CALLEJERO

La familia del piloto que perdió la calle por la de Paco Gandía reivindica su memoria

Sebastián Recasens fue fusilado en 1936 tras ser derribado el avión con el que distribuía octavillas del bando franquista

El piloto Sebastián Recasens junto a su padre en una imagen de archivo ABC

M.P.G.

Familiares de Sebastián Recasens Méndez-Queipo de Llano han realizado un llamamiento para reivindicar la figura y la memoria de este sevillano que murió torturado y fusilado a los 21 años de edad, tan sólo diez días después del alzamiento nacional del 18 de julio de 1936.

Esta llamada se produce después de que se haya conocido la decisión de sustituir su nombre del nomenclátor de Sevilla por el del humorista Paco Gandía , a raíz de su eliminación del callejero aprobada en Pleno municipal de 2015 en aplicación de la Ley de Memoria Histórica.

Sin ánimo de entrar en controversia con tal propuesta, la familia sólo pretende que se respete la memoria de un joven que, pese a haber estado relacionado en su tiempo con el bando nacional, no llegó a participar en ninguna acción bélica ni bombardeo durante la contienda.

Soltero y a punto de acabar la carrera de Medicina con un brillante expediente de matrícula de honor, Sebastián Recasens fue el mayor de seis hermanos de una conocida familia sevillana, cuyo padre, Luis Recasens , e ra catedrático de Medicina de la Universidad de Sevilla y enamorado de la aviación, afición que transmitió a su hijo hasta tal punto que la avioneta modelo «Moth EC-HAA» en la que éste voló por última vez era de su propiedad.

El 28 de julio de 1936, y acompañado por Tomás Murube Turmo, tomó parte, como piloto civil del Real Aero Club, en tareas de reconocimiento y tirada de octavillas en los pueblos aún ocupados por el Frente Popular.

Según narra Nicolás Salas en su libro «Morir en Sevilla» , el aparato de Murube y Recasens volaba muy bajo «para asegurar que las octavillas cayeran en las calles de La Roda de Andalucía . Tan bajo, —relata—, que fue fácil blanco para varios milicianos que disparaban con fusiles. Con el depósito de gasolina acribillado, tomaron tierra cerca de un cortijo.

Camuflaron el avión y se escondieron, pero los guardas del cortijo los denunciaron a una patrulla de búsqued a. En las tapias del cementerio, abrazados y dando vivas a España, fueron fusilados . Ese mismo día 28 de julio, por la tarde, entraron las tropas del general Queipo de Llano . Al día siguiente, —concluye—, Joselito el Algabeño desenterró los dos cadáveres y los trasladó a Sevilla».

Según puntualizan los familiares de Sebastián Recasens, ni fue piloto militar ni estuvo al frente de aviones de combate durante la Guerra Civil española.

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