Cuando el protocolo aplasta al sentido común

La pandemia de Covid-19 no ha dejado un ámbito por regular. Desde la manera en la que se sale a la calle a los nuevos hábitos de consumo. Cada actividad tiene su protocolo sanitario que, no siempre está redactado con sentido común como cabría esperar. Por desgracia, no sucede sólo con los que anuncia cada semana el Gobierno central en el BOE también está siendo habitual en los que corresponden a la Junta de Andalucía, a muchos ayuntamientos y hasta a empresas e instituciones privadas.

A nadie le resultó indiferente las imágenes de las plantillas del Sevilla FC y el Real Betis llegando a Nervión en autobuses separados para disputar el derbi. Luego sorprendió ver a los jugadores con mascarillas y distanciados en el banquillo mientras sus compañeros se abrazaban para celebrar los goles. E sa fue una imposición de la FIFA que estableció estrictas medidas de seguridad tanto para los futbolistas como para el personal que los asiste, a pesar de que todos pasan periódicamente los test.

También llama poderosamente la atención que el Ministerio de Sanidad haya autorizado a las discotecas para abrir, pero no usar la pista de baile. En su lugar propone ocupar ese espacio con mesas. Así lo han asumido algunos negocios sevillanos que cuentan con terraza al aire libre, pero los que carecen de esa posibilidad se plantean no retomar la actividad hasta el otoño, a la espera de que se abra más la mano. «Una discoteca en la que no se baila no es una discoteca, es otra cosa» , se lamentaba un empresario sevillano que mantendrá su local cerrado.

Algo parecido ocurrirá a partir del lunes con los parques infantiles que se perderán el precinto . Una vez finalizada la desescalada se podrán volver a utilizar, pero hay que mantener una distancia de cuatro metros entre los usuarios que, por si el redactor de la norma no lo recuerda, suelen ser niños de dos a cinco años . Los padres se preguntan cómo será posible garantizar esa distancia sin tener permanentemente sujeto al pequeño. Por el contrario, se echa de menos más concreción sobre si hay una obligación de desinfectar las atracciones y a quién corresponde esa tarea.

Sí hay literatura administrativa suficiente sobre el uso de las piscinas comunitarias que han implantado un sistema de cita previa durante la desescalada . Esa obligación se eliminará el próximo lunes con una ampliación del aforo hasta el 75 por ciento. No obstante, se mantiene el requisito de que una persona controle la ocupación y limpie aseos y duchas tras cada uso, a pesar de que los bañistas viven en la comunidad y pueden usar los aseos particulares . Ese es el motivo de que muchas piscinas de bloques residenciales de Sevilla permanezcan cerradas ante la dificultad para contratar a una persona a tiempo completo.

Los aforos de bares y restaurantes tienen, igualmente, una aplicación controvertida. En el caso de las barras, se ha establecido un límite, con independencia de que el cliente llegue de forma individual, en pareja o en grupo. Un conocido hostelero sevillano se lamentaba amargamente de que en su barra caben 25 personas, pero si llegan dos grupos de doce y se ubica uno en cada extremo no se podrá utilizar el resto del espacio, aunque sea grande, porque ya excede ese máximo.

Ni que decir tiene que nadie está contento con los estrictos protocolos planteados para mantener a ralla el contagio, bien porque impactan directamente en el negocio o porque carecen de lógica. Otros lamentan la ausencia de ellos, como las familias y la comunidad educativa , que siguen sin entender cómo es posible que se sepa de qué forma se abren hoteles, restaurantes, museos y monumentos y todavía no se haya decidido cuándo y de qué forma volverán los escolares a clase. Ni siquiera si se podrán recoger las notas o cómo se devolverá el material académicos.