CRISTÓBAL ORTEGA, DIRECTOR DE LA BIENAL DE FLAMENCO 2016

«El flamenco ideal tendría la voz de Enrique Morente, las manos de Galván y las piernas de Farruco»

«Es el momento de reconocer la labor de promoción del flamenco que han hecho los tablaos»

Cristóbal Ortega, director de la Bienal de Flamenco ARCHIVO FOTOGRÁFICO BIENAL DE FLAMENCO/LOLO VASCO

M. J. PEREIRA

Con 39 años y un sólido currículo llegó el jiennense Cristóbal Ortega a la dirección de la Bienal: licenciado en Historia del Arte, máster en Gestión Cultural, diplomado en Relaciones Laborales, director gerente de la compañía de baile de Eva Yerbabuena durante nueve años y gestor de la capital europea Salamanca 2002. ¿Pero cómo entró Ortega en el mundo de la gestión cultural? No fue precisamente a través del flamenco, sino del rock. De estudiante en Granada, Cristóbal hizo labores de producción en el festival internacional Espárrago Rock para ganar un dinerillo. Aquello le abrió las puertas en una empresa de management que trabajaba con flamencos como Javier Barón, Estrella Morente, Segundo Falcón...

—¿Qué objetivos ha cumplido y cuáles le quedan pendientes?

—Hemos cumplido varios objetivos principales: que nadie dude de que Sevilla es la capital mundial del flamenco, que el sevillano identifique la Bienal como algo suyo y hemos encontrado nuevos públicos. La Bienal ocupa el primer lugar en el top ten de los festivales por su duración, el número de espectáculos, el número de escenarios que tiene, las jornadas, las reflexiones, la calle, la formación... Entre los objetivos pendientes, hay que seguir potenciando la internacionalización de la Bienal de Flamenco, hacer más coproducciones y proyectos artísticos en la Bienal... algo que poquito a poco lograremos.

—¿Prevé continuar en la próxima edición de 2018 o tiene otros proyectos?

—No, para nada. Mi proyecto es ahora Bienal, Bienal y Bienal. Mientras el equipo siga confiando en mí y yo considere que tengo aún cosas que aportar, mi proyecto de futuro es la Bienal.

—Esta edición está siendo algo convulsa: primero se anunció que la abriría Riqueni, pero no obtuvo permisos penitenciarios para actuar y después se cayó el Ballet Nacional de España.

—Son causas sobrevenidas. Son cosas que pasan en los principales festivales del mundo. Con respecto al Ballet Nacional de España, poco podía hacer la Bienal cuando es el Ministerio el que nos comunica la cancelación de las funciones por motivos de una huelga del cuerpo de baile y por una apertura de una nueva convocatoria de audiciones. Ante esa situación trabajamos rápidamente para buscar alguien que ocupara ese puesto y estamos muy contentos con la incorporación de Manolo Sanlúcar y su obra Medea. En el caso de Riqueni, ocupan su lugar Canales y Estrella Morente, con Lisístrata.

Cristóbal Ortega ARCHIVO FOTOGRÁFICO BIENAL DE FLAMENCO/LOLO VASCO

—Este año hay ausencias significativas, como la de Sara Baras o Miguel Poveda. También se echa en falta a El Cabrero, Manuela Carrasco...

—Miguel Poveda y Sara Baras ya tenían su agenda cubierta para la edición de este año. Manuela Carrasco ya estuvo en la Bienal de 2014 con un proyecto, nos pusimos en contacto con ella y decidimos trabajar con un poco más de tiempo para ediciones futuras. Con respecto a El Cabrero, siempre nos ponemos en contacto con él para que participe en la Bienal y por el momento nunca hemos logrado que nos dé el sí.

—Desde hace tiempo los tablaos se veían como algo para turistas. ¿Es el momento de reconocerle la promoción que han hecho del flamenco?

—Por supuesto. Ya en la Bienal de 2014 un tablao tuvo protagonismo en la programación oficial con el espectáculo «Una noche en el Arenal». Este año incorporamos a los tres tablaos referentes de Sevilla dentro de un ciclo con Arcángel. No debemos olvidar que por los tablaos y espacios escénicos han pasado las principales figuras del flamenco y son cantera y cuna de muchos artistas que luego forman parte de las compañías que luego trabajan a nivel mundial y que son un referente no sólo a nivel turístico, sino como generación de nuevos valores dentro del mundo flamenco. Raro es la ciudad del mundo con una población media de 100.000 personas que no tiene una escuela de flamenco, un tablao, un centro cultural vinculado al flamenco. Puedes encontrarlas en Moscú, México, Brasil, Miami...

—¿Esos tablaos han promocionado más el flamenco que el Centro Andaluz del Flamenco, que tuvo durante tres años un director fantasma cobrando 2.000 euros al mes?

—En esos temas no me gusta entrar pero quiero hacer hincapié en el trabajo tan importante que hace el Instituto Andaluz del Flamenco en la promoción y la difusión del flamenco, que es el mismo objetivo que tiene la Bienal.

—José Mercé, que clausurará el festival, ha dicho basta a las «fusiones» y «confusiones». ¿Se ha experimentado demasiado con el flamenco en la Bienal hasta el punto de que el flamenco se ha desdibujado en ocasiones en esta cita jonda?

—No, en absoluto. El flamenco es un movimiento escénico y cultural vivo. Los flamencos y los artistas respetan la base y esencia del flamenco y creo que será positivo si sobre esa esencia hay una evolución y unos puntos de encuentro con otras disciplinas artísticas.

—Pues Matilde Coral ha llegado a decir que «con el vanguardismo se cachondean del flamenco». ¿Debe volver la Bienal al flamenco más clásico y puro?

—Respeto la opinión de Matilde pero mi punto de vista es totalmente diferente. En la Bienal está presente el flamenco más clásico y puro, y está el flamenco que tiene que fusionarse con otras disciplinas porque durante 25 días podemos ver ese escaparate de lo que se está generando en los procesos creativos dentro del flamenco.

—El presupuesto de la Bienal es de 1,6 millones, de los que 950.000 euros los pone el Ayuntamiento. Eso es menos dinero de lo que el Ayuntamiento da cada año al Festival de Cine.

—El Festival de Cine tiene el presupuesto que tiene que tener. ¿Qué si sería mejor que la Bienal tuviera más presupuesto? Pues sería positivo pero estoy muy contento con el presupuesto que tengo. Los resultados serán muy exitosos.

—¿Cuántas entradas ha vendido la XIX Bienal con antelación?

—Unas 22.000 entradas, lo que supone el 75% de las que se han puesto a la venta. El 40% de las ventas corresponden a extranjeros, lo que supone algo más que en 2014. Tenemos ya un público fidelizado, como el japonés, centroeuropeo... y se incorporan nuevos mercados como Rusia, Canadá, Estados Unidos... Vienen personas de Australia, Filipinas o Suráfrica. Es impresionante el impacto que la Bienal tiene a nivel internacional.

—Antes los artistas se financiaban con la taquilla. ¿Debemos volver a ese modelo?

—No, lo que hay que buscar en la colaboración pública-privada para que ambas vayan de la mano. Debemos hacer una cultura a la que pueda acceder todo el mundo y si eso se logra a través de las subvenciones, pues mejor que mejor.

—Para usted, el flamenco ideal debería tener la voz de ...

—Uff, eso es complicado y más como director de la Bienal porque para mí cualquier artista que se suba a  un escenario merece un respeto. Pero juguemos. Diría que la voz de Enrique Morente.

—Las manos de...

—Israel Galván.

—Las piernas de...

—Farruco.

—y el toque de...

—Paco de Lucía. El flamenco ideal sería una mescolanza entre el lenguaje contemporáneo de Galván, la voz rompedora de Enrique Morente, la tradición de Farruco y ese genio que abrió la puerta a muchos flamencos como es Paco de lucía... Ese elenco me hubiera gustado tenerlo en un espectáculo de la Bienal.

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