Entrevista

«Me han hecho muchos homenajes últimamente pero no me pienso morir todavía, ni con coronavirus»

El maestro de los maestros del baile en España, Manolo Marín, lo reinvidica como «terapia anticonfinamiento» y se muestra orgulloso de la responsabilidad de los sevillanos «aunque echemos mucho de menos hablar con los amigos en los bares»

Manolo Marín en su casa sevillana en el barrio de Triana Juan Flores

Jesús Álvarez

Manolo Marín (Sevilla, 1936) es uno de los grandes maestros del baile en España, «maestro de los maestros» como es reconocido por muchos de sus coetáneos. De él han aprendido primeras figuras como María Pagés, Rubén Olmo, o Eva Yerbabuena. Bailaor autodidacta, ha compuesto coreografías para Cristina Hoyos, la Compañía Andaluza de Danza, o el Ballet Nacional de España , entre otros, y acaba de terminar una que se va a estrenar en Tel Aviv. Comenta a ABC desde su casa en Triana, que tiene una placa con su nombre, que pese a los numerosos homenajes que ha venido recibiendo durante los últimos meses («casi uno a la semana antes del confinamiento», dice) se encuentra en buen estado de salud. «No pienso morirme todavía, ni con el coronavirus», advierte riéndose.

¿Cómo lleva el encierro?

Como casi todo el mundo. Tengo días buenos y días malos en los que me aburro mucho. Las mañana de hoy se me ha hecho larguísima. Estoy aprendiendo a cocinar ahora, como muchas personas que viven solas.

¿Cómo se vive el confinamiento en Triana?

Yo vivo en un sitio habitualmente muy ruidoso, donde hay muchos bares y pasa mucha gente. Es casi como el segundo centro de Sevilla. Ahora está todo demasiado tranquilo y triste con todos los establecimientos cerrados. Nunca he sido borrachín y siempre he bebido muy poco, pero echo de menos las conversaciones con los amigos en esos bares. A las ocho salgo a tocar las palmas al balcón.

¿Y baila?

Si me tocaran un poco, igual me atrevía a bailar en el balcón. No soy de los que baila en cualquier sitio, aunque me paguen, pero si se tercia bailo en medio de la calle o en una fiestecita.

Los sevillanos y el resto de andaluces estamos dando una lección de responsbilidad al resto de España en el cumplimiento del confinamiento, a pesar de nuestra fama de fiesteros.

Sí. La estamos dando a todo el mundo y no me lo esperaba. Tenemos esa mala fama de fiesteros o vagos pero creo que más en otras zonas de España que en el extranjero. Cuando he ido a León, he visto tantos bares como aquí pero la verdad es que nadie habla de León y de sus bares. Parece que solo hay bares en Sevilla y Andalucía.

Dicen, no obstante, algunos psicólogos que si el confinamiento se prolonga mucho, muchos vamos a sacar el león que llevamos dentro.

Es posible. La gente ya está muy nerviosa y la convivencia en un sitio cerrado después de tanto tiempo se hace difícil. Yo vivo solo y tengo bastante espacio.

«Las sevillanas son muy libres y mucha gente las baila a su aire, da igual su edad. Relajan, ayudan a mantenerte en forma y sólo se necesitan dos personas»

Hay gente que está engordando por la falta de ejercicio o pasando ansiedad. ¿Bailar es una buena manera de combatir ambas cosas?

El baile es una terapia muy buena para todo el mundo. No hay que ser profesional ni tener ninguna edad para poder hacerlo. Te puedes mover a tu aire poniendo a Bethoveen o el «porompompero». Bailar relaja mucho y ayuda a mantenerte en forma. Es cierto que hay muchas distracciones «on line» pero el baile es mucho más sencillo y relajante, incluso si no sabes bailar muy bien.

¿Las sevillanas son ideales como terapia antiencierro?

Sin duda. Aunque se bailan en todas partes del mundo, son muy libres y mucha gente lo baila a su aire, da igual su edad. Lo único que se necesita son dos personas. Tiene su mijita de técnica pero lo que no hay que olvidar es cambiar de sitio.

Hay muchos vídeos en Youtube para aprender.

A mí no me parecen mal pero yo ya no estoy para eso. Soy un desastre para la tecnología. Esos vídeos los hacen bailaores más jóvenes de una generación diferente a la mía.

¿Cómo eran los flamencos de su generación?

Los de ahora están, en general, más preparados, pero también se han vuelto más cómodos. Conozco a un guitarrista que me decía hace unos meses que le habían ofrecido tocar en Japón pero que no iba porque le pagaban poco y, además, estaba muy lejos. Me sorprendió que dijera eso porque porque Japón es un país maravilloso en el que se aprende muchísimo. Incluso le pregunté si estaba trabajando en Sevilla y me dijo que no, que vivía con sus padres. Por eso le recomendé que se fuera, que aprendiera y que ya vendrían cosas mejores.

Usted ha viajado por todo el mundo y ha recorrido de norte a sur Francia, Alemania y casi toda Europa. Y también ha ido mucho a Japón. Habrá aprendido mucho de todos esos países.

He viajado por casi todo el mundo y he procurado aprender de todos los sitios en los que he estado. También he aprendido mucho en Málaga y cualquier otra ciudad española. He visto a algunos flamencos de mi época ir a la Costa del Sol y pedir una hamburguesa en vez de pescado o marisco. Hay gente muy cerrada a la que le cuesta salir del carril y probar cosas nuevas, pero también hay ahora mucha gente que no, que es más abierta.

