Entrevista

Fernández Alejo: «En las cárceles hay un 12 por ciento de fieles a la Iglesia frente al 1 de las parroquias»

Pedro Fernández Alejo, párroco del Polígono de San Pablo y capellan de Sevilla-1, se alegra de que todo el barrio acompañe el Lunes Santo al Jesús Cautivo pero lamenta que «esa euforia desaparezca el martes»

Pedro Fernández Alejo, delante de las imagénes de la hermandad de Jesús Cautivo Raúl Doblado

Jesús Álvarez

Pedro Fernández Alejo (ldeadávila de la Ribera, Salamanca, 1947) es el párroco de la iglesia San Ignacio de Loyola, sede canónica de la hermandad de Nuestro Padre Jesús Cautivo y Rescatado , que sale cada Lunes Santo de este templo situado en el Polígono de San Pablo. No es casualidad, pues, que este sacerdote trinitario sea fundador de la Pastoral Penitenciaria y lleve más de cuarenta años como capellán de prisiones, puesto que continúa ejerciendo actualmente en Sevilla-1. Licenciado en Teología Moral y Criminología , llegó a Sevilla en 2003 y ha recibido hace pocos meses la Medalla de Plata al Mérito Social que otorga el Ministerio del Interior «por la realización de importantes servicios en el ámbito penitenciario, así como por su importante contribución a la mejora de la actividad penitenciaria en cualquiera de sus manifestaciones».

¿Para un capellán de prisiones escuchar es lo más importante?

La escucha activa es lo más importante, mucho más que hablar. Hay que escuchar con paciencia y durante mucho tiempo porque el preso se comunica al principio desde la autojustificación. Yo soy inocente y tal.

Supongo que todos dirán que son inocentes.

Sí, todos son inocentes y víctimas de la sociedad. Todos los capellanes les decimos: «¡Vale, perfecto! Pero sigue hablando». Hace un poco vi a un preso en misa y me dijo que se iba a suicidar. Yo le dije que no tenía cara de suicidarse y que le había visto bajar mucho los ojos en la misa y no mirar de frente. Le dije también que era muy cobarde porque tenia miedo de enfrentarse consigo mismo. Él insistió en que se iba a suicidar y que ya no lo iba a ver en la siguiente misa y yo le dije que el hecho de que me dijera eso era ya un síntoma de valentía. Le pedí que pensara en esa semana que él era mucho más que esa sensación de fracaso que sentía en ese momento.

¿Y qué pasó el sábado siguiente?

Que lo vi en misa. Le pregunté si seguía teniendo la idea de ahorcarse y me dijo que ya no.

¿Hablar es a veces mejor que un antidepresivo?

Los presos suelen ser poco expresivos con las palabras, pero lo son con los ojos, con lo gestos. Hay que estar atentos y escucharles mucho, no sólo sus palabras sino también sus silencios. Incluso cuando les das la paz y te dan las gracias.

«Un preso me dijo un día tras la misa que se iba a suicidar y que ya no lo vería la semana siguiente. Le pedí que pensara en que él era mucho más que esa sensación de fracaso que sentía en ese momento»

¿En la cárcel se hacen muchos católicos?

Podríamos decir que la cárcel funciona como una parroquia, incluso mejor una parroquia, con todos mis respetos. Durante la semana organizamos las catequesis de iniciación cristiana. En la cárcel tenemos entre un 12 y un 15 por ciento de asistencia a misa. En las parroquias no llegamos al 1 por ciento y en algunas menos del 1. El 90 por ciento de los presos tiene muchas carencias en formación religiosa. Algunos habrán hecho la primera comunión y ésa fue seguramente la primera y la última; otros muchos ni siquiera están ni bautizados. La cárcel es la evangelización pura y dura. Son espacios de desierto que tenemos que convertir en un espacio de luz donde el preso se replantee su vida.

¿Los presos escuchan más a los curas que el resto de las personas?

Sí. Porque ellos sienten que somos una ventana abierta a la esperanza. Somos esas personas que les aguantan cuando están diciendo mentiras. Cuando mienten, les estamos escuchando. Y les seguimos acompañando hasta que dejan de mentir y empiezan a comunicarse desde la pureza de su interior.

Decía que sólo el 1 por ciento de la gente del barrio va a misa o realiza actividades parroquiales. Sin embargo, la hermandad del Cautivo congrega a todo el barrio tras ella.

Eso es cierto pero esa euforia dura las dos semanas previas y el día grande, que es el Lunes Santo. El martes ya se ha acabado. Hay mucha pobreza religiosa, cada vez más.

No podemos seguir con una Iglesia sacramentalizada en bodas, bautizos y comuniones. Nos fuimos por las ramas en vez de inyectar el Evangelio de Jesús»

¿Qué parte de responsabilidad tiene la Iglesia Católica, en su opinión?

Creo que nos hemos distraído con otras cosas y no hemos sido capaces de inyectar el Evangelio de Jesús en la gente, que es lo importante. Nos vamos por las ramas y hay que reconocerlo. Creo que no podemos seguir con una Iglesia sacramentalizada. Nos hemos ido a los bautizos, primeras comuniones y bodas. Que, por cierto, están disminuyendo, sobre todo, los bautizos; menos las primeras comuniones pero más por el acto social que supone que por la parte religiosa. Muchos padres no vienen a las reuniones cuando sus hijos van a hacer la primera comunión. Con las bodas pasa igual, de modo que no garantizan ni mucho menos un matrimonio cristiano. Hay una cultura de la banalidad, de la superficialidad, del carpe diem y mucha gente se casa por la Iglesia hasta que el cuerpo aguante. Nos ha comido el terreno una evolución social de vacío existencial, vacío espiritual y de fe. A muchos padres les ha absorbido toda la fuerza del exterior y han perdido la capacidad de transmitir a los hijos los valores.

¿Está de acuerdo con el llamado «pin parental»?

Acabo de decirle cómo veo ahora mismo la educación familiar en muchos casos; pero que venga una ministra de Educación a decir que los padres no son de los hijos sino del Estado me parece una atrocidad antropológica y ahí tenemos lo que ha pasado con la educación y el nacionalismo en Cataluña y el País Vasco.

En Andalucía ha sido diferente.

Sí, aquí no se ha educado a los niños en ese direccionismo político pero sí en un vacío de valores morales, éticos y religiosos, es decir, en n gran vacío existencial. Eso lo vemos en todos los manuales escolares. El Gobierno de turno quiere imponer sus valores a los demás, como hizo el comunismo en su día. Los profesores deben ser transmisores de la libertad y de una ética digna y limpia para formar personas íntegras. Yo creo, no obstante, que los padres son los principales responsables de la educación de los hijos.

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