Referéndum 1-0

Hablan guardias civiles sevillanos desplazados a Cataluña: «La patada no duele tanto como otras cosas»

Una dotación de unos 300 agentes movilizados desde Sevilla aguarda acontecimientos sin tener fecha de retorno

Vecinos de Mont-roig expulsando a los agentes de la Guardia Civil de su localidad ABC

SILVIA TUBIO

La piel la tienen hecha a estar fuera de casa sin fecha concreta de vuelta, a dormir en cualquier sitio y con el petate siempre preparado. El Grupo de Respuesta y Seguridad (GRS) de la Guardia Civil es una unidad de elite adiestrada para acudir a la primera línea de cada conflicto que estalla en España. Hay ocho grupos en el país, el número 2 tiene su base en la Comandancia de Sevilla y uno de sus miembros acaba de ser noticia tras confirmarse el arresto de un joven de 22 años que le dio una patada en la cabeza durante el 1-0.

ABC se ha puesto en contacto con agentes del GRS de Sevilla que está n desplazados en Cataluña . Una dotación de diez pelotones integrado cada uno por unos veinte agentes. La aportación que hace la Comandancia de Sevilla al despliegue policial ronda los 300 agentes. Sólo se ha quedado un «pelotón alerta» de 30 agentes en la capital hispalense como retén de guardia.

«El compañero está bien . Al día siguiente tenía alguna molestia pero poco más. La patada no duele tanto como otras cosas». Estos agentes no tienen autorizado hablar con los medios de comunicación y contravenir esa orden les expone a una sanción severa. Por eso es fundamental guardar su anonimato para testar su estado de ánimo y conocer cómo están viviendo estos convulsos días en los que se ha cuestionado y también aplaudido su labor.

«Duelen otras cosas. Aquel día (se refiere al del referéndum ilegal) se nos rompió el alma. Veíamos a niños haciéndonos cortes de mangas, gritándonos asesinos. Nosotros somos guardias civiles, vinimos a cumplir una orden judicial. Y tuvimos que aguantar de todo. Nosotros sólo teníamos el objetivo de retirar urnas y el material, pero tuvimos que apartar a la gente que impedía que accediéramos a los colegios».

«Se nos rompió el alma. Veíamos a niños haciéndonos cortes de mangas, gritándonos asesinos»

El vídeo de la agresión que sufrió uno de ellos y que ha ayudado a identificar al agresor, sirve también para recordar lo ocurrido durante «aquella jornada de locura » en la que empezaron a trabajar a las cinco de la mañana y no acabaron hasta pasada la medianoche. «Fíjate que al compañero lo atacan mientras que están intentando reducir tres policías a un individuo. Te aseguro que si se hubiera usado la brutalidad policial que dicen, no es necesario que intervengan tres policías. Con uno hubiera sido suficiente. Sobre todo se usó mucha contención pero no son situaciones fáciles».

Disponibles las 24 horas

Los efectivos del GRS 2 están curtidos en intervenciones conflictivas como las que tuvieron que hacer durante el estallido de violencia en Roquetas de Mar (Almería) tras la muerte de un senegalés en 2008, en las protestas mineras de los últimos años, los graves altercados protagonizados por traficantes en La Línea, la escolta de los transportes de droga que se envían desde Andalucía a un horno de Asturias para incinerarla o el control de masas en eventos multitudinarios como el Rocío.

Un independentista grita a un guardia civil a escasa distancia durante el 1-o Reuters

Su jornada de trabajo desde que llegaron a Cataluña es prácticamente ininterrumpida . «Ocho horas presenciales y el resto localizables». Cuando se quitan el uniforme deben estar listos para regresar al cuartel en media hora. Por eso su rutina pendiente del móvil la pasan entre el gimnasio, el súper y los paseos por las localidades donde están concentrados. Una normalidad que se rompe cada vez que los activan porque se está produciendo un escrache o se detecta alguna amenaza.

Sobre esos encontronazos con parte de la población aseguran que no es lo habitual. «Una vez no nos quisieron dar de comer en un bar de Lérida. Cuando entramos nos dijeron que no había comida y nos marchamos. Sospechábamos lo que pasaba. Un camarero le contó a un cliente que en ese local no se servía a la Guardia Civil. Ese cliente es compañero de la Comandancia y nos lo contó».

Desde que fueron expulsados de algunos hoteles donde estaban concentrados, los agentes sevillanos están repartidos entre varios puntos de Cataluña como cuarteles, los barcos atracados en Barcelona y hoteles de municipios elegidos de manera estratégica.

«La falta de información está matando a algunos compañeros que no están acostumbrados a estar desplazados tanto tiempo»

Los miembros del GRS están acostumbrados a realizar misiones fuera de destino. Por eso soportan mejor la situación «que otros compañeros de otras unidades que no viajan apenas. Llevan más de un mes sin volver a su casa, sin ver a su familia y sin saber cuándo podrán regresar». No tienen ninguna información sobre su futuro más inminente «porque tampoco la tienen los mandos. No se sabe nada». La incertidumbre es tal que desconocen si se les compensará de alguna forma el exceso de jornadas de ahora. Algo que está minando más la moral que las propias condiciones en las que viven algunos de los funcionarios que pernoctan en minúsculos camarotes para agentes que miden más de 1,80 y superan los 100 kilos de peso.

Sienten que tras el 1-0 la situación se ha ido relajando y que son mayoría las personas que se acercan a felicitarles y les muestra su cariño. « Los catalanes están cansados de este jaleo . Su preocupación es tener trabajo, pagar la hipoteca. Cuando estás aquí ves las cosas distintas a como se transmiten a veces por la televisión. La pena es que una minoría está provocando un conflicto que muchos no quieren».

Dicen ser también testigos de una fractura social : «Hay padres que nos cuentan que no se hablan con sus hijos por este tema y eso es terrible».

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