CASOS SIN RESOLVER
Desaparecidos: un drama abierto en cada familia
La historia del vecino de Cazalla dado por muerto pero que reapareció en la Toscana resucita las demandas de familiares en otros casos sin resolver

Carlos Sánchez es un vecino de Cazalla que estaba muerto desde hace un lustro. Sus restos nunca aparecieron y la familia no tenía noticias de él. Hacía ya casi veinte años que se marchó de su casa para no volver, rompiendo cualquier contacto con los suyos. Para los cuerpos policiales , una marcha voluntaria, un caso cerrado ; para la familia , una angustia diaria que les impedía pasar página.
Hace una semana, esa historia daba la vuelta al mundo. Su familia ponía fin a las dudas: Carlos está vivo en la Toscana aunque decidía volver a borrar sus últimas huellas de manera consciente y voluntaria. A día de hoy no se vuelve a saber nada de él, pero en cambio los padres tienen la certeza que no está muerto.
Una suerte de descanso emocional del que carecen 200 familias españolas que en muchos casos se sienten abandonadas por la administración. Por eso, han buscado la ayuda de una organización sin ánimo de lucro que, al menos, difunde sus casos regularmente por redes sociales con la esperanza de que algún día alguien les aporte un dato relevante sobre el paradero de sus seres queridos.
SOS Desaparecidos es la entidad que facilitó la identificación de aquel ermitaño descubierto por casualidad en el interior de un frondoso bosque italiano. El caso de Carlos no estaba en sus archivos porque su familia había tramitado su fallecimiento en los tribunales y había dejado de buscarlo de manera activa, habían arrojado la toalla. Otro colectivo gemelo que trabaja en Italia de manera similar solicitó la ayuda de SOS Desaparecidos revelando así el importante papel que están teniendo estos colectivos , supliendo el trabajo que desde las administraciones no se hace.
Al frente de esta organización sin ánimo de lucro y sin vías de financiación (sólo se sostiene con la colaboración voluntaria de sus miembros), está el padre de otro desaparecido, Joaquín Amills , quien reside en Almería . En los últimos días le ha dado voz a las familias que como él siguen sin perder la esperanza y no se resignan a encontrar a sus seres algún día, ya sean vivos o muertos.
En 2010, Amills y dos hermanos murcianos constituyeron la asociación. Facebook , Twitter …han sido herramientas fundamentales para este colectivo. En 2011, un año después de su fundación, SOS Desaparecidos conseguía difundir sus alertas de desaparecidos a una comunidad de 2,3 millones de usuarios de internet.
En 2014 ese público se ha multiplicado hasta los 34,2 millones de personas . Con una legión de 90.000 voluntarios que sacan tiempo de sus obligaciones para buscar datos, publicar fichas de personas desaparecidas y solicitar la colaboración ciudadana , hasta los cuerpos policiales han acabado por derivarles a las familias que deciden denunciar.
En las bases de datos de este colectivo hay más de 600 personas , de las cuales 195 son de Andalucía . De estos casos andaluces, 93 de ellos fueron localizados con vida, 42 muertos y de 60 de ellos se sigue sin tener noticias. En este último grupo se encuentran nueve sevillanos .
A pesar de que estos datos invitan a la esperanza (son más los desaparecidos que siguen vivos), las alertas activadas este año en la provincia sevillana no son tan optimistas. De las 19 familias que pidieron ayuda, en quince de ellas recibieron la peor noticia : sus seres queridos habían muerto.
En esta estadística está influyendo el aumento de las desapariciones de personas mayores , un colectivo vulnerable a las desorientaciones y a los accidentes cuando salen de sus casas. Frente a estos datos que maneja SOS Desaparecidos y que cifran en tres desaparecidos al día en España , el Ministerio del Interior anunció en 2009 la creación de una base de datos de desaparecidos y de cadáveres sin identificar , en donde se priorizan los casos definidos de alto riesgo como los de menores.
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