Experiencia paranormal: hablando con «la otra vida»

La experiencia de un hijo con su difunto padre, el mismo día del entierro del mismo

José Manuel García Bautista

«Mirando al cielo en este día gris recuerdo ese día como si fuese ayer mismo», así comienza su relato José, hombre de unos 40 años, piel blanca y pelo cano, marcado por una experiencia que jamás podrá olvidar .

« Recuerdo el día que enterramos a mi padre , el primero de diciembre. El olor a leña, todos nuestros familiares pasando ante nosotros dándonos el pésame. Ya se sabe en los pueblos», cuenta José. Y es que en pequeñas sociedades, como núcleos poblaciones rurales, casi todo el mundo se conoce.

Todo esto sucedía en torno a la iglesia que se alzaba como una gran catedral llena de lágrimas negras , llena de palomas inmóviles que esperaban inmóviles en los dinteles de las diferentes ventanas. Un día gris para morir.

«Mi padre no era un hombre de tecnologías, le dimos un móvil para tenerlo controlado debido a sus problemas de salud» - recuerda el testigo - « al ir hacia el cementerio no paraban de llamarme a mi móvil, pero no le eche cuenta alguna . Una vez llegamos al nicho donde íbamos a enterrarlo, mi madre casi desmayándose en su féretro, dio un grito desgarrador llamando a mi padre. Fue una imagen que nos llenó de angustia y con un nudo en la garganta». Mientras tanto, el teléfono móvil de José no dejaba de vibrar en su bolsillo comenzando a ser en una molestia.

Su hermano se acercó, sintió el sonido del zumbador y le preguntó: «¿Quién te llama?», entonces José se vio obligado a echar mano del bolsillo, coger el móvil y mirar quién llamaba: «¡Era mi padre!». Alterado y nervioso , revivía «¿Cómo era posible? Mi padre estaba muerto y lo estábamos enterrando. Le colgué. Pero insistió. Lo cogí y...»

José reprodujo la 'conversación' entre él y su difunto padre:

- ¿Si? ¿Dígame?

- José, sácame de aquí.

El protagonista de esta historia recuerda emocionado que, efectivamente, era la voz de su padre . «Al principio no reaccione y pensé que era una broma pesada», entonces la voz reincidió:

-Sácame de aquí.

El testigo se volvió hacia el ataúd y pidió que lo abrieran ante el estupor de sus familiares , pensando que le había dado un ataque de locura, tras abrirlo todos pudieron comprobar la triste realidad: el cadáver de su padre.

Sin embargo, José no pasó por alto un detalle: «en sus manos tenía algo, con disimulo lo tapé y cogí. Era su móvil. Desde entonces no me separo de él».

¿Qué sucedió aquel día? ¿Fue una llamada del más allá? Quién sabe. La tecnología da este tipo de sorpresas y aún se mantienen en el recuerdo aquellas psicofonías que decían: «Furcia, furcia, furcia» o «Ayer que me levanté y cuando me levanté...» Grabadas en un contestador, ¿quién sabe? Igual estamos más cerca del contacto de lo que creemos.

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