Guerra Ucrania Rusia
«No sé cómo nos vamos a organizar, pero ya están aquí que es lo importante»
Slava, una joven ucraniana residente en Sevilla, logra traerse a su madre y sus tres hermanos tras un terrible viaje
El piso de Triana de Carlos y Slava se queda pequeño estos días . Desde el jueves la familia ha crecido con la llegada de su madre y sus tres hermanos que residían en Kiev. Esta joven ucraniana no duerme tranquila desde que Rusia inició la invasión. Lo que iban a ser unos pocos días va ya por dos semanas y no tiene visos de terminar a corto plazo. Cuando los tanques se iban acercando a la capital, les pidió que salieran cuanto antes y ahí comenzó este periplo que terminó felizmente el pasado viernes.
Myroslava Vovk y los tres niños partieron en uno de los trenes de rescate que iban a rebosar hacia Leópolis. Allí tiene familia y se iban a sentir más seguros, pero «ya nadie se siente a salvo en Ucrania», comenta a ABC Carlos, la pareja de Slava. Estuvieron unos días alojados con unos primos hasta que la situación siguió agravándose. Las noticias de civiles muertos los asustaron hasta el extremo de salir corriendo hacia la frontera con Polonia en una huida desesperada. «Llegaron a estar toda una noche caminando», comenta, una vez que llegaron a Lviv desde donde pasaron al país vecino.
Pero las cosas no son nada fáciles y hubo que seguir esperando hasta que se abriera la oportunidad. En medio del caos, la sociedad polaca se está volcando con esta crisis humanitaria y siempre hay quien presta una ayuda. Myroslava también la encontró y pudo llegar hasta Cracovia para coger un avión que la llevara a Sevilla . «Esa fue otra aventura», pues había que hacer escala en Frankfurt con los aviones saturados, relata su hija. De ese trayecto se encargaron ellos mismos con la compra de los billetes y toda la logística porque «no hay ningún dispositivo ni nada previsto por vías oficiales», lamentan. El que quiere traer a su familia lo tiene que costear.
Feliz llegada
El viernes aterrizaron felizmente en el aeropuerto de San Pablo donde Carlos y Slava los recibían con una enorme sonrisa. Atrás dejaban los miedos y la incertidumbre de estos días, aunque su corazón sigue en Kiev, donde se encuentran otros familiares y amigos, entre ellos la pareja de Myroslava que no puede salir del país. Ya aquí la situación no es la mejor, porque «hay una gran incertidumbre alrededor de todo esto», lamenta su hija, aunque «lo importante es que ya están aquí, aunque no sepamos cómo nos vamos a organizar». Ellos han llamado a todas las administraciones públicas, comisarías de policía y se han puesto en contacto con la iglesia ucraniana que está coordinando la acción humanitaria pero lo que perciben es «un gran desconcierto y poca coordinación». «Nos llegan noticias de que se facilitará la escolarización, la gestión de permisos, pero no hay nada de eso por el momento», señalan.
La burocracia siempre avanza más lenta que la sociedad y tarda en dar respuesta a los problemas. Por delante queda la tarea de encontrar un techo para esta familia que vive muy apretada en la pequeña vivienda de la pareja y poder escolarizar a los pequeños. También ver qué ayudas y qué estatus darán a los desplazados que llegan huyendo de la guerra porque no hay un itinerario claro a seguir. Ahora viven gracias a la solidaridad de amigos y familiares que se están volcando para que no les falte de nada y se sientan como en casa.
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