Cuando los cielos de Sevilla se llenaron de globos aerostáticos
Una investigación descubre la desconocida historia de la aerostación en la Sevilla del XVIII y XIX
Durante mucho tiempo Sevilla fue el puerto del que partían las grandes expediciones marítimas. Aquí se formaban los pilotos de la Carrera de Indias y se iniciaban las travesías ultramarinas que terminaron en epopeya como la Primera Vuelta al Mundo . Luego la ciudad pareció cambiar su prestigio marino por la osadía de los raids en los inicios de la aviación en el siglo XX. Pero ¿qué sucedió en los siglos intermedios? ¿No partieron de Sevilla viajes de riesgo y aventura?
Hay otro momento en el que la ciudad también sorprende con su audacia en los aires, un hecho que sucede en los siglos XVIII y XIX . Surcan entonces los cielos de Sevilla globos aerostáticos en ascensiones en las que se mezcla la ciencia y el espectáculo.
«El globo aerostático fue un producto del pensamiento ilustrado, manifestado en una máquina», advierte Francisco Javier Almarza , investigador sobre la Historia de la Ciencia y la Tecnología en Sevilla , y autor del libro «La aeronáutica en Sevilla. Ciencia y espectáculo en los siglos XVIII y XIX», publicado por la Universidad de Sevilla y el Ateneo.
Este libro abre desconocidos episodios de la historia de la ciudad. «España asimiló desde el principio la novedad del vuelo en globos y podemos asegurar que Sevilla tuvo un destacable protagonismo desde finales del siglo XVIII y durante todo el XIX, con los aerostatos formando parte insaparable de su historia contemporánea», señala Almarza.
¿Es posible imaginar una Sevilla dieciochesca llena de globos aerostáticos? ¿Podemos creer esos insólitos carteles y anuncios en la prensa sobre ascensiones ecuestres, ejercicios gimnásticos con pilotos-acróbatas colgados del globo y vuelos nocturnos con iluminaciones? ¿Y las corridas de toros que a su término daban paso a ascensiones en globo con aeronautas vestidos como artistas de circo?
Ésa es la Sevilla que nos descubre Francisco Javier Almarza rescatando noticias sobre el estudio de la ciencia aeronáutica desde sus albores en los años finales de la Ilustración. Es una época de vertiginosos cambios y la llegada del nuevo hombre volátil, el aeronauta o aerostero, que luego daría paso a los pioneros de la aviación que se curtieron en estos laboratorios volantes.
Vuelos malditos
La primera elevación oficial de un globo aerostático fue la de los hermanos Montgolfier el 4 de junio de 1783 en Annonay en Francia. Los primeros experimentos en España suceden en un temprano 1784. Sin embargo, a pesar de la afición provocada por el juguete aéreo, el invento provocó la sospecha en algunos sectores. «Muchos teólogos católicos se preguntaron sobre la legitimidad moral del vuelo mecánico. Hubo casos en que el término ‘ascensión’, que definía la elevación de un globo aerostático, llegó a vetarse por considerarse una virtud propia de Cristo o la Virgen María, ésta con la ayuda de los ángeles, tras la resurrección», explica el autor.
Es lo que demuestra la conferencia que ofreció ante la Regia Sociedad de Medicina y Cirugía de Sevilla el padre Fernando Díaz de Valderrama , conocido por el seudónimo Fermín Arana de Varflora, el 18 de noviembre de 1784. El erudito reflexionaba sobre la posibilidad de que el vuelo de Simón el Mago, recogido en el Nuevo Testamento, pudiera haberse dado gracias a una máquina como las que entonces poblaban los cielos del mundo moderno.
¿Dónde y cuándo se comienza a volar en Sevilla? Un lugar pionero fue el Real Colegio de San Telmo , circunstancia lógica porque era la institución dedicada desde antaño a la instrucción de pilotos, marinos y artilleros de los navíos mercantes y militares de la Armada y la Carrera de Indias.
Allí tuvo lugar la primera elevación de un globo en Sevilla. Sucedió en la tarde del 21 de septiembre de 1792 . No fue el único. El 4 de octubre se elevó un segundo globo, esta vez en Triana , en una casa del Arquillo de Manuel Sánchez , calle hoy desaparecida. Era un globo fabricado por el segundo piloto de la carrera de Indias Manuel de los Santos. La ascensión fue supervisada por el catedrático de Matemáticas José Portillo y Labaggi. El globo cayó detrás de la iglesia de San Marcos, en la huerta del Convento de Santa Isabel.
Este mismo globo volvió a protagonizar otra prueba cuatro días más tarde terminando su vuelo en un lugar extramuros, en la Huerta de las Ranillas. El globo fue atacado por un sorprendido grupo de personas que lo destrozó para impedir que se volviese a elevar. El audaz otoño de 1792 terminó con otro globo ascendiendo el 4 de noviembre desde el número 47 de la calle de la Mar, hoy García de Vinuesa. Logró alejarse tres leguas de Sevilla.
A la curiosidad científica siguió la versión espectacular del invento. Surgió una verdadera fiebre de globos aerostáticos y en la prensa se publicaron hasta unas « Seguidillas aerostáticas ».
A partir de entonces, fue habitual que al final de algunas corridas de toros hubiera ascensión de globos o en celebraciones especiales como ocurrió con la visita de Carlos IV en 1796 o en 1823 ante Fernando VII, cuando ascendió al cielo una mujer:la aeronauta Virginia Cossul. Había llegado la época de los prodigios.