El desperdicio alimentario puede ser un bien social
Los supermercados sevillanos donan 400 toneladas anuales de alimentos no aptos para la venta
Cada año en España se desperdician 7,7 millones de toneladas de alimentos . De ellos, el 85,6 por ciento son productos sin procesar, mayoritariamente frutas y verduras; es lo que llaman desperdicio alimentario. Según la Confederación Andaluza de Empresarios de Alimentación y Perfumería , CAEA, la mayor parte de ese desperdicio, un 42 por ciento, procede de los hogares, el 39 por ciento llega de la industria alimentaria, un 14 por ciento de la restauración (bares y restaurantes), y un 5 por ciento se produce en el sector comercial.
Es, según dice el presidente de CAEA, Luis Osuna, «un problema global que afecta a los países desarrollados», que está en toda la cadena alimentaria , desde la producción, la industria y la distribución, hasta el consumidor final. El sector comercial está «concienciado» para evitar que esos productos se pierdan y normalmente los dona a comedores sociales, bancos de alimentos y organizaciones no gubernamentales.
De hecho, según el presidente de CAEA, más del 80 por ciento de estas empresas (supermercados y en general tiendas de alimentación) donan esos productos. Se trata de alimentos cercanos a la fecha de caducidad o bien que son aptos para el consumo pero no para la venta . Es el caso de un yogur cuyo envase está sucio o dañado y que no va a venderse en la tienda pero es perfectamente comestible.
En total, según Osuna, sus empresas en Andalucía donan en torno a 2.000 toneladas de alimentos al año a comedores sociales, ONGs y bancos de alimentos. Y de esa cifra total calculan que la donación de Sevilla ronda las 400 toneladas anuales.
Obras sociales
¿Cuáles son esos productos que antes se tiraban y ahora se donan? Normalmente, fruta y verdura pero también, a veces, carne y pescados. En general, productos que no están manipulados y que son perecederos, y que si no se donaran acabarían en la basura.
Otros que llegan al límite de su fecha pero aún pueden comerse. Un ejemplo de esas donaciones es Mercadona. Cada mañana a primera hora sale un camión con estos productos para distribuir por los comedores sociales de Sevilla. Hay muchos más en esa obra social, ya que hay programas como «Alianza lucha contra la pobreza infantil de la Junta de Andalucía» (en el que participan Covirán, Mercadona, Día y otros más...) o el «Proyecto comedores con estrella» , de la Fundación La Caixa (en el que participan Mas, Cash Lepe, Piedra Trujillo...). La mayoría de esas donaciones van destinadas a comedores sociales, pero también al Banco de Alimentos o a ONGs. Es algo que llevan haciendo años y que, según CAEA, ha ido aumentando. Con la crisis hay más donaciones.
Pero, en ese proceso de donación, los comercios deben ser cautelosos por razones de «seguridad alimentaria» para evitar que se donen productos no aptos para el consumo. A veces, estos comercios no pueden regalar congelados porque no disponen de un camión con refrigerador para evitar que se rompa la cadena de frío. O, en otras ocasiones, las ONGs no tienen la infraestructura necesaria para acoger cantidades tan grandes. Sin ir más lejos, tras la gran recogida de alimentos del pasado mes de noviembre, algunas no tenían capacidad para almacenar tanta cantidad y tuvieron que cambiarlos por vales de comida .
En cualquier caso, el sector comercial está concienciado e implicado con el problema del desperdicio alimentario y está poniendo en marcha medidas para minimizar ese desperdicio . Antes de llegar a la donación, la mayoría de estas grandes superficies intenta venderlos. Primero, reduciendo los precios. Frecuentemente, cuando un producto no ha sido vendido y se acerca la fecha de caducidad, suelen hacer ofertas para darle salida. Van bajando el precio a medida que va avanzando la fecha.
Minimizar el desperdicio alimentario
También, a veces, utilizan estos alimentos para otros procesos productivos , para la elaboración de otros alimentos sólidos como salsas, zumos, conservas, panes, chocolates, pastas, galletas o, incluso, para la alimentación animal. O, en algunos casos, se devuelven a los proveedores.
Y algunas grandes superficies tienen ya departamentos de «prescriptores» , trabajadores especializados que se dedican a ver qué se está comprando en cada momento para poder ajustar la oferta y la demanda. Es decir, calcular lo que se vende para no comprar más de la cuenta . Por ejemplo, cuando llega el fin de semana tienen más carne a la venta de cara a las barbacoas, pero el resto de la semana no ocurre así y reducen la cantidad. Se trata de ajustar al máximo el número de alimentos que se suministran cada día en la tienda.
La idea, según Osuna, es «minimizar al máximo el desperdicio» .Y también insisten en la concienciación de los ciudadanos, ya que donde más alimentos se tiran es en los hogares . Así, aconsejan a los compradores un «consumo responsable y compras inteligentes». Se recomienda comprar con mayor periodicidad y menor volumen, ir más veces al supermercado a por menos productos para evitar que luego caduquen antes de consumirlos ya que, además, «muchas veces se compra sin mirar la fecha de caducidad» o «se coge la malla entera de frutas sin pensar si realmente se va a consumir entera». Pese a ello, y pese a que la tendencia es ir reduciendo la cantidad de alimentos que se pierden, también saben que el «desperdicio cero» no existe . Aunque lo intenten.