Derriban la casa de los Padres Blancos del Porvenir

El inmueble, que no tenía catalogación, pasará a albergar viviendas

Primeros trabajos de demolición en la parte superior de la antigua casa de los Padres Blancos Manuel Pedroso

M.J. Fernández

Durante más de medio siglo ha sido la casa que los Padres Blancos Misioneros de África han habitado en el barrio del Porvenir . El pasado 15 de enero se hacía efectiva la venta de este inmueble por parte de la comunidad religiosa como consecuencia de su marcha de la ciudad por el progresivo envejecimiento de sus integrantes y la falta de vocaciones. Diez meses después, la piqueta se lleva por delante este hito del patrimonio sentimental de varias generaciones de sevillanos. Se consuma así el derribo de esta antigua casa de animación misionera que, pese a su singularidad, no contaba con protección alguna.

Cuando la orden llegó a la ciudad hace 56 años, «esto era una casa de animación misionera, cuyos miembros éramos jóvenes y que trabajábamos para que hubiera vocaciones y medios para nuestra actividad en África». Sin embargo, como explica a ABC el padre Cesáreo Hoyuela Torre, «ahora la mayoría vamos siendo mayores y bastantes de entre nosotros estamos ya enfermos. Como tenemos varias comunidades en España —Madrid, Pamplona, Benicásim o Roquetas de Mar— necesitamos reducir las casas porque no podemos mantenerla por la falta de gente joven y por nuestra edad».

Los primeros trabajos de derribo del inmueble han comenzado estos días, como bien han atestiguado con fotos vecinos y transeúntes del barrio. Algunos han acompañado las imágenes de lamentos por esta intervención. Desde el Ayuntamiento de Sevilla se ha aclarado que los nuevos propietarios ti enen licencia de derribo, así como los permisos pertinentes para la construcción de viviendas. Igualmente, fuentes municipales han explicado que este inmueble no contaba con ningún tipo de catalogación.

Un vacío en el barrio

En estos diez meses los vecinos del Porvenir no han terminado de hacerse a la idea. «Todo el mundo lo siente mucho, pero lo entiende. Han dejado un gran vacío». Y es que la comunidad, que lleva medio siglo viviendo en Sevilla y colaborando con la parroquia de San Sebastián y la hermandad de la Paz, ha tenido que decir adiós a la ciudad con pena. «Esta zona donde estamos, en la Archidiócesis de Sevilla, y particularmente en El Porvenir, lo estamos sintiendo mucho —afirmaba entonces el padre—. Nosotros estábamos muy a gusto aquí. El tiempo que hemos podido pasar aquí nos hemos encontrado a gusto y muy bien acogidos ». Ahora su última huella se derrumba del paisaje urbanístico del que fue y será su barrio.

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