Tribunales

El violador del parque de Sevilla se enfrenta a la prisión permanente por «su sadismo extremo»

La fiscal mantiene su petición de pena máxima para Francisco Morillo al que acusa de un «brutal asesinato»

La defensa sorprende con un informe final en el que llega a responsabilizar a la víctima de su muerte: «Ella lo provocó»

Juicio al violador y asesino del parque de Maria Luisa Rocío Ruz

SILVIA TUBIO

Última sesión de un juicio que no ha dejado impasible a nadie de los que han asistido como público o para hacer la crónica del enjuiciamiento de Francisco Morillo, el presunto violador del Parque de María Luisa. Las partes han dado a conocer sus informes finales en los que la Fiscalía ha mantenido la petición de prisión permanente revisable para el acusado, de 46 años. Este sevillano puede convertirse en el primer encausado al que la Audiencia sevillana le impone esta pena, incluida en el Código Penal desde la reforma de 2015.

Por su parte, la defensa no ha modificado su pretensión de obtener la absolución aunque solicitando una pena alternativa , en caso de condena, de homicidio imprudente con la aplicación de la circunstancia atenuante de embriaguez.

La acusación particular, que defiende los intereses de la familia de la víctima, una joven de 31 años que se llamaba Sara, sí ha introducido una novedad con respecto a su escrito inicial de calificación. El letrado Alberto Lag ha pedido, además de la prisión permanente por el delito de asesinato, otras dos condenas de quince años cada una por sendos delitos de agresión sexual . Esa parte considera que Francisco violó dos veces a Sara. Sólo en este punto hay discrepancia con respecto a la fiscal que considera que los hechos se engloban en un mismo delito sexual para el que el Ministerio Público pide otros quince años.

La abandonó a su suerte

La fiscal Eva Mas ha sido muy contundente en su exposición final, que arrancó con varias afirmaciones demoledoras como que la víctima fue «violada y brutalmente asesinada» y que el acusado, tras satisfacer sus instintos «más sádicos», «la abandonó a su suerte». Hay que recordar que los forenses determinaron en el juicio que la joven falleció tras desangrarse al menos durante tres horas . Un final agónico que pudo sentir a pesar de la ingesta de medicamentos que le dejaron en estado de somnolencia pero no le atenuaron el dolor.

Los hechos ocurrieron la noche del 23 de febrero del año pasado en el Parque de María Luisa. Hasta allí se desplazó el acusado en busca de sexo. Algo que ha ratificado en el juicio un transexual a quien Francisco propuso tener relaciones. Este testigo definió al acusado como un habitual de las zonas del recinto donde se producen encuentros sexuales. Allí, sostiene la fiscal, «vio el cielo abierto» al encontrarse a Sara sola , en estado de somnolencia y de noche. Define su conducta como la del «mirón de parejas» y al comprobar que la víctima estaba desvalida, dio rienda suelta «a sus instintos más básicos», cometiendo un «acto de sadismo extremo».

La agresión sexual incluyó penetración vaginal y anal con un objeto romo, el cual le provocó unas «terribles hemorragias internas» a la víctima, que no pudo defenderse porque Francisco «la manejaba como una muñeca de trapo», relataba con crudeza la fiscal . Una comparación que ya hicieron los peritos para determinar el nivel de indefensión de Sara.

En esta zona del parque Sara fue violada ABC

Las acusaciones han subrayado en sus intervenciones que Francisco dejó a la víctima con vida y ésta murió horas después desangrada en un banco del parque sin posibilidad de que nadie pudiera ayudarla porque el recinto ya había cerrado. «Un plus de crueldad» en el comportamiento del acusado , según el abogado de la familia, quien se lamentaba que Sara pudo haber sobrevivido si hubiera recibido atención sanitaria a tiempo.

La sorprendente estrategia de la defensa

Los rostros de asombro han sido visibles en la sala durante la intervención de la defensa, que ha llegado a responsabilizar a Sara de «cooperar en su propia muerte»: «Ella lo provocó» . El letrado mantuvo que la intención de la joven era suicidarse y que la causa de la muerte fue la ingesta de medicamentos, «que aceleraron el proceso de sangrado». Negaba así la conclusión de los forenses que determinaron que la causa fue un shock hemorrágico por la pérdida masiva de sangre derivada de las lesiones internas.

También descartaba que esas heridas las hubiera provocado un objeto externo: «¿un objeto romo? ¿dónde está ese objeto? Mi representado y así lo ha admitido pudo introducirle los dedos y las manos». Una teoría que también había sido rechazada por los médicos dado el alcance de las lesiones «jamás vistas antes» , llegó a decir en el juicio el jefe de la investigación policial.

Por momentos los argumentos de la defensa se volvieron contradictorios. Por un lado sostenía que la víctima había muerto por la intervención de una tercera persona que llegó hasta la joven después de que ésta mantuviera relaciones sexuales consentidas con Francisco. Pero por otro, defendía que la muerte de la joven «no era un acto perseguido» por su cliente, que en cualquier caso «si se extralimitó» habría cometido un homicidio imprudente fruto del consumo de alcohol.

Sobre la indefensión de la víctima, la versión que promueve la defensa es que Sara quiso suicidarse porque estaba marcada porque su padre lo había intentado años atrás (algo que negó el aludido). Pero se tomó las pastillas después de tener sexo consentido con Francisco y «se dejó morir». «Ella se puso en peligro y colaboró eficientemente en el resultado final» . Las miradas atónitas se cruzaron en la sala cuando el abogado culpó a la joven de no haber pedido ayuda y de haber tomado los fármacos para desinhibirse a pesar de que según su propia versión los ingirió tras el acto sexual.

Para las acusaciones, Francisco es un depredador con una fuerte parafilia por el sexo violento , que ya había puesto en práctica algunas de sus fantasías con su mujer, la cual le había denunciado en varias ocasiones por malos tratos pero en el juicio no quiso declarar en contra suya y trató de protegerlo.

Para la defensa, el acusado «no es un parafílico sino un hombre con una hipersexualidaa marcada». Un amante del sexo a secas.

Para el recuerdo de los asistentes, las caras del tribunal cuando sus integrantes vieron de cerca las fotografías de la autopsia. Poco después el presidente pedía un receso por sentirse indispuesto .

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