La Feria a cuadros

La pintura costumbrista de mediados del siglo XIX y principios del siglo XX encontró en la Feria de Abril un filón inagotable

«Baile en una caseta de Feria», de Manuel Cabral Bejarano ABC

Javier Rubio

La fiesta de la primavera sevillana se convirtió en un motivo que ofrecía todo lo que el artista podía imaginar: tipismos exóticos, costumbres singulares, colorido y una plasticidad insuperables. No es de extrañar que la Feria de Abril , con sus personajes, sus bailes, sus caballerías y su folclore, se convirtiera en pocos años en un motivo evidente para la inspiración de los artistas tanto sevillanos como de fuera, que llegaron atraídos por una fiesta deslumbrante de la que aspiraban a captar sus destellos.

Probablemente, sea la fiesta más retratada si, a los cuadros de pintura, añadimos la catarata de fotografías cuando esta técnica hizo irrupción en el mundo del arte. En muchos casos, los pintores ni siquiera tomaron apuntes del natural, sino que se dejaron llevar por una evocación de esa visión de la fiesta que retenían en sus retinas en la soledad del estudio. Sea como fuere, el resultado es una amplísima colección que podemos recorrer, sin ánimo de exhaustividad, sin salir del museo de Bellas Artes de Sevilla (www.museosdeandalucia.es/web/museodebellasartesdesevilla).

La página web de la pinacoteca hispalense ha seleccionado media docena de estas obras artísticas que explican la especial relación de pintores y grabadores con la Feria de Sevilla. Por trascendencia y por lo temprana que resultó su ejecución en los primeros años de celebración de la que en origen era una feria ganadera, hay que referirse al cuadro de Cabral Bejarano «Baile en una caseta de Feria», óleo sobre lienzo que la Asociación de Amigos del Museo dejó en depósito en 1992. En la página de internet del museo se ofrece información interesante sobre el cuadrito: «Esta obra entra de lleno en la abundante producción que Manuel Cabral Bejarano desarrolló en su primera época, obras de pequeño formato con tipos populares y escenas anecdóticas en las que prima lo costumbrista, folclórico y agradable, de fácil venta como recuerdo turístico».

«Sevilla en fiestas», de Gustavo Bacarisas ABC

Este carácter de espectáculo pintoresco para consumo externo explica la proliferación de grabados y litografías en las que se plasmaba una imagen idealizada de la Feria que encontraba compradores ávidos de ese mundo sugerente y misterioso que los viajeros románticos habían abonado con sus escritos durante el primer tercio del siglo XIX. Así, la página de internet del museo de Bellas Artes nos ofrece tres ejemplos bien interesantes. «Feria de Sevilla» es una litografía de 1853, apenas un lustro después de que la fiesta se creara, lo que da idea de la velocidad a que se propagó el entusiasmo por esa celebración festiva. El dibujo de Louise Teninson y Egron Lundgren «ilustra a la perfección el ambiente de algarabía de la fiesta en la que se entremezclan tipos populares, captados en diversas tareas y actitudes, o mujeres elegantemente ataviadas con niños que pasean entre las especies ganaderas».

En el grabado de 1884 «La Feria de Sevilla en Santa Justa» se ofrece una visión de «uno de los bancales que se destinaban al pastoreo y estancia de las reses durante los días festivos. Gran parte del ganado se guardaba en el Prado de Santa Justa (donde hoy radica la estación de ferrocarril), donde se levantaron casetas a modo de tiendas con sencillas estructuras y lonas para refrescar a los ganaderos». El patio de las buñoleras también está representado en «Buñoleras», de 1886, una xilografía para el mercado alemán que muestra a las gitanas trajinando con los peroles donde fríen los buñuelos mientras una piara de gorrinos hoza en primer plano.

Pero acaso la obra más significativa que atesora el museo de Bellas Artes sobre la Feria de Abril sea el óleo «Sevilla en fiestas» de Gustavo Bacarisas . El pintor de origen gibraltareño es, en gran parte, artífice de la Feria tal como hoy la conocemos puesto que las pañoletas es creación suya. En el lienzo, «Bacarisas presenta probablemente la mejor versión moderna y la más universal de la feria sevillana, a la vez que supone un canto a la belleza y la gracia de la mujer andaluza. Capta la atención el foco colorista del centro que destaca la majestuosidad de las tres mujeres ataviadas con vaporosos trajes de faralaes, mantillas y abanicos. En cambio, difumina los laterales, en los que de manera abocetada y en penumbra, pueden distinguirse una serie de personajes populares».

Más información: web del Museo de Bellas Artes de Sevilla: www.museosdeandalucia.es/web/museodebellasartesdesevilla/actualidad/-/asset_publisher/PRW5QMnQDhn2/content/un-paseo-por-la-feria-de-abril

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