Crisis del coronavirus
Sevilla no espera una «fiebre del oro» como tras la crisis de 2008
Los propietarios de los comercios de compraventa y empeño aseguran que las modas han cambiado y ya no circula tanto oro como el que se vendió hace más de una década
La crisis económica de 2008 que azotó con virulencia a España dejó imágenes que difícilmente se podrán borrar de la memoria como las que recogían las colas a las puertas de los comercios de compraventa de oro , las casas de empeño o montes de piedad , donde acudían decenas de familias en busca de un dinero que les ayudara a sobrevivir a cambio de vender un objeto de oro, alhajas o joyas , pero también parte de sus recuerdos, sentimientos o herencia. Era algo más que un simple anillo. Con el coronavirus se avecina otra crisis económica de dimensiones por conocer, pero los propietarios de los establecimientos de compra de oro de Sevilla no esperan una situación similar a la de hace más de una década, no espera «una fiebre del oro».
Elia está al frente de dos tiendas, una en Sevilla Este y otra en un pueblo muy próximo a la capital. Ella como tantos otros compañeros del gremio que cuentan con la experiencia de lo que vino después de la crisis económica de 2008 son tajantes al afirmar que la situación de ahora nada tendrá que ver con la anterior.
No existen aquellas colas a las puertas de estos comercios de empeño como en los años posteriores al estallido de la crisis inmobiliaria. De hecho, hay menos gente, incluso, que antes de la llegada del coronavirus. Pueden estar atendiendo a una o dos personas, a lo sumo tres, por día.
Según comenta Elia a este periódico, porque ahora se avecina una crisis parece que tiene que igual que en 2008 y « no es la misma situación »: desde entonces la gente ha tenido que vender todo lo que tenía y las cantidades de oro vendidas no se han recuperado por las familias. Hace doce años apretaban las hipótecas y el desempleo , ahora hay que añadir el incierto horizonte que se dibuja para la económica de esta ciudad, que tanto vive del turismo y de los bares.
Además, apunta a un cambio de hábitos y modas . «La gente ya no consume oro y en las casas hay menos», asegura, al tiempo que admite que no hay colas ni lista de espera para entrar en sus locales.
¿Un iPhone o una medalla del Gran Poder?
«Si alguien tiene dinero y tiene que elegir entre un iPhone o una medalla del Gran Poder , compra el móvil. Hace quince años no era así», expone la propietaria de dos establecimientos como muestra del cambio de los hábitos de consumo.
Y en esta idea hace hincapié. Antes había mucho oro en las casas y pone como ejemplo el valor que tenía este material entre las familias de etnia gitana . Pero gran parte de ese oro se vendió o se empeñó y nunca volvió a alcanzarse una demanda parecida.
El oro es un material que cotiza alto en el mercado de valores. Es caro. Por eso, Elia piensa que ahora las personas se decantan más por la plata, la bisutería o prefieren productos tecnológicos . Elia trabaja con el gremio de joyeros de Córdoba y, según cuenta a este periódico, ellos mismos ya admiten que no viven del oro y sí de la plata o la bisutería.
El oro del que las familias se despojaron no se ha respuesto, según Elia, que añade un factor transcedental estos días de pandemia para que sus tiendas estén recibiendo menos gente incluso que antes de la llegada del coronavirus y es el miedo de los sevillanos a salir a la calle a comprar . «Hay menos alegría», comenta.
«Abrimos el día 4 sde mayo en la fase cero con cita previa y fue un fracaso. En la fase 2 confiamos en que se pierda ese miedo», expresa esta propietaria de dos locales de compraventa de oro, uno en la capital y otro en un pueblo del entorno más cercano a Sevilla, aunque no nota diferencias entre la clientela de uno u otro lugar, donde el negocio ha ido perdiendo fuelle de forma paulatina porque el oro vendido en estas negocios no se ha repuesto en las casas.
Estética «cani»
Volviendo a la transformación de la moda y los hábitos, explica que a los jóvenes de hoy no les interesa el oro , frente al que despertaba durante los años del boom inmobiliario a jóvenes vinculados a la construcción y a aquellos que seguían la estética «cani» . «Les gustaba el oro y hacían ostentación, lo usaban como señal de poder», recuerda.
Además, apunta el papel de las abuelas , que dejaban oro o joyas como parte de sus herencias, o las familias de etnia gitana como otra clientela importante. Desde 2008, estos coletivos (en referencia a la etnia gitana o a los jóvenes de estética cani) se han desprendido de «auténticas joyas» como collares del Gran Poder de 400 gramos o anillos de cuatro dedos.
«Al que le quedaba algo de oro ya no lo vende. Un anillo no te saca del problema. Además del valor sentimental añadido que tiene», sentencia Elia, quien explica que por un gramo de oro se puede obtener unos 30 euros . Es decir, por una alianza, que suele pesar entre 1,5 y 2 gramos, se puede cobrar entre 50 y 60 euros. En definitiva, asegura que «la fiebre del oro desapareció», quizás ahora la obtención de dinero esté en la venta de otros objetos como los tecnológicos.
Este periódico se ha puesto en contacto con uno de los dueños de otras dos tiendas de compraventa de oro en Sevilla, una en el centro de la ciudad y otra en un pueblo del Aljarafe . Corrrobora lo dicho antes por su compañera del gremio y rechaza «absolutamente» que se vuelva a dar una segunda fibre del oro. « No hay colas en las puertas, ni se esperan », admite.
En desacuerdo con la imagen que se proyecta de este tipo de negocios, este propietario de dos tiendas asegura que « la gente que tenía oro en 2008 ya lo vendió y ya no existe ».
La situación que se avecina es difícil para la sociedad sevillana, pero «sin oro». Ya no se regalan medallas o esclavas al nacer , al menos, de oro, quizás en otros materiales, señala en la conversación telefónica con este periódico, que se ve interrumpida por la entrada de un cliente en la tienda. Suelen llegar uno o dos al día.
«La gente que tiene necesidades actualmente ya vendió el oro. El que aún tiene algo lo está guardando ante lo que pueda venir», puntualiza. Un escenario idéntico le trasladan compañeros de Madrid .
Vuelve a incidir en dos factores antes comentados por Elia: el miedo a salir a la calle y el cambio en las modas. «Los jóvenes no tienen oro y desde la anterior crisis no se vende oro en las joyerías. Lo tenemos claro, la fiebre del oro no se va a repetir », confiesa, aunque adelanta que cuando terminen los ERTE y la situación se vuelva aún más dramáticas, quizás se vea movimiento.
Mientras estos comercios suelen comprar los objetos de oro por un precio que se valora al peso, los montes de piedad son un servicio de las cajas de ahorro que concede préstamos pignoraticios, es decir, los que se conceden sobre un bien (un cuadro o una alhaja normalmente). Un tasador fija su valor. Después se concede en torno a un 70 por ciento de la tasación y la caja se queda con la joya en prenda. El cliente tiene un año para devolver ese dinero a un interés bajo. En caso de no pagar el crédito, sale a subasta con el precio de salida que estableció el tasador.
Noticias relacionadas