La Feria de Sevilla ha cambiado de estética y de ubicación, pero jamás de fecha
Con esta medida se cumple, en realidad, una tradición de Alfonso X más antigua que la propia Feria
Aunque pueda parecerlo, el aplazamiento de la Feria de Abril de Sevilla al mes de septiembre no es una medida revolucionaria . Todo lo contrario. Supone retomar una tradición ya perdida y que está en el propio origen de esta fiesta . Cuando los empresarios Narciso Bonaplata y José María Ybarra, un catalán y un vasco, solicitaron permiso a la Corona para celebrar la Feria, en realidad reclamaron dos licencias, una para abril y otra para septiembre. Pero por razones económicas tuvieron que llevar a cabo sólo una de las dos y escogieron la primavera. Lo que hicieron no fue un invento de ellos. Sólo pidieron recuperar las ferias de Sevilla que había fundado Alfonso X el Sabio en 1254 , poco después de la reconquista de la ciudad por su padre, Fernando III el Santo. Concretamente, el Rey Sabio otorgó un permiso a los comerciantes de la época para celebrar dos ferias al año, una en primavera y otra al comienzo del otoño . Pero con el tiempo esta actividad se perdió, hasta que en 1846 dos concejales del Ayuntamiento de Sevilla volvieron a solicitar el permiso real, en este caso a la reina Isabel II. Se trataba del empresario textil catalán Narciso Bonaplata y Curiol y del naviero vasco, también dedicado a la actividad agroalimentaria, José María Ybarra Gutiérrez de Caviedes . Ambos conocían bien la historia y dieron el paso al frente. La reina los apoyó y les dió el permiso para los dos ferias, pero ellos eligieron la de abril con la idea de dejar la de septiembre para más adelante, en cuanto hubiera recursos para ello.
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Isabel II aprobó como días feriales el 18, 19 y 20 de abril para no coincidir con la feria de Mairena del Alcor, la más antigua. Y la celebración se aprobó por el Ayuntamiento el día 18 de septiembre de 1846. Ese día se decidió que se llevaría a cabo en el Prado de San Sebastián con 19 casetas . El éxito fue tal que, según recogen las actas municipales de entonces, los organizadores de la venta de ganado tuvieron que pedirle al Ayuntamiento mayor presencia de agentes de la autoridad porque «los sevillanos y sevillanas, con sus cantes y bailes, dificultaban la realización de los tratos». Es decir, desde sus primeros días, aquel evento comercial se convirtió en una fiesta principal . Y desde entonces se ha celebrado siempre en abril, aunque se cambiaron las fechas para que nunca coincidiera con la Semana Santa, de manera consecutiva. Sin faltar un solo año, incluidos los de la Segunda República, cuando no hubo cofradías, salvo la Estrella en 1932. Es decir, la Feria nunca ha faltado a su cita con el mes de abril , aunque el año pasado, al caer tan alto el Jueves Santo, se celebró íntegramente en mayo por primera vez en la historia. Eso sí, siempre en primavera.
Una fiesta cambiante
Curiosamente, este acontecimiento ha sufrido cambios mucho más revolucionarios en su esencia que el aplazamiento al mes de septiembre. Además de los citados días, que dejaron de ser siempre del 18 al 20 de abril, la Feria se trasladó del Prado a Los Remedios en 1973. Y también ha sufrido cambios estéticos muy considerables. De hecho, cuando Ybarra y Bonaplata la fundaron en 1847 no había ninguna estructura que indicara la entrada. Aquella feria del ganado con tenderetes y despachos de vino se mantuvo así, sin portada, hasta 1896, el año en que el ingeniero Dionisio Pérez Tobía construyó una pasarela peatonal para comunicar la calle San Fernando con el erial del Prado de San Sebastián. Aquella estructura metálica se inauguró el 18 de abril de aquel año, justo para la Feria. E inmediatamente los sevillanos se la tomaron como una puerta de acceso al real. La adornaron con 798 luces de gas y un arco voltaico y fundaron una costumbre que hasta entonces no existía en torno a aquellos hierros que pesaban 81.297 kilos. Eran tiempos de constantes cambios en el real. De los 15 puestos de buñuelos, 34 de turrones y 93 para tabernas que recibieron licencia municipal en 1850 se pasó en apenas tres décadas a un amplísimo recinto con decoraciones de todo tipo. Los farolillos de papel , por ejemplo, se habían puesto en 1877 con motivo de la visita de la reina Isabel II. Pero los exornos aún no estaban decididos. Hasta que los hermanos Álvarez Quintero dieron a su caseta «Los Perros» aspecto de cortijo y después el pintor Gustavo Bacarissas unificó la estética de las pañoletas de las casetas en 1919, en la Feria se habían alternado globos de cristal, exornos orientales... Su espíritu cambiante, por tanto, está en su idiosincrasia. Y tal vez por eso el único traje regional de España que tiene modas es el de flamenca.
Sin embargo, nunca había dejado de celebrarse en primavera a lo largo de sus 173 años de historia. Ningún avatar desde entonces ha podido tanto como el coronavirus.