Misterios de Sevilla
Curiosidades de la inolvidable Sevilla musulmana
El legado musulmán en Sevilla es mucho más importante de lo que podría recogerse en un libro; en este artículo recogemos algunas de las historias más singulares de este pasado
El legado musulmán en Sevilla es mucho más importante de lo que podría recogerse en un libro de Historia. Recoge un sinfín de singularidades y anécdotas, de enseñanzas y de cultura. En este artículo recordamos algunas de ellas:
Sevilla y el califato de Córdoba
Los impuestos han existido siempre, desde época fenicia hasta nuestros días, y los musulmanes no eran una excepción. En una determinada época, sus impuestos llegaron a esquilmar la buena salud económica de los árabes en la Península. Gracias a esta recaudación se crearon complejos palaciegos como Medina Azahara, que poco tenía que envidiar a los palacios de Damasco.
Debido a aquellos impuestos se producían en la España musulmana una gran cantidad de revueltas que preocupaban a Abderramán. En Sevilla había un nutrido grupo de mozárabes que dependían del obispo, cuya residencia se ubicaba en Carmona.
También dejaron huella en la cultura y la religión. Por ejemplo, las herejías, entre la que se encontraba la de Migencio, que se separaba del dogma de la Trininad. No obstante, la principal fue el Hostigesismo , derivado del obispo Hostigesis y que se extendió desde Almería y Málaga a Sevilla.
La secta de origen romano de los acéfalos y los que seguían la corriente del antropomorfismo mezclaban supersticiones orientales con las raíces cristianas, haciendo de todo una rara mezcla entre religión y superchería.
Pero los musulmanes también asistían a la relajación de sus costumbres. Alhaquen II quiso prohibir este mestizaje ideológico, para lo que reunió a un nutrido grupo de sabios que, lejos de prohibir este adopcionismo, lo justificaron.
Sevilla independiente en la época musulmana
Alhaquen sabía que debía tener contentos al pueblo, en especial a los alfaquíes que eran más levantiscos. Veía que muchos musulmanes se habían entregado a los caldos de la tierra, al vino, y aquello, por religión, no podía ser.
Por ello, mandó arrancar las dos terceras partes de las viñas. Y también hubo consecuencias. Los agricultores protestaron, así como los aficionados a la bebida. Muchos argumentaban que el vino les infundía valor en la batalla. Decían que el pecado era de ellos pero no del califa, pero el califa tenía muy claros y presentes los preceptos musulmanes.
Así, trató de aprovechar aquella circunstancia para incentivar a la comarca, que era una de las principales productoras de vino de la Península. Sevilla, con ese as en la manga, decidió independizarse de los califas cordobeses, otra cosa es que lo lograra.
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