy importante a la hora de fijar la condena. La defensa y la Fiscalía consideran que la procesada confesó y por eso su pena debe atenuarse . Las acusaciones sostienen que la acusada se vio empujada a contar lo que había hecho, cuando se vio acorralada porque las hijas de la víctima ya habían estado en su negocio preguntando por su padre.
Mintió en su primera declaración
El jefe de homicios de la Policía Nacional también cuestionó la confesión de Carmen porque mintió en su primera declaración; si bien nunca ha negado haber sido la autora del crimen . «Sabíamos que no estaba diciendo la verdad». La acusada aseguró que el fallecido la había seguido hasta su negocio y se había colado en el local detrás de ella. Las cámaras de seguridad de un bar y los testigos demostraron que no era cierto. Se habían marchado juntos de un establecimiento y entraron en el negocio de Carmen juntos.
Ya en el interior de la heladería, la hipótesis de la Policía es que se produjo una «lucha» entre la acusada y la víctima con una «desproporción de fuerzas objetiva», dado que Manuel era un hombre «bajito, delgado, mayor, escuchimizado» y Carmen «es muchísimo más corpulenta y fuerte». La acusada admitió ante la Policía que golpeó al jubilado. La autopsia determinó que la víctima murió estrangulada con un cable.
La familia de Manuel Martín comenzó a buscarle a partir de las 8 de la mañana del mismo día 9 de enero. Dos hijas de la víctima han testificado este martes en la vista oral . A esa hora, una de ellas recibió la llamada de su madre advirtiendo de que su padre no había regresado la noche antes a casa. «Eso no era normal. Era un hombre de rutinas. Si se iba a retrasar por cualquier motivo, avisaba a mi madre para que no se preocupara», ha afirmado Noelia Martín.
Las hijas han contado cómo se dirigieron directamente a la zona de bares que frecuentaba la víctima, en el barrio de La Carrasca . Allí encontraron su coche, donde siempre lo aparcaba. «Fuimos preguntando en los locales conforme iban abriendo». En uno de ellos les informaron de que el fallecido lo habían visto con la acusada y les advirtieron de la conducta de la procesada. «Nos contaron que tuviéramos cuidado, que es una persona muy violenta, que tres días antes había tenido una pelea gorda», según Dolores Martín.
Pasaron por el domicilio donde creían que residía María del Carmen Quero, pero allí ya no vivía. En la primera sesión, la acusada reconoció que había dejado su casa «por los problemas con el alcohol» y que vivía en su negocio. Las hijas de la víctima confirmaron ese dato pero añadiendo elementos que componen un perfil de la acusada que corresponde al de una persona conflic tiva . «El responsable de la comunidad de vecinos nos dijo que la habían echado por los altercados».
«Salimos de la heladería con la certeza absoluta de que a mi padre le había pasado algo allí»
Las hijas de Manuel acudieron en dos ocasiones a la heladería que regentaba María del Carmen . A la segunda vez que llamaron a la persiana del local, la acusada les abrió. «Nos dijo que no conocía a mi padre. Le enseñamos la foto de la denuncia y le dijimos que la habían visto con él. Nos respondió que a ella le habían visto con él y con 50 más tomando cervezas», recordaba este martes Noelia, quien no ha podido frenar las lágrimas durante su declaración.
Esta testigo asegura que al entrar en la heladería vio manchas de sangre en la puerta. «Salimos con la certeza absoluta de que a mi padre le había pasado algo allí». Ambas hermanas negaron que la acusada mostrara síntomas de embriaguez . Una versión completamente distinta en ese punto a la que habían ofrecido los familiares de Carmen, quiene sostienen que la procesada estaba borracha cuando la vieron una o dos horas después del encuentro con las hijas del fallecido.
Si María del Carmen estaba bebida o no es una de las claves del juicio junto a la atenuante de confesión. De reconocerse ambas circunstancias, la pena que le impondrían a la acusada sería sensiblemente inferior. Una rebaja a la que se oponen las acusaciones particulares.
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