ESTIGMAS DEL ENFERMO MENTAL

«Estuve aislada y hasta perdí el habla. Ahora soy feliz, me levanto con ganas»

La vida de Amparo Garrudo, de 46 años, diagnosticada de esquizofrenia paranoide, está recuperando la normalidad gracias al trabajo de Faisem y a una correcta medicación

Amparo Garrudo JESÚS SPÍNOLA

C. AGUILAR

Si conoce a Amparo, sin ojear su historial clínico, pensaría que está ante una persona tímida que, como a tantas otras, simplemente le cuesta más trabajo expresar sus emociones. Sin abandonar su dulce tono de voz, Amparo, de 46 años y vecina de Nervión , relata que a los once años, su vida cambió radicalmente. « El paso de niña a mujer no lo asimilé . Me sentía triste y todo me afectaba mucho. A los 15 me diagnosticaron anorexia nerviosa y con 17 visité por primera vez la consulta de un psiquiatra privado. Me puso un tratamiento muy fuerte. Estuve muy mal, aislada y hasta perdí el habla».

Amparo siempre ha sido una persona de complexión fuerte y toda su obsesión era estar delgada. «Me veía gordita y mis compañeros del colegio me lo recordaban continuamente», y explica, «me encontraba tan mal que pensaba que todos estaban en mi contra. Desde pequeña he tenido siempre la sensación de que la gente se ríe de mí ». Sus padres y hermanos la sobreprotegían, algo que no ayudó a su recuperación. Empezó a trabajar en el negocio familiar, donde estuvo 25 años. Un periodo, recuerda Amparo, «en el que me sentía útil. El trabajo reconforta a todo el mundo y cuando estás enfermo mucho más. Te sientes mejor».

Sin embargo, durante ese tiempo, a causa de la falta de tino en la medicación para la esquizofrenia paranoide que padece, fue ingresada hasta en tres ocasiones en distintos hospitales de Navarra y Murcia . «Durante los ingresos no era consciente de lo que me pasaba. Dormía muchísimo por las pastillas y cuando despertaba, no paraba de llorar». Pero su vida volvió a dar un giro de 180 grados hace seis años, según cuenta Clara Quesada , coordinadora de soporte diurno en Faisem.

«Amparo acudió a la Seguridad Social , le pusieron un tratamiento que está funcionando y la derivaron al programa de terapia ocupacional . Ella había estado aislada en casa mucho tiempo y al principio le costaba mucho relacionarse. Ahora participa de lunes a viernes por las mañanas en los distintos talleres y, entre las mujeres que acuden al centro, han hecho un grupo de amigas que también se ven por las tardes. Su vida se está normalizando poco a poco ». «Ahora soy feliz, me levanto con ganas -cuenta Amparo-. Mis miedos no han desaparecido, pero los sobrellevo mejor».

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación