La Fundación Alberto Jiménez Becerril premia a los policías muertos por el terrorismo en el exterior
Inauguran un rincón en recuerdo de las víctimas de la barbarie en la intersección de las calles José Laguillo y Arroyo

Un soneto de la obra del poeta Enrique Barrero, premiada en 2012 por la Fundación Alberto Jiménez Becerril , se puede leer desde este jueves en una placa que dota de contenido el nuevo rincón de la memoria ubicado en la intersección de las calles José Laguillo y Arroyo . Un espacio que pretende ser un recuerdo permanente «de los que fueron verdugos y de aquellos que fueron sus víctimas», afirmaba durante la presentación la presidenta de la Fundación, Teresa Jiménez-Becerril.
Antes de descubrir la placa, la hermana del edil asesinado por la banda terrorista ETA en 1998, en compañía de su madre, Teresa Barrio, dio a conocer los nuevos galardonados con el premio anual que la Fundación entrega en reconocimiento a aquellos que luchan contra el terror. En esta ocasión va para cuatro funcionarios policiales: dos agentes del Cuerpo Nacional y dos miembros del Cuerpo Benemérito muertos en el extranjero por acciones terroristas.
En concreto los premiados son: los guardias civiles José María Galera y Abraham Bravo , fallecidos en el atentado contra la base española de Qala-i-Nau en Afganistán el 25 de agosto de 2010; y los dos policías nacionales, Isidro Gabino San Martín y Jorge García , caídos en el ataque a la embajada española de Kabul del pasado 11 de diciembre. «Va en su nombre pero es extensible a todos los policías que trabajan en el exterior en la lucha contra el terrorismo islamista. Un trabajo que no se les reconoce suficientemente».
La entrega del premio está previsto que se haga el próximo 30 de enero, cuando se cumplan 18 años de la muerte de Alberto Jiménez Becerril y de su esposa Ascensión García . La hermana del concejal recordaba el aspecto, quizás más cruel, de un doble asesinato que conmocionó a la sociedad: «Unos asesinos que volvieron sobre sus pasos para matar a Ascen cuando tenía entre sus brazos a Alberto, dejando así a tres niños de cuatro, siete y ocho años huérfanos».
Los otros homenajes: a los verdugos
El rincón inaugurado este jueves pretende ser un permanente recordatorio: «Por suerte ETA ya no mata, pero eso no quiere decir que no haya matado. Los niños que en el futuro corran por esta glorieta, deben saber quiénes fueron esos terroristas. Memoria para recordar también a los 900 muertos, los miles de heridos que dejó ETA» y también cómo a día de hoy hay lugares de España donde los homenajes son «para los que empuñaron las armas para aterrorizar ».
Teresa Jiménez-Becerril mencionaba así la fiesta que iban a celebrar en la localidad natal del asesino de su hermano (Villava, Navarra) en recuerdo de su vecino, condenado a 60 años de prisión. Una denuncia de la presidenta de la Fundación ante la Audiencia Nacional impidió la celebración hace unos meses. «En el final no se pueden equiparar a unos con otros, no se puede reinterpretar la historia. Hubo quien disparó y quien fue asesinado».
Durante el acto, cuatro representantes del distrito San Pablo-Santa Justa dieron lectura a un manifiesto que reclamaba la unidad sin fisura de «los demócratas contra el terrorismo». Pusieron la voz a esos deseos: el hermano mayor de Los Negritos, Felipe Guerra; la presidenta de la asociación de comerciantes de Santa Justa, Manuela Gorreta; el presidente de la asociación Huerta de Santa Teresa-San Pablo, Cristóbal Morales y el presidente de la asociación vecinal Amanecer, Diego Ligenfert.
Este es el segundo hito en memoria de las víctimas del terrorismo que se levanta en la ciudad y la intención es seguir «sembrando Sevilla» de más rincones, señalaba la presidenta de la Fundación. El primero que se inauguró se localiza en la Plaza de la Encarnación.