¿Cuántas muertes por violencia de género se producen por efecto contagio?

Los casos más graves se producen en un mismo período de tiempo

Familiares y amigos de la última mujer asesinada por su pareja en Sevilla JUAN JOSÉ ÚBEDAj

SILVIA TUBIO

Hoy se celebra el día internacional de rechazo de la Violencia contra la Mujer, una fecha en el calendario que de nuevo este año tiene encima de la mesa una cifra insoportable: el número de víctimas mortales registradas en España. 48 mujeres han sido asesinadas en 2015, tres de ellas en la provincia de Sevilla.

Si se echa la mirada atrás, las cifras dibujan la verdadera dimensión de un problema social que no puede entenderse como una sucesión de hechos aislados. El 28 de diciembre de 2004 entraba en vigor la ley integral para combatir esta lacra que comenzaba a hacerse efectiva al año siguiente. En este 2015 se cumplen diez años de aplicación y según los datos oficiales de l Ministerio de Sanidad en esta década han sido asesinadas 671 mujeres, 22 de ellas en Sevilla.

Entre las muertes violentas de las dos últimas sevillanas que forman parte de la negra estadística de 2015, Carmen Almansa en Sanlúcar la Mayor y Eva Perea en Marchena, tan sólo mediaron dos días. No es la única concentración de casos que se registra en este año ni en anteriores. Estas coincidencias estadísticas invitan a preguntarse por un posible efecto llamada o contagio. Maltratadores que matan al verse reflejados en los asesinatos cometidos por otros.

Esta posibilidad fue motivo de discusión hace años a raíz de un informe publicado por el forense y profesor de la Universidad de Granada, Miguel Lorente , quien llegó a ser delegado del Gobierno para la Violencia de Género durante la etapa de Rodríguez Zapatero. Este estudio afirmaba que el 50,4% de las muertes por violencia de género se producen dentro de los tres primeros días después de un asesinato machista previo. Una afirmación que se realizaba a partir del análisis de los casos registrados entre 2003 y 2007.

La estadística parece tozuda y si se analiza la cronología de los asesinatos ocurridos en 2015 se observa una agrupación de casos entorno a unas fechas, seguidos de periodos en los que no se producen crímenes. ¿Una simple coincidencia estadística que se repite año tras año?

Por ejemplo, en marzo de este año se contabilizan cuatro asesinatos ocurridos el 9 y 11 de marzo y el 29 y 30 de dicho mes. En julio, un mes especialmente sangriento, la estadística del Ministerio de Sanidad registra ocho muertes violentas. Las fechas parecen consecutivas: 3,5,9,10,11,15,29,31 de julio. En junio, con menos asesinatos, también se observa cierto agrupamiento: 3,13,15,22 y 26 fueron los días teñidos de negro. A esa estadística se podría sumar un sexto caso registrado el 21 de junio en Torre del Mar (Málaga) y que está aún bajo investigación.

También hay meses que rompen esa posible tendencia que evidenciaría una concentración de casos. Así en septiembre fueron asesinadas dos mujeres los días 6 y 17 de septiembre.

Años después de aquel informe, Miguel Lorente mantiene la validez de sus conclusiones aunque reconoce que entonces fue «malentendido» en algunos aspectos: «Lo que pudo motivar la polémica», sobre todo desde ciertos sectores de los medios de comunicación que entendieron que se responsabilizaba de esa casuística a la difusión de noticias sobre los crímenes. «No era nuestra intención ni el mensaje que queríamos trasladar. Había que informar de la violencia machista más y mejor para que se dejaran de percibir estas muertes como asesinatos aislados y se empezara a entender que nos enfrentábamos a un problema social».

Para este especialista, ese efecto contagio no influye en todos los casos, pero sí en un importante porcentaje. «Son aquellos en los que el agresor ya ha decidido matar y al ver la noticia de un asesinato, ésta supone un refuerzo en positivo de sus macabras intenciones». El estudio que introdujo por primera vez este elemento en el debate se basaba en el análisis estadístico y en la información aportada por los propios protagonistas, las víctimas de violencia y los agresores. Algunas de esas entrevistas realizadas a presos apuntaban a comentarios que se hacían en un entorno carcelario cuando salía por televisión un nuevo crimen machista: «Otro tío que tiene huevos». Para los expertos, esas afirmaciones demuestran que «estos asesinatos son crímenes de moralidad, no son instrumentales. No buscan conseguir nada, sólo reafirmarse en una forma de ser y de ver a las mujeres. Por eso el 70% de los asesinos se entrega o se suicida», señala Miguel Lorente.

El Observatorio del Consejo General del Poder Judicial acaba de terminar un informe por el décimo aniversario de la puesta en marcha de la ley integral. Los profesionales de la Justicia que están en contacto con las víctimas han detectado cómo la difusión de noticias ha servido a algunos agresores para aterrorizarlas aún más. «Es habitual que nos comenten cómo les profieren amenazas del tipo: ¿Has visto lo que le ha ocurrido a ésa, pues la siguiente vas a ser tú?», señala la presidenta del Observatorio, Ángeles Carmona, quien también subraya la importancia «del mensaje que se transmite. Existe un gran compromiso por parte de los profesionales de los medios, pero a veces se producen episodios lamentables que nos recuerdan que no podemos bajar la guardia». Carmona cita como ejemplo la difusión de las imágenes de los cadáveres de las víctimas: «No es que pueda incitar a un asesino es que además es un atentado a la intimidad de esa persona fallecida».

No difundir suicidios

En la prensa existe una ley no escrita de larga tradición que desaprueba la difusión de noticias sobre suicidios, salvo casos excepcionales como las muertes de personas relevantes. Uno de los argumentos es un posible efecto contagio. El antropólogo y catedrático emérito de la Universidad de Sevilla, Alfredo Jiménez, recuerda cómo el sociólogo francés Emile Durkheim analizó hace más de un siglo el suicidio y estableció factores causantes como el contagio y la imitación. «Estos factores se advierten también en los asesinatos de mujeres por hombres que a continuación se quitan su propia vida. Hay como una doble llamada, primero a matar a la mujer que se tiene como propia o propiedad; y después, a matarse a sí mismo».

Los expertos consultados también señalan como asignatura pendiente en la lucha contra esta lacra: trabajar más en la educación y atacar el problema desde la prevención. Un reciente informe del Centro Reina Sofía señala que uno de cada tres jóvenes ve algún tipo de justificación en la violencia de género. «El machismo lo impregna todo hasta anular a la víctima la capacidad de identificar un maltrato», sentencia el forenses Miguel Lorente.

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