Cuatro condenas alejan el indulto para el ladrón de Sevici

El TSJA detalla los antecedentes que justifican la negativa de la Fiscalía al perdón

Adrián Moreno, condenado a cárcel por el robo de una bicicleta pública ABC

MANUEL MARÍA BECERRO

No hay piedad judicial con Adrián Manuel Moreno, el joven sevillano que deberá entrar el próximo martes en la cárcel por el robo en junio de 2008 de una bicicleta del parking público de Sevici. Lo que juega definitivamente en su contra son sus antecedentes penales , que ayer airearon con profusión de detalles desde el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) y vienen a justificar la negativa de la Fiscalía de Sevilla a apoyar el indulto solicitado por su abogado.

El TSJA reveló a través de una nota de prensa que Adrián «tiene en este momento cuatro sentencias condenatorias» , a saber: la condena a seis meses de prisión por el hurto de la bicicleta, otra anterior de diez meses de cárcel por allanamiento de morada y dos más relacionadas con la conducción, en concreto una pena de 32 días de trabajos en beneficio de la comunidad por manejar sin carné tras perder todos los puntos y una última condena –impuesta en enero de 2015– de 12 meses de multa con un cuota diaria de seis euros tras ser cazado de nuevo al volante sin el permiso.

En varios de estos procesos se sucedieron los recursos para tratar de revocar, suspender o sustituir la condena, siendo siempre rechazados en segunda instancia por la Audiencia Provincial de Sevilla. Y ahora esos expedientes pesan como losas por acumulación, aunque aún la juez en último extremo podría determinar que el condenado no entre en prisión; eso sí, una vez tenga entre manos un último informe del Ministerio Fiscal que, aunque contrario a la defensa, no termina de llegar a su señoría.

«Le compro una bicicleta al Ayuntamiento si hace falta, pero por mis hijos no puedo perder mi trabajo», alega

Las historia de Adrián daría para un remake de la joya del cine neorrealista italiano. Al ladrón de bicicletas de Sevici se le acaba el tiempo e implora tembloroso ante las cámaras de televisión y todas las autoridades dispuestas a escucharlo que, si no es posible el indulto, al menos le dejen ingresar el martes a la cárcel sólo para pernoctar . «Total, si ya no duermo», argumenta desde el desconsuelo.

Y es que a partir del miércoles él tiene que seguir estando al mediodía en la cocina del bar-restaurante donde trabaja a turno partido desde 2014 , así que zafa a las cinco de la tarde pero tiene que regresar a partir de las ocho para seguir trabajando hasta dejar de madrugada recogida la barra y llevar a casa el pan que comen sus dos niños , el mayor de tres años y la pequeña rozando el primero.

«El día 17 lo cumple la chica, pero hemos tenido que adelantar a hoy la celebración porque no sé lo que va a pasar», comparte ante el corrillo de periodistas. Le rodean familiares y amigos, que muestran folios impresos de apoyo y sueltan algún vituperio contra la Administración de Justicia y el Gobierno. Hay rabia contenida en el ambiente por el futuro inmediato de alguien que da muestras públicas de un arrepentimiento absoluto.

Pagar el pato

«Es que compro una bici y la pongo en el Ayuntamiento», resuelve el ladrón de Sevici, que cuestiona el sentido mismo del sistema. « Si la Justicia es lenta no es Justicia. Y después de ocho años, ahora que no me puedo ir, me quieren hacer pagar el pato cuando mis amigos me dicen que ven todos los días bicis tiradas en el río. Yo sólo pido que me dejen trabajar, que los niños están ante todo», subraya.

Cuenta con el respaldo de todos los grupos municipales del Ayuntamiento de Sevilla, cuyos representantes secundaban ayer también la concentración de apoyo a las puertas del Consistorio. «El Ayuntamiento, como entidad titular del servicio municipal del préstamo de bicicletas, quiere interceder ante las autoridades judiciales para evitar los citados efectos indeseados de una entrada en prisión a todas luces innecesaria », reza la declaración institucional, según la cual «si Adrián entrara en prisión, se dañará el proceso vital de esta persona perfectamente integrada en el mundo socio-laboral y el de toda su familia, que en un marco de creciente precariedad, depende económicamente por completo de su salario».

Su abogado, Ángel Bordas, exige que las autoridades judiciales cojan el timón, que no demoren por más tiempo sus resoluciones, que no condenen al encarcelamiento a Adrián por omisión burocrática; que le permitan, en suma, improvisar un ultimísimo recurso con el que ganar días al calendario. Pero su rictus denota preocupación por el futuro inmediato de Adrián y su familia.

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