Diario de Covid-19 / día 27: «El frontón de la felicidad»

Vacaciones de Semana Santa: lo miren por donde lo miren, los críos están encantados con el confinamiento; lo que no sé es si dirán lo mismo los padres

Los niños de una familia numerosa sevillana saludando a los sanitarios Patricia Lomas

Javier Rubio

Rebuscando entre papeles atrasados -supongo que ideas para reportajes, anotaciones, comunicados, material de acarreo- encontré referencias a un estudio de hace un año del instituto Ipsos sobre «Hábitos de ocio familiar desde la irrupción de las nuevas tecnologías» con un titular ciertamente llamativo entonces y que ahora se ha visto claramente superado por los acontecimientos: «Al 37% de los niños andaluces le gustaría pasar más tiempo con sus padres» . El dato se veía reforzado con el de los padres que deseaban dedicar más tiempo a la familia: un 62% decía que quería pasar más rato juntos .

Copio un párrafo que subrayé en su día: «En cuanto a las actividades favoritas a realizar (sic el galicismo imperdonable) en el tiempo libre, los menores andaluces aseguran desear tener menos horas de colegio en un 41% de los casos, seguido de pasar tiempo en familia (30%)«.

Mira por dónde, el reportaje que nunca hice entonces se ha convertido hoy en el arranque de esta página del diario ahora que oficialmente todos están en vacaciones, pares e hijos , como mínimo hasta el domingo. En casa, María José tiró el cohete a las tres de la tarde en que apagó el teletrabajo y Marta tuvo que conectarse por la mañana a una clase que se había quedado a trasmano. Cristina sigue de vacaciones escolares pero a mí me tocará trabajar todo el fin de semana.

Así que la aspiración de los pequeños andaluces se ha visto materializada en este último mes: menos cole y más tiempo en familia . ¿De qué iban a quejarse nuestros chavales por estar encerrados en casa si tienen todo el tiempo del mundo para jugar con sus padres y los deberes se han convertido en algo del pasado? Lo miren por donde lo miren, los críos están encantados con el confinamiento . Lo que no sé es si dirán lo mismo los padres.

El pequeño zoo de cartón que Inés ha preparado para Blanca I. R. A.

Inés, por ejemplo, le ha montado un zoo a la pequeña Blanca a base de colorear rollos de papel higiénico a los que les da distintas formas para sacar de algo tan simple cocodrilos, leones, elefantes, mariposas, culebras, gatos, monos o cerditos. ¡Qué paciencia! No me extraña que los niños prefieran sacrificar los amigos y el patio del recreo por estar en casa siendo el centro de atracción de sus papás. ¿No es eso algo muy parecido a la felicidad?

De camino a casa -otro día tengo que contaros el misterio de la pintura vial-, observé en el semáforo de Eritaña a dos personas que caminaban muy juntas y, he de confesarlo, mi primera reacción fue torcer el gesto. En el fondo, todos llevamos dentro un delator deseoso de resaltar las conductas de los demás que nos molestan o nos irritan para que obtengan su merecido castigo. Si esos dos bultos sospechosos se movían tan cerca el uno del otro que casi iban de la mano, era innegable que estaban infringiendo las disposiciones de la cuarentena. Yo había ajustado la escena convenientemente para que se amoldara a mi prejuicio. ¿No es así como actuamos casi siempre?

Cruzaron un paso de cebra y entonces hubo un primer detalle que empezó a desbaratar la idea preconcebida que me había hecho: no se trataba de ninguna pareja sino de dos varones, aunque uno era más joven que el otro. El razonamiento que me había construido a priori terminó por desbaratarse cuando reconocí a Javier Millán , hoy delegado de la Junta y hasta el año pasado portavoz municipal de Ciudadanos. No era nada de lo que había supuesto ya que paseaba tranquilamente con su hijo mediano , tan necesitado de airearse como yo de arrinconar todo lo que había dado por hecho a resultas de una primera impresión parcial. Qué trabajo nos cuesta apearnos de nuestras representaciones mentales sin dejar que la realidad dicte su norma.

Esto vale, sobre todo, para los niños . Si hace un mes le llegan a vaticinar a los padres españoles que iban a pasar 27 días -con el de hoy- encerrados en casa con la familia sin salir para nada, no lo hubieran creído posible. Pero lo ha sido. Porque se han olvidado de la presión y se han puesto a disfrutar pintando rollos de papel higiénico, qué más da , lo importante no es qué se hace con los hijos, sino cómo se hace.

Por la noche, después de cenar, me tropecé en la tele con «Cándida», la película de Guillermo Fesser , que vimos María José y yo de carcajada en carcajada. Destilaba ternura el retrato coral de la pobre fregona con un hijo esquizo y otro, colgado, una vecina a la que mata el marido de una paliza y una marquesa señoritinga a la que asiste por horas deslomándose para ganar cuatro perras. Con qué delicadeza están dibujados los personajes en una realidad tan dura y desasosegante como la que vive la protagonista.

Y de repente, en los títulos de crédito, al final de los agradecimientos a cuantos hicieron posible la primera película de Fesser, una frase que inspiró esta página: «La felicidad funciona como en un frontón, lo que lanzas te lo devuelven» .

A lo mejor es que nos faltaba la cancha , ponernos a jugar en ese frontón al principio tímidamente y luego, cuando vas adquiriendo confianza, darle más fuerte a la bola para que tome más velocidad y desarrollas los reflejos para devolverla todavía con más precisión y el juego no acaba nunca porque lo pasas de miedo corriendo para golpear la pelota y disfrutas viendo que llegas.

A lo mejor eso es lo que nos faltaba. Desarrollar la capacidad de ser amable con los vecinos y saludar, qué menos, en el ascensor. O de despojarse de los prejuicios con que etiquetamos a todo el mundo y encajamos la realidad que nos circunda -aunque sea un padre despreocupado con todo lo demás salvo que su hijo estire las piernas- en el prejuicio que nos hemos fabricado como un búnker del que no nos sacará ni la bomba atómica. O de jugar con los propios hijos , de proponerles distracción, de imponerse cuando haga falta y de aburrirse juntos cuando toque.

A lo mejor es que este mesecito mal contado ha ido haciéndonos cada vez más cándidos a todos : capaces de poner buena cara al mal tiempo. Con ternura. No estaría mal, tampoco. Me despido ya en Jueves Santo. Jamás imaginé que viviría uno tal como este día. Pero no me crea frustración. También eso hemos aprendido de sobra.

Ya saben, « tengan cuidado ahí fuera «. Y lancen fuerte la bola de la felicidad . Que el frontón se la devolverá con más fuerza todavía.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación