Denuncian pruebas clave sin hacer en el crimen de la nave de «El Gordo»

Familiares de la víctima critican que desimputen al patrón sin aclararse quién borró las cintas

Agentes de la Policía Científica toman muestras al lado de la gasolinera donde acabó el cadáver JUAN FLORES

MANUEL MARÍA BECERRO

El Juzgado de Primera Instancia e Instrucción 3 de Carmona ha decretado la desimputación provisional del empresario José María Y. T. alias « El Gordo» , jefe del ex militar cubano que se ha confesado autor del crimen de la gasolinera pero siguiendo órdenes de su patrón, sin haber practicado diligencias que podrían resultar claves para el esclarecimiento del caso, como la toma de declaración a la mujer del fallecido , Manuel J. G. —la cual conocería los motivos por los que éste acudió el pasado 27 de noviembre a ver a «El Gordo» a la nave industrial de la urbanización Mataluna donde acabó tiroteado mortalmente—, o la comprobación por expertos informáticos de que no hay forma de recuperar de los discos duros las imágenes del sistema de videovigilancia interno, aparentemente borradas tras el suceso .

Así lo denuncia la hija mayor del fallecido, Aroa, quien ejerce la acusación particular y que ha detallado a ABC que su abogada solicitó hace casi dos meses la declaración como testigo de la viuda de su padre (casado en segundas nupcias) y la identificación de la persona responsable del mantenimiento del sistema de grabación de la nave de «El Gordo», para que pueda ser citado también en sede judicial y explicar al menos quién o quiénes eliminaron tanto la secuencia del crimen como todo lo que ocurriera a posteriori en la tarde noche del 27 de noviembre hasta justo el momento en que llegó a la urbanización Mataluna la Policía Nacional, más de ocho horas después del suceso, cuando las cámaras del recinto volvieron a tomar imágenes.

Sobreseimiento provisional

La juez Rebeca Callejas Antúnez aún no se ha pronunciado sobre ambas peticiones de prueba, pero directamente ha decretado el sobreseimiento provisional y archivo de la investigación contra José María Y. T., provocando auténtica estupefacción en la familia de la víctima. «Sinceramente no entendemos que lleváramos sin noticias del juzgado de Carmona desde que mataron a mi padre y que lo primero que se nos diga es que la magistrada dice que a lo mejor sólo va a imputar por homicidio y no por asesinato al cubano, quien ante su señoría ha explicado ya en dos ocasiones que si disparó fue por orden de su patrón , como han confirmado además dos testigos que acompañaban a mi padre», lamenta la joven de 23 años, la mayor de tres hermanas que reclaman que se haga justicia para su progenitor «caiga quien tenga que caer».

Aroa no entiende que la juez instructora albergue dudas sobre si hay que calificar como asesinato o como simple homicidio el crimen. «Mi padre no tuvo la menor opción de defensa , lo mataron cobardemente. Y no lo digo yo: lo dice el propio informe de los peritos policiales, que no se explican si no que le permitiese al cubano acercársele con la escopeta hasta encañonarlo a la altura de la barriga. Incluso el patrón ha declarado que mi padre llegó a tener entre las manos el cañón porque no se podía imaginar nunca que lo fueran a matar. Si hubiera estado armado habría podido defenderse y salir de allí vivo ».

Las hijas del fallecido temen que se esté vulnerando su derecho constitucional a una tutela judicial efectiva

La familia asegura no querer «pensar mal», pero no entiende las prisas en exculpar a José María Y. T. del procedimiento penal. «Es que ni siquiera le imputan ya por tenencia ilícita de armas, que era lo mínimo de lo que le podían acusar», critica Aroa, que teme que se estén vulnerando derechos constitucionales como el de la tutela judicial efectiva. «Están pasando cosas muy raras desde el principio. No tiene ningún sentido que la Policía Nacional tardara tantísimas horas en ir a la nave, porque esa lentitud dejó mucho margen para que se destruyeran todas las pruebas que quisieran y para que se pudiera largar el cubano tranquilamente. Y menos sentido aún tiene que se acuse exclusivamente a este asesino del crimen: no es concebible que un empleado mate a un desconocido en la oficina de su jefe y que éste, si lo presencia y realmente no tiene nada que ver con el asesinato, no llame acto seguido ni al 061 ni a la Guardia Civil para avisar de lo que ha pasado, sino que se vaya en coche hasta la frontera con Portugal a ver a la familia dejando que el cubano se pueda fugar mientras alguien se encarga de borrar las imágenes del crimen de las cámaras de vigilancia», describe la hija de la víctima, que confía en que la Audiencia Provincial reconduzca la instrucción y vuelva a imputar a «El Gordo» .

Personalidad violenta

La sangre fría empleada en el asesinato de Manuel J. G. se evidencia en las conversaciones telefónicas interceptadas a Alberto Hernández Blanco, el exmilitar cubano que lo ejecutó, que figuran en el sumario del caso que instruye el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción 3 de Carmona y a las que ha tenido acceso ABC.

Apenas 24 horas después del crimen, en una charla intervenida, Hernández Blanco se muestra tranquilo cuando uno de los colaboradores de «El Gordo» le comenta que ha hecho una locura. « Bah, no pasa nada », resuelve el guardaespaldas de José María Y. T. «El Gordo».

Su teléfono fue intervenido poco antes de las 23 horas . Esa misma noche, al ser reprochado por otro colaborador del patrón por su actuación («Quillo, estás loco perdío , tío»), el cubano subraya: «A mí me da igual, a mí me suda los cojones de todo ».

La conclusión policial es que la «personalidad impulsiva y violenta» de Hernández Blanco pudo ser clave en el crimen. Para avalarlo, recuerdan que estuvo detenido cuatro veces : en enero de 1997 por robo , en noviembre del mismo año por homicidio , el 12 de julio de 1999 por agresión sexual y lesiones y, dos días más tarde, por robo con fuerza , llegando a ser requerido por los juzgados de Zafra, Alcañiz, Alcalá de Guadaíra, Llerena, Ayamonte, Carmona y Sevilla en su día.

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