ENTREVISTA

«Empecé a salir de costalero en el Museo con 14 años y acabé de hermano mayor»

El empresario Javier Sobrino destaca la gran labor social de las hermandades: «Hay gente que ve por los ojos de la cofradía pero yo prefiero que se vea por los de la hermandad»

Javier Sobrino en su tienda Juan Flores

Jesús Álvarez

Javier Sobrino (Sevilla, 1963) es el último gran camisero de Sevilla y uno de los pocos de España capaces de hacer cien por cien a mano la prensa masculina por excelencia. Este sevillano del Museo lleva más de tres décadas en un negocio, el de la ropa a medida, del que el «low cost» apenas ha dejado supervivientes en la capital andaluza . Toreros, aristócratas, artistas, cantantes, chefs televisivos y empresarios de distintos lugares del país figuran entre sus clientes, pero no sólo ellos. También visitan su tienda personas con un poder adquisitivo limitado que buscan trajes y camisas les queden como un guante. Sobrino tiene clientes, contra lo que pudiera pensarse, en todas las clases sociales. Fue hermano mayor del Museo.

Debe de ser un gran cofrade.

No, aunque mucha gente piense que lo soy. Ni lo soy ni lo he sido nunca. Yo soy del Museo y en 2008 se dieron las circunstancias para que me eligieran hermano mayor . Me sentí muy honrado y agradecido y estuve los tres años, pero tenía claro que no iba a repetir. Fue una satisfacción personal y también creo que lo hice por mi padre, que fue teniente de la hermandad.

Pero siempre está ahí, por si hace falta. ¿No?

Desde entonces estoy a disposición de mi hermandad y, lo que me pida, lo haré. Tengo buenos amigos que eran hermanos mayores en esa época. He sacado muchos amigos, pero no soy cofrade al uso. Trabajo mucho y no tengo mucho tiempo, aunque me gusta mucho la Semana Santa de Sevilla.

Salió de costalero durante mucho tiempo en el Museo.

Ahora salgo de nazareno pero fui durante treinta y cuatro años costalero de la Virgen de las Aguas . Hasta tres años antes de ser hermano mayor, estuve debajo del paso.

¿A qué edad salió por primera vez?

Con 14 años. Fue el año que dio el pregón mi tío Manolo Toro. Año 1979.

Ahora no podría salir de costalero hasta los 18.

En aquella época no había nada de eso ni controles médicos. S e hacían barbaridades, miradas desde el punto de vista actual. Recuerdo que a los 10 años de salir por primera vez me dieron una medallita. Y mi madre no se acordaba entonces de lo joven que había empezado a salir de costalero.

¿Había muchos menores?

No éramos muchos, pero en el Museo no se concebía que no fueran hermanos los que sacaran los pasos . Todavía había hermandades en esos años que los sacaban costaleros profesionales.

Le ocurrirían muchas cosas debajo del paso en esos treinta y cuatro años.

Muchas, pero ninguna grave. Por fortuna, lo que ocurre debajo nunca sale fuera. Está bien que todo se quede dentro.

Debajo del paso no hay ideologías ni clases sociales ni ninguna otra diferencia que importe. ¿Es así en todos los ámbitos de las hermandades?

Sí, no hay absolutamente ninguna diferencia. Lo que me gusta de las hermandades es la labor social que hacen a lo largo del año. Yo la viví muy de cerca cuando fui hermano mayor del Museo y, además, traje la crisis conmigo porque fue en 2008. Conocí a muchos hermanos que perdieron su trabajo y se quedaron sin nada y a los que la hermandad, en la medida de sus posibilidades, les ayudó . Yo me quedo con eso. Hay gente que ve por los ojos de la cofradía y a mí me gusta que se vea por los ojos de la hermandad.

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