Perfil
El general Juan Gómez de Salazar: incansable divulgador de la cultura de defensa
Si hay un rasgo que marca el mandato del sexto jefe de la Fuerza Terrestre fue su obsesión por abrir las puertas de Capitanía para difundir los valores de las Fuerzas Armadas
El general en la reserva Juan Gómez de Salazar Mínguez (Madrid, 1957) ha iniciado su nueva etapa vital, como militar retirado, en la casa familiar del pueblo toledano Los Navalmorales. En la misma semana que se despedía del cuartel general de la Fuerza Terrestre (Futer) y abandonaba su carrera activa, también le ha dicho adiós a la ciudad que le reafirmó en sus creencias religiosas, que fue testigo de su ascenso al frente de la columna vertebral del Ejército de Tierra y le robó una parte de su afición al Real Madrid para entregársela a la pasión verdiblanca.
Su idilio con Sevilla comenzó en 2012, cuando el entonces general de brigada aterrizaba en el edificio de la Capitanía General para hacerse cargo de la organización operativa del acuartelamiento como jefe del estado mayor; una labor gris que, sin embargo, le sirvió para tener un conocimiento al detalle de la estructura de la que depende casi tres cuartas partes de las unidades del Ejército de Tierra.
En 2016, tras ascender al empleo de teniente general, se puso al mando de la Futer, convirtiéndose así en el sexto jefe que ocupa el despacho principal del edificio de Capitanía. En 2005 se constituía la Fuerza Terrestre en Sevilla y a pesar de que ya ha transcurrido más de una década de aquella reorganización del ejército que consolidaba a Sevilla como plaza principal de las Fuerzas Armadas, aún este enclave militar sigue siendo un desconocido para muchos sevillanos.
Combatir esa realidad, abrir las puertas de Capitanía y estrechar la distancia entre la sociedad civil y militar ha sido una de las principales obsesiones que han guiado el mandato de Gómez de Salazar. Los que lo conocen y han trabajado de manera cercana con él coinciden en definirlo como una persona afable, fácil en el trato, que supo entrar en la sociedad sevillana y llevarla a su terreno. Ha sido el jefe de la Futer que más entrevistas ha concedido, que más se ha prodigado en actos sociales , consiguiendo que se fuera normalizando la presencia del Ejército en ámbitos tan poco dados a rozarse como el universitario.
El pasado mes de junio visitaba las instalaciones del campus CEU San Pablo . La carrera de armas es una alternativa para los estudiantes que concluyen el Bachillerato. Una posibilidad enviada al obstracismo por posiciones políticas antimilitaristas, que el último jefe de la Futer siempre respetó en sus intervenciones públicas, pero que tildaba de utópicas. En una de las entrevitas concedidas a este casa no negó que el ideal sería que no hiciera falta un ejército. Pero ese razonamiento quedaba sepultado por toneladas de realidad: «El ser humano es como es y el uso de la violencia y de las armas solo depende de la voluntad humana».
Como fervoroso defensor de las tradiciones, la comunión con la ciudad de Sevilla fue inevitable
Esa meta de normalizar la comunión entre la sociedad civil y las Fuerzas Armadas fue uno de los motores en su mandato. A difundir la cultura de la defensa entre la ciudadanía para que acaben respetando y valorando al Ejército le dedicó buena parte del trienio que ha estado al frente de la Futer. A diferencia de otros jefes que se dedicaron en exclusiva a sus obligaciones netamente militares en un puesto muy exigente, pasando más desapercibos para los sevillanos que no visten uniformes. Por eso, cuando se conoció que iba a dar una cena en beneficio de Cáritas y Andex, que iba a suponer su último acto social en Sevilla, las 400 invitaciones a 60 euros por comensal se agotaron en unas horas.
Gómez de Salazar es el tercer jefe de la Futer de los cinco que han ostentado ese cargo que pasa a la reserva por cumplir diez años desde que ascendió a generalato. Antes que él recorrieron ese mismo camino final Virgilio Sañudo Alonso de Celis (2007-2o11) y José Ignacio Medina Cebrián (2011-2014). Al primer jefe de la Futer, el general Mena, le faltaban unos meses para concluir su carrera en activo pero un inapropiado discurso en la Pascua Militar le valió un cese fulminante y un arresto domiciliario.
Por el contrario, dos de los cinco generales que han ostentando el mando de este cuartel general prosiguieron su carrera militar tras su paso por la Capitanía sevillana: Pedro Pitarch (2006-2007) fue enviado a Europa y Francisco Javier Varela (2014-2016) fue destinado al cuartel general de alta disponibilidad de Valencia, que sirve de enlace permanente con la OTAN. Un año después, la ministra Cospedal (PP) nombraba a este último jefe del estado mayor del Ejército (Jeme).
En las quinielas para Jeme y Jemad
Gómez de Salazar estuvo en las quinielas previas a la renovación de la cúpula militar de 2017 como uno de los 16 generales mejor posicionado para alcanzar el puesto de Jeme o Jemad, que son designados directamente por el ministro de Defensa. Sin embargo, en esos días la Asociación Unificada de Militares (Aume) pidió a la ministra que no lo ascendiera por considerarlo un enemigo del asociacionismo. La exposición pública, en esa ocasión, jugó en su contra. La Aume criticaba unas declaraciones realizadas a ABC en las que defendía que «el deber militar excede a cualquier garantía, a cualquier derecho, hasta a los derechos humanos». También lo acusaban de haber comparado a las asociaciones con el yihadismo en una reunión interna. Algo que fue desmentido por el ministerio de Defensa.
La capital hispalense le dio la oportunidad también de vivir sus profundas creencias religiosas de otra manera. Se hizo hermano de La Paz y también del Rocío. Y a pesar de ser socio del Real Madrid, acabó contagiándose por otra de las pasiones que mueve esta ciudad: la division futbolera entre Betis y Sevilla. La entidad verdiblanca le regaló una miniatura del Benito Villamarín en la jornada del último derbi. En estos años en Sevilla había terminado rendido al equipo de la Palmera.
Como fervoroso defensor de las tradiciones, la comunión con la ciudad de Sevilla ha sido inevitable, aunque no terminara echando raíces. De sus cuatro hijos, ninguno tiene fijada su residencia en Sevilla. Tras las vacaciones en la casa familiar de Toledo, volverá al punto de partida, a Madrid.