Universidad

Francisco Oliva define como «ágoras de aprendizaje» las aulas al aire libre de la UPO

Los nuevos espacios se han creado para que unos sean de verano y otros de invierno y han costado 80.000 euros. El rector está convencido de que la iniciativa se extenderá a otras universidades

Francisco Oliva, en el centro, en las nuevas aulas al aire libre de la UPO Raúl Doblado

Mercedes Benítez

La Universidad Pablo de Olavide ha inaugurado este lunes oficialmente las aulas al aire libre , un espacio creado como opción contra el coronavirus y que se constituye como una iniciativa novedosa hasta ahora no puesta en marcha en otras universidades. Aunque, tal y como adelantó ABC estas aulas comenzaron a utilizarse la pasada semana por algunos docentes como el catedrático de Derecho Romano, Bernardo Periñán, el rector Francisco Oliva, ha hecho esta mañana una visita a los nuevos espacios que han supuesto una inversión de 80.000 euros para la universidad.

Según Oliva, la novedosa idea surgió antes del verano cuando se dieron cuenta del espacioso campus del que dispone la UPO y se inspiraron en iniciativas similares que ya se llevan a cabo en algunas universidades norteamericanas y canadienses . «La UPO es la primera en hacerlo aunque me consta que hay otros proyectos de otras universidades que quieren hacer algo similar», ha dicho el rector asegurando que, aunque acaban de empezar, todos los profesores y alumnos que lo han probado han coincidido en que es «una experiencia fantástica» dar las clases al aire libre.

«Estamos muy contentos de ser pioneros en esta materia. En España casi seguro que somos los únicos». ha dicho Oliva presumiendo de que la Olavide siempre ha sido una universidad «pionera y a la vanguardia» que hace cosas distintas. «Estoy seguro de que esto va a acabar calando en todos los campus» ha insistido Oliva, para quien es una cuestión de espacio ya que la UPO tiene muchas más posibilidades frente a otras universidades que están en la ciudad, De hecho, no descartan que si el experimento funciona ampliar el número de aulas.

Ir sin mascarilla

En este sentido Oliva ha recordado que ese espacio, en plena naturaleza, ofrece ventajas como permitir a los alumnos quitarse la mascarilla y que las clases sean diferentes, aunque no se puedan utilizar algunos medios tecnológicos y no existan los pupitres para que los estudiantes puedan apoyarse. «Los alumnos se lo han tomado muy en serio como lo que es una especie de ágoras de aprendizaje en las que se intenta salir de la rutina» y se va a otros sitios «más inspiradores» y cree que da inmensas posibilidades no sólo para las clases, sino también para seminarios, charlas y otras actividades culturales como conciertos y obras de teatro o asambleas o reuniones de profesores.

Francisco Oliva en una de las aulas Raúl Doblado

El rector ha recordado que Sevilla es una ciudad que ofrece esas posibilidades por el clima y, aunque aún no tienen cifras de cuantos se han apuntado, se ha abierto el sistema de reserva con antelación para evitar que estén ocupadas cuando vayan a usarlas. El experimento se ha ideado para que haya dos tipos de aula, de verano y de invierno.

Se trata de cuatro aulas, dos inmersas en espacios naturales, en este caso en la zona de los pinares, y otras dos instaladas en zonas ajardinadas aprovechando estructuras arquitectónicas. Las primeras, como están a la sombra y son, por tanto, más frescas, pueden considerarse aulas de verano. Las otras, al sol aunque con lonas para protegerse del calor, pueden considerarse de invierno ya que las temperaturas son más altas.

Las de los pinares tienen capacidad de 61 y 54 personas respectivamente y se ubican junto al parking número 18 y junto al edificio 24 y cuentan con bancos de madera y una pizarra, todo ello integrado con el paisaje. En cuanto a las que están ubicadas en las zonas ajardinadas (entre el canal y la Biblioteca-edificio 25, y la Biblioteca-edificio 25 y el parking 12), tienen una capacidad de 80 y 82 personas y con asientos instalados aprovechando desniveles propios de las estructuras arquitectónicas, por ejemplo, escaleras. El techo, en este caso, lo constituyen velas de sombra, toldos con su característica forma triangular.

«Lo que hemos hecho es proporcionar un espacio adecuado para que se pueda hacer docencia al aire libre y disfrutar de zonas bonitas, de aire puro y destacar la importancia de nuestras zonas naturales y de la realización de actividades en el exterior», afirma Antonio Gallardo Correa, delegado del rector para el campus Sostenible.

Este lunes se ha visto a algunos estudiantes sentados en las gradas de las aulas de invierno aprovechando para tomar el sol. En las de verano, más frescas, había menos estudiantes, algunos de los cuales utilizan los merenderos que hay junto a los bancos. «En invierno habrá que venir abrigados», decía un estudiante.

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