CRÓNICAS DE UN BARRIO:EL ROCÍO

«La crisis ha alejado del barrio a los vecinos extranjeros más conflictivos»

La solución a la falta de entradas y salidas de emergencia o los problemas del alcantarillado, entre sus demandas

Una familia juega con sus hijosen el descampado de la calle Hermandades ABC

CRISTINA AGUILAR

Antes de que la crisis empezara a mermar las posibilidades económicas de unos y otros, la barriada de El Rocío cambió radicalmente con la llegaba de extranjeros inmigrantes de más de una docena de nacionalidades, que buscaban una oportunidad laboral y un porvenir para sus hijos. Los que habían cohabitado en esta zona del distrito Macarena desde los años 70, observaban atónitos cómo el residencial familiar que conocían se transformaba por completo, algo que sucedió entre los años 2002 y 2005; a la vez que se iban doctorando en el multiculturalismo y la integración. Porque pese a esta drástica metamorfosis, los vecinos han ido adaptándose a las circunstancias para que su comunidad no perdiera la tranquilidad que la caracterizaba.

Pero hasta llegar a ese clima de entendimiento entre culturas, el trabajo ha sido muy duro. Una ardua tarea que aceptaron sin pensarlo los miembros de la asociación de vecinos Federico García Lorca de la barriada de El Rocío.

De repente se vieron envueltos en un ambiente oscurecido. «Las peleas se sucedían día sí y día también. Incluso hemos visto a gente que salía en ambulancia por la gravedad de las heridas», asegura María Carmen Sanz, vicepresidenta de la asociación. Los comerciantes fueron traspasando sus negocios a estos nuevos inquilinos. De hecho, de la treintena de negocios que actualmente existen en el barrio, sólo seis continúan en manos españolas. «La mayoría eran bares y locutorios que permanecían hasta las dos o las tres de la madrugada emitiendo un ruido ensordecedor que no permitía el descanso. Aunque hemos conseguido, a base de entablar muchas conversaciones, que cierren a las doce como corresponde», relata.

Dentro de los bloques también se producían conflictos. «Era habitual que una pareja alquilase una vivienda, pero después metía de ‘estraperlo’ a seis o siete matrimonios más con sus hijos. Se juntaban en una misma casa veinte personas que hacían muy difícil la convivencia. Esto —asegura— ha ido desapareciendo, pero t odavía quedan algunos de estos pisos patera ».

Algo que sigue produciéndose, aunque en menor medida, es el menudeo de droga . Señalan que los grupos problemáticos se van mudando de una plaza de la barriada a otra, aunque tienen en el descampado de la calle Hermandades su punto de reunión, donde, afirman, «todas las mañanas aparecen más de quince litronas». No obstante, el trabajo continuo con la Policía Nacional y Local está permitiendo que poco a poco se vayan controlando estas concentraciones, que han hecho que algunos residentes de los bajos de los bloques hayan instalado una doble verja en sus ventanas.

Aun así, aseveran que desde hace cuatro años, la situación se ha normalizado. «La crisis ha alejado del barrio a los vecinos extranjeros más conflictivos. Hemos visto una mejora importante, todo está más tranquilo », manifiesta Juan Miguel Ávila, tesorero de la asociación vecinal. Cuentan con una mezquita para sus convecinos musulmanes y celebran encuentros junto a otras barriadas anexas para crear lazos. «Esporádicamente se producen conflictos, pero ya no es como antes», sostiene Antonio Bayón, presidente de la asociación.

Encerrados

Entre las mejoras en cuanto a infraestructuras, destacan la necesidad de contar con salidas de emergencia, de las que hasta ahora carece El Rocío. «En 2014, presentamos un proyecto a Urbanismo y nos dijeron que no era viable porque tenían que mover una farola treinta metros. Sin embargo, el nuevo gobierno parece que en este sentido nos está escuchando y nos han asegurado que después de Feria estarán puestas: una en la calle Simpecado y otra en Ermita del Rocío», cuenta Francisco Rey, secretario de la asociación de vecinos.

En este sentido, recuerdan que en 2015, dos viviendas se quemaron en el bloque 8 de la calle Tamboril. «Vino un camión de Bomberos de grandes dimensiones que no pudo acceder hasta el lugar del incendio. Así que tuvieron que traer otros dos coches más pequeños y empalmar las gomas de riego para llegar a las llamas. Si hubiera existido la salida de emergencia, en lugar de una vivienda sólo se hubiera dañado una. Por suerte, no había nadie en ninguna de las dos en ese momento».

«De los 32 bloques que hay en el barrio sólo las diez torretas de siete plantas tienen ascensor»

En cuanto a estar encerrados, también resaltan el complicado trance por el que atraviesan algún vecinos. «De los 32 bloques que hay en el barrio sólo las diez torretas de siete plantas tienen ascensor. Las de cinco no tienen, y hay personas de 70 y 80 años atrapadas en sus viviendas al no poder subir ni bajar las escaleras. Asuntos Sociales debería velar porque esta circunstancia no se produjera, trabajando con los vecinos para que, a través de subvenciones, se pudieran instalar los ascensores», puntualiza Antonio Bayón.

Por otro lado, José Manuel Pérez, que vive en uno de los bajos del número 3 de la calle Blanca Paloma, narra la difícil situación que vive desde hace años. Al entrar en su casa, nos golpea un fuerte olor a humedad . «En cuanto caen cuatro gotas, los sumideros no tragan agua porque están completamente atascados y la calle se anega. Las baldosas del acerado no están bien selladas y se cuela el agua a las casas. Tenemos todas las losetas levantadas, y la tierra bajo ellas, totalmente mojada. Es necesario que el Ayuntamiento sanee el alcantarillado de forma urgente».

Al hilo de esto último, desde la asociación de vecinos aseguran que el Plan Barrios adecentó las calles, aunque con el paso de los años, y por el efecto de los árboles, «hay zonas hundidas y otras levantadas» que producen, precisamente, esas balsas de agua cuando llueve .

La barriada de El Rocío, de otra parte, ha sido incluida en el plan de captación de fondos europeo s. Los vecinos deben presentar un proyecto con un presupuesto no superior a 60.000 euros, y la construcción de un parque para mayores en la calle Hermandades se sitúa como la opción más acertada para ellos. «En esta calle existen dos patios que antes eran espacios abiertos, pero que tuvieron que cerrarse para evitar la indigencia. Ahora se han convertido en un nido de ratas y garrapatas. Hace casi un año que Lipasam no vienen a segarlo», apunta José Domínguez, vocal de la asociación, que añade, «donde ves ahora una familia sentada en el suelo jugando con sus hijos podría haber un parque con juegos para mayores y para niños, que se cerrase por las noches. Así se evitarían las problemáticas concentraciones que existen actualmente».

Por último, los vecinos de El Rocío reclaman al Ayuntamiento la poda que se les prometió. «Eliminaron las ramas bajas de los naranjos, pero tenemos árboles de gran porte que llevan años sin podarse y que suponen un peligro para todos los que pasamos a diario por aquí».

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