Usted perteneció a la generación de los «flamencos del hambre».

He viajado en trenes muy malos y he pasado mucho frío en autocares sin calefacción donde viajábamos de noche para ahorrarnos la pensión. Trabajé en un espectáculo dirigido por Ortiz Nuevo llamado «Los hijos del hambre» que reflejaba eso y que me enemistó con algunos de mis compañeros. Recuerdo que un periodista me criticó por ese espectáculo y me preguntó con cierta guasa si yo también había pasado hambre.

¿Y qué le dijo?

Que había pasado más que hambre, las he pasado caninas. Se publicó una biografía mía en Francia que no está traducida al español en la que contaba que nací en un barrio de chabolas llamado «Villlata», en Amate. Eran cuatro latones y cuatro cartones, de ahí el nombre. Pasamos mucha hambre y tuvimos que emigrar a Barcelona, al Campo de la Bota, que era otro barrio de chabolas. Salimos de eso gracias al baile. Y luego he tenido la suerte de actuar en toda Francia, Alemania y otros países europeos en los años sesenta con un grupo que formé con mi hermana y que se llamaba «Los chavalillos sevillanos».

¿Sevilla era conocida en esos países?

Sí, ya sonaba. Ahora mucho más, claro. Sevilla y España, en general, resultaba algo muy exótico en esos países. Y cuando estábamos en algunos colegios de París o de otros países europeos los chiquillos nos buscaban en la puerta para que le firmáramos autógrafos. Pero no porque fuéramos flamencos o conocidos, sino por ser españoles. Mi hermana explicaba a los suecos cómo era la Semana Santa de Sevilla sin saber una sola palabra de inglés. Era todo por gestos, como los contadores de cuentos de Marruecos. Le tengo mucho amor y respeto a la Semana Santa y nunca me ha atrevido a hacer ninguna coreografía sobre la Semana Santa de Sevilla.

«Enseñar no es sólo saber bailar, es pararse. Y vivir un poquito. Veo a maestras de 18 años que bailan muy bien pero les falta experiencia y una vivencia»

¿Cómo vivió esta Semana Santa tan atípica? Hacía más de ochenta años que no se suspendían las procesiones.

Como todos los sevillanos, con nostalgia. El Viernes Santo puse la tele y estaban echando la entrada de la Macarena y la Esperanza de Triana de hace dos años y me entró una gran lloriquera. Me removió todo.

Usted ha sido uno de los mejores profesores de baile de España y ha enseñado a todas las figuras de varias generaciones. Decían donde sabían que «para las manos Matilde Coral y para los pies Manolo Marín».

Sí, han venido de toda España a mi academia y me siento muy orgulloso de eso. Sigo dando «masterclass» en Jerez y París. Y ahora tengo una coreografía pendiente de estrenar en Tel Aviv. Ahora me gusta mucho más la creación que dar clases, que requiere más esfuerzo físico.

Hizo la coreografía de Azabache para la Expo92.

Sí, y otra para Cristina Hoyos y que se estrenó en los Juegos Olímpicos de Barcelona de ese mismo año. Y otras para María Pagés, que fue una gran alumna mía.

¿Se ha sentido mejor profesor que bailaor?

A mí me gusta bailar, con independencia de mi profesión. Es verdad que ahora hay muchos más maestros de baile que antes y que todo el mundo enseña. Me parece bien que todo el mundo se gane la vida como pueda pero creo que un maestro de baile debe tener una experiencia y una vivencia. Hay maestras de 18 años y no digo que no bailen bien, incluso muy bien, pero no han aprendido a enseñar. Solo saben enseñar su baile y sus alumnos son copias de lo que ellos bailan pero yo creo que hay que tener mucha formación y aprender arte. Enseñar no es solo saber bailar, es pararse. Y vivir un poquito. Creo que hay que empezar como Dios manda

¿Hay demasiada prisa?

Sí. Entiendo esa prisa en los alumnos extranjeros que sólo tienen dos semanas y vienen a coger en ese tiempo todos los pases del mundo. Quieren mucho material pero nadie les corrige nada ni a ellos les importa demasiado. Con eso ellos van a montar una Academia o van a trabajar en festivales.

«El arte no es deporte. La técnica es necesaria pero hay otra cosa en el baile que no se aprende en cuatro horas a la semana en una academia o en Internet»

¿Qué le parece el baile actual?

Hay de todo. Hoy en día puede bailar todo el mundo. La gente se fija mucho en los bailaores en el teatro, un bailaor a lo mejor con 20 años que pega muchos saltos y tiene muchos pelos y se despeina. El arte no es deporte. La técnica es necesaria pero hay otra cosa en el baile. Llámele alma o duende. O personalidad. Y eso hay que mirar mucho y vivir mucho. Yo empecé bailando de chico en la de calle y en los corrales de vecinos. Eso no se aprende en cuatro horas a la semana en una academia o en Internet.

Supongo que los extranjeros lo tienen aun más difícil para aprender.

Las japonesas quieren aprender y vienen aquí, aunque allí tienen muchas más academias que en Sevilla. Son muy disciplinadas pero muchas ni siquiera se preocupan por aprender nuestro idioma o nuestras costumbres. Así no puede ser.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación