Una familia italiana vive desde hace siete meses en Sevilla en un barco en el Guadalquivir

Hace cuatro años los Salati decidieron venderlo todo en Milán para partir a buscar «otra experiencia de vida»

La familia Salati a bordo del «Sweet Compensation» en el pantalán del Club Náutico de Sevilla P. Y.

PEDRO YBARRA

Hace ya más de cuatro años desde que el osteópata y fisioterapeuta italiano Gianluca Salati decidió vender todo lo que tenía en Milán para dejar por un tiempo una vida estresante de 12 horas de trabajo y poder de una vez por todas «ver crecer a mis hijos» .

Para ello, en una decisión compartida con su mujer, la esteticista Ilaria Arnaboldi , compraron un barco mayor y embarcaron rumbo a La Spezia con sus dos hijos, Federico (7) y Ludovica (9), y Nemo , un perro de la raza Shih Tzu que les acompaña desde hace 11 años.

Después de pasar por La Spezia, Grecia, Sicilia, Catania, Cerdeña, Baleares e Ibiza , desde septiembre se encuentran en Sevilla . En concreto al pantalán del Club Náutico , lugar en el que se encuentran desde hace siete meses para continuar la aventura en barco que comenzó en 2013, después de dejarlo todo para buscar «otra experiencia de vida» .

A Sevilla llegan desde el Puerto de Santa Eulalia de Ibiza porque tienen amigos «que nos hablaron muy bien de Sevilla y por eso nos quedamos aquí». Llegaron a Sevilla por primera vez a principio de septiembre «para quedarse un curso completo de los niños, escolarizados en un colegio cercano».

Cuarenta y cinco grados

«Cuando llegamos a Sevilla hacía 45 grados. Hemos sufrido un poco pero sabemos cómo es esta experiencia». También afirman sonriendo que « cuando llegamos nos dijeron que aquí no llovía y este año ha llovido un montón», con la incomodidad que supone al vivir en una embarcación.

Gianluca Salati y su hija Ludovica a bordo del «Sweet Compensation» P. Y.

La familia Salati navega en el «Sweet Compensation» , un Hallber Rassy 38 sueco de 37 años de antiguedad. «Ya éramos aficionados a los barcos, pero al principio teníamos uno de siete metros de eslora y el actual tiene doce metros ». Se trata de un barco ecológico, dotado de paneles solares y generador eólico. «De momento está conectado también a la corriente eléctrica, pero solamente en invierno para combatir el frío y la humedad del río».

«La seguridad en el mar, lo más importante»

Se trata de un barco construido para cruzar el océano porque es muy resistente, «de hecho al venir aquí nos hemos topado con alguna tormenta pero la hemos pasado bien, la seguridad en el mar es lo más importante». El «Sweet Compensation» tiene unos 35 metros cuadrados , ocho camas, una cabina en popa, otra en proa y dos camas más en el salón «muy distinto de los doscientos metros cuadrados que tenía el piso de Milán».

El atraque en Sevilla es su primera experiencia en un río y «echamos mucho de menos el mar, la pesca, las olas, salir con el barco un fin de semana. Como aquí es muy complicado poder salir a navegar un fin de semana, a veces hemos alquilado un coche para conocer localidades cercanas, o incluso la Sierra de Huelva».

Aunque llevan en la capital siete meses, apenas conocen a tres o cuatro personas que también realizan una experiencia parecida a la suya en un barco en Sevilla, pero la realidad es que antes de venir no conocían a ningún sevillano. «El verano pasado estuvimos un mes en Ayamonte, Portimao, Lagos... llegamos al Cabo de San Vicente y regresamos». «Este verano volveremos a Ibiza para pasar las vacaciones y después no sabemos lo que pasará, ya que esta experiencia de vida se vive día a día ».

«En Sevilla no encontramos trabajo»

Un problema con el que se han tenido que enfrentar en Sevilla y que no han tenido en puertos anteriores, es que con sus curriculos « nos está costando mucho encontrar un trabajo ».

Gianluca también es aficionado a la fotografía e intenta vender sus fotos. En estos momentos, mientras encuentra trabajo o no, expone una muestra fotográfica con su experiencia en el bar White en el Centro de la ciudad. También ha realizado exposiciones en las instalaciones del Club Náutico. Aprovechan para dedicarse a realizar labores de mantenimiento como lijar la cubierta, tareas que son necesarias para que el barco se encuentre en excelentes condiciones para la navegación.

«Hasta ahora en cada sitio que hemos llevado el curriculum me han contratado al día siguiente para trabajar, pero aquí por primera vez no hemos encontrado nada y vivimos de lo que tenemos ahorrado».

Al mercado de Triana, en zódiac

El barco se encuentra atracado en el pantalán del Club Náutico de Sevilla P. Y.

El día a día discurre con absoluta normalidad. Tras llevar a los niños al colegio en bicicleta, van a los alrededores de la Catedral para desayunar. «Nos encanta dar un paseo con la cámara de fotos por el barrio de Santa Cruz o el Alcázar por si encuentro algo para fotografiar. Ahora estoy esperando la Semana Santa y la Feria para buscar buenas fotografías», dice Gianluca. «Estamos deseando que lleguen estas dos fiestas, porque no hemos vivido nunca aquí», contesta Ilaria.

Para trasladarse en los lugares en los que residen los cuatro utilizan bicicletas, o una zódiac. «La compra la hacemos en el mercado de Triana, normalmente vamos a comprar en zódiac, siempre que el tiempo lo permite».

«Llegamos a Sevilla porque es una ciudad a la que se puede venir para cruzar el Estrecho de Gibraltar y llegar al Oceáno Atlántico . Sevilla es una ciudad con mucha historia». Al haber esclusa y puente «es muy diferente que un puerto de mar. Cuesta un poco acostumbrarse porque no puedes salir los fines de semana a navegar».

Puede ser un sitio para echar el ancla definitiva , pero a nosotros nos gusta navegar. «Si encontramos un trabajo podríamos quedarnos dos o tres años, pero nadie ha contestado a nuestras solicitudes». En Sevilla tenemos amigos y mucha facilidad de conversación con la gente que encontramos por la calle. También se puede seguir la aventura de la familia Salati a través de la web www.healthandsail.com

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