El Rincón de Gerardo García León
«En las élites astigitanas de la época nos encontramos con ascendientes de Neve y los Bécquer»
Acaba de publicar, junto con Marina Martín Ojeda, una imprescindible actualización archivística del patrimonio astigitano de los siglos XVI y XVI
Gerardo García León y la archivera municipal de Écija, Marina Martín, han estudiado cuarenta mil documento s para seleccionar setecientos ochenta y seis y compactarlos en un CD de mil trescientas páginas. De ahí sale esta magnífica actualización del patrimonio astigitano de los siglos XVI y XVII.
Noticias relacionadas
La conclusión que se saca tras esta criba documental es que Écija actuaba, durante esas centurias, como núcleo artístico secundario, para ubicarse entre los potentes focos sevillanos, granadinos y cordobés . Gerardo García es sevillano, le encanta El Salvador como lugar de encuentro pero prefiere la síntesis patrimonial del Patio de Banderas como rincón favorito. No soporta el calor. Pero a Écija acaba de darle el suyo con una trabajo intelectual muy estimulante.
–Han pasado muchos años desde que nos conociéramos en el Archivo Arzobispal…
En efecto, hablamos del siglo pasado.
No sé si, ya por aquellos años, se quemaba usted las pestañas en buscar documentos sobre el patrimonio astigitano.
Ha sido una constante a lo largo de mi vida. Entonces, investigaba para mi tesis doctoral sobre la platería ecijana y otros temas que darían lugar a trabajos posteriores, que resultaron singulares y apasionantes.
El caso es que, con los años, usted nos sorprende con un libro muy estimulante dedicado al Rollo de Écija.
Así fue, al descubrirse la antigua picota de Écija, que era el lugar donde se daba publicidad al cumplimiento de las sentencias que imponía la justicia para castigar los delitos. Era una columna romana de 6 metros de altura, reutilizada desde 1464 como picota y rematada con un león que sostenía el escudo de la ciudad. Fue demolida durante la Revolución Liberal de 1868.
Desconocía que fuera tan famosa la picota astigitana, que se asoma a la literatura española desde Góngora a Calderón.
Incluso ya en 1528, en la novela «La lozana andaluza», se cita al Rollo de Écija, así como en «El diablo Cojuelo», del ecijano Vélez de Guevara. Este autor se admiraba en 1641 de la cantidad de hombres que colgaban del Rollo, como si fueran frutos de una especie de árbol de piedra.
Pero estamos aquí para hablar de otro libro. Un magnífico trabajo de actualización archivística del patrimonio de Écija, desde el XVI al XVII.
Se trata de una obra científica de edición de fuentes documentales para la Historia del Arte, que ofrece documentos inéditos y muy valiosos, tanto para historiadores y especialistas, como para cualquier persona interesada en conocer cómo era Écija durante ese periodo.
¿En qué fondos y archivos se documenta el libro?
Sobre todo, en el Archivo de Protocolos Notariales de Écija y en los archivos municipales del Marqués de Peñaflor y en los parroquiales de Écija. También en el Archivo General del Arzobispado de Sevilla.
Lo de la carrera de putas, con perdón, de 1572 es magnífico.
Para festejar el nacimiento del príncipe Fernando, hijo de Felipe II, el Ayuntamiento organizó en la Plaza Mayor una singular carrera en la que estuvieron invitadas a participar todas las mujeres que ejercían la prostitución en Écija. El premio fue una pieza de tela de raso de color amarillo.
Las élites vivían con un bienestar casi persa.
Se aportan detalles inéditos de la vida cotidiana de los más poderosos ecijanos y ecijanas de la época, que permiten evaluar la inmensa riqueza de sus patrimonios personales, tanto en bienes raíces, como mobiliario.
Muebles alemanes, encajes holandeses, alfombras de El Cairo... ¿aquellas élites eran nacionales o foráneas?
Sobre todo, eran miembros de la nobleza y las oligarquías locales, de naturaleza terrateniente. Aunque ya a fines del siglo XVI aparecen viviendo en Écija personajes de origen flamenco, vinculados al comercio lanar.
En ese sentido, creo que se encuentran ustedes en las investigaciones con familiares de Justino de Neve y de los Bécquer.
En concreto, los Jácome, Lamberto, Bécquer y van der Linden.
¿Las élites astigitanas eran agrícolas o ganaderas?
Fundamentalmente, agrícolas, aunque también basaban buena parte de su riqueza en la ganadería y en algunas actividades comerciales y mercantiles.
No sabía que la lana diera para tanto.
La lana que se producía y lavaba en Écija, junto con la cordobesa, se encontraba entre las mejores que se podían exportar a las Indias.
Pero el dinero no siempre estaba bien repartido. Ustedes se encuentran con la crítica directa del vicario astigitano ante las malas condiciones de un colegio de jesuitas.
En 1596 lamentó el gasto de fondos públicos en fiestas de toros, mientras se consentía el mal estado de conservación de las escuelas de Écija.
Dura historia la del asesinato de Pedro Bermudo y su familia por un negro bozal. ¿Qué desenlace tuvo?
Tras ser capturado y juzgado, el asesino accedió a recibir el bautismo. Después de sufrir el tormento, su cabeza decapitada y su mano derecha fueron colocadas en la fachada de la casa en la que se produjo el asesinato.
Creo que los albañiles de la época ya sabían de la cautela arqueológica.
Los albañiles de Écija se aseguraban en sus contratos de que el sobrecoste y retraso de los proyectos, por causa de los abundantes hallazgos de restos arqueológicos, siempre repercutiera sobre los promotores de las obras.