Sanidad

«Los cribados de cáncer tienen pocos resultados y están muy desprestigiados científicamente»

El catedrático y cirujano Antonio Sitges-Serra, autor de «Si puede, no vaya al médico», considera que se está produciendo un «sobrediagnóstico» y «sobretratamiento» y que su relación coste-beneficio es mala para la sanidad pública

Antonio Sitges-Serra A.S.S.

Jesús Álvarez

Antonio Sitges-Serra (Barcelona, 1951) es catedrático de Cirugía de la Universidad Autónoma de Barcelona y jefe del Departamento de Cirugía del Hospital del Mar de la capital catalana. Ha sido presidente de la Sociedad Catalana de Cirugía y de la European Society of Parenteral and Enteral Nutrition , entre otras. Ha publicado más de cuatrocientos artículos científicos y participado en cerca de cien libros. En « Si puede, no vaya al médico» (Debate) denuncia la «tecnolatría», el afán de lucro y la sed de prestigio que , en su opinión, se interponen entre el médico y quien lo consulta.

La médico y autora inglesa Iona Heath describe muy bien por qué ocurre esto, una sucesión de miedos. El miedo del paciente a enfermar, el miedo del médico a equivocarse, el miedo del jefe de servicio o el gerente a que su hospital salga en los periódicos. En medio de ese ambiente el médico tiende a sobreactuar. Se necesita bastante sangre fría y un buen conocimiento de la medicina para moderar esta demanda.

¿En qué campos se suele producir esto, en su opinión?

No hay motivo médico, por ejemplo, para hacer una colonoscopia a tal persona pero el médico accede por el miedo al «y si...» y la ordena. El colonoscopista está encantado porque hace más colonoscopias y tal vez cobre más; y el gerente también se pone contento porque no se le va a escapar un posible cáncer de colon. El enfermo, aunque demande esa prueba, no es consciente de que estos actos médicos pueden tener efectos secundarios perjudiciales para su salud como lesiones o infecciones. Hay que ser cautos con cualquier prueba que sea mínimamente invasiva y solo hacerla si está indicada.

Los protocolos actuales de la sanidad española están incrementando el número de cribados a partir de cierta edad, tanto en los hombres como en las mujeres, que buscan un diagnóstico precoz de enfermedades graves como el cáncer. ¿Está en contra de ellos?

Yo estoy completamente a favor de prevenir las enfermedades con hábitos y estilos de vida saludables (vacunas, comer bien, no fumar y no beber alcohol, básicamente) pero otra cosa es ir al médico por el «y si...». ¿Y si tengo cáncer? ¿Y si lo tengo muy pequeño y lo puedo curar. La respuesta a esta pregunta la hacen los cribados a los que usted alude y con ellos se han demostrado, hasta ahora, dos cosas. La primera es que con ninguno de los cribados se alarga la vida, es decir, hacemos colonoscopias a partir de cierta edad y diagnosticamos unos cuantos casos de cáncer. Al final de veinte años, se ha demostrado que los dos grupos, en los que se ha hecho cribado y en los que no, han vivido exactamente lo mismo.

¿Cómo es posible esto?

Entre otras cosas, porque estamos haciendo cribados a personas con 70 años y más edad que se van a morir antes de cualquier otra cosa que de ese cáncer de colon, por lo que los resultados de esperanza de vida de los que se les diagnostica, y los que no, es prácticamente idéntico. Y la segunda cosa que le decía es que el que hace los cribados dice que consigue reducir algo la mortalidad, por ejemplo, en cáncer de mama. Si hacemos mamografías a 2.500 mujeres en un grupo comprobamso que se mueren 4; y en el otro, en el que no hicimos mamografías, se mueren 5. Se dice entonces que se ha reducido la mortalidad en un 20 por ciento, pero en realidad es que hablamos de un solo caso. Has ganado una enferma a costa de hacer miles de mamografías y biopsias, con sus falsos positivos, que han producido mucha angustia a todas esas personas durante todo ese proceso. De eso nadie habla: del costo de tantas mamografías o cirugías inútiles. Al final el número de las personas que sobreviven es prácticamente el mismo.

¿Esto tiene algo que ver con el avance de la tecnología diagnóstica?

Sí, porque se detectan cosas prácticamente inapreciables que no sabemos cómo van a evolucionar. Yo, en general, soy crítico con la tecnociencia y con los robots porque se ha demostrado que su relación coste-beneficio es mala. La cirugía robótica es carísima y no ha mejorado nada, salvo en algunas indicaciones concretas. Mi impresión es que se quedará en una cirugía para millonarios, una cirugía de vanidad, de yo también tengo esta máquina, que difícimente asumirá la sanidad pública de forma indiscriminada.

Pero los cribados sí.

Sí, pero los cribados están actualmente muy desprestigiados en los ámbitos científicos, aunque ejerzan un poder psicológico potente para los pacientes y para los muchos médicos que están implicados en él puesto que hay muchos profesionales que se dedican a eso, es su trabajo. Tambien seducen al político o consejero de Salud de turno porque le gusta poder dirigirse a los ciudadanos por carta informándole de que debe hacerse un cribado. Es su forma de demostrarle lo preocupado que está por su salud y me temo que ahí puede haber un deseo de ganar votos. Desde hace veinte años sabemos de los pocos resultados positivos de estas prácticas de cribado pero es un mito que seguramente no va a desaparecer.

«No hay que ir al médico si no se tiene un buen motivo. Existe el riesgo de caer en las redes de una excesiva medicalización»

¿Esos pequeñísimos tumores que se pueden detectar con las avanzadas máquinas actuales que realizan los cribados no evolucionarán a mal si no se tratan?

Estos tumores entran dentro de lo que podríamos llamar «sobrediagnóstico». La ecuación es muy sencilla: todo el aumento en la incidencia de cáncer se traduce de forma automática en una reducción estadística de la mortalidad. Con estos aparatos y estos cribados puedes multiplicar por tres el diagnóstico de cáncer pero la mortalidad al final del proceso es exactamente la misma que si no lo hicieras. Esto se ha visto mucho en el cáncer de tiroides, en mama, incluso en próstata y colon. Estamos sobrediagnosticando pacientes y los convertimos en enfermos cuando están completamente asintomáticos y con buena salud.

¿Y qué se hace con ellos?

Pues en algunos países no se les opera y en otros sí. En Japón se hacen muchos cribados de cáncer de tiroides: los miran pero no los operan. En Corea del Sur, sin embargo, se les opera y se ha producido una epidemia de cirugía de tiroides. Desaparecieron en pocos años treinta mil tiroides, lo cual fue muy criticado por la comunidad científica internacional. Aumentar la sensibilidad en los diagnósticos de cáncer conlleva una serie de problemas y de manejo de los enfermos. Si seguimos utilizando tecnología de tanta precisión que puede detectar anomalías milimétricas, estos problemas crecerán y traerán más enfermos, en mi opinión, imaginarios.

O sea, como dice su libro, «si puede, no vaya al médico».

Soy médico y éste es mi consejo. No hay que ir al médico si no tienes un buen motivo. Hay un libro de un autor inglés que se titula «Poniéndonos enfermos buscando la salud» que refleja esta filosofía. Con mi libro me gustaría lanzar un mensaje liberador: no se preocupe tanto por su salud. Debemos ganar propia autonomía en nuestra salud y no seguir determinados protocolos ni caer en las redes de excesiva medicación.

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