Crece el número de «rocódromos» en Sevilla

La escalada deportiva gana adeptos, que aprovechan un vacío legal para instalar de forma particular «rocódromos» en los puentes

Una instalación bajo el puente del futuro metro a Alcalá de Guadaíra R. MAESTRE

ROMUALDO MAESTRE

«A la derecha, tranquilo, pie sobre pie y agárrate a la presa roja que tienes arriba a tu izquierda, recuerda siempre que estás atado por el arnés, sin miedo Dani». Dicen los que practican la escalada deportiva en las ciudades que aunque pasen los coches por debajo de ellos a toda velocidad sólo escuchan dos cosas: el latido de su corazón y las palabras del compañero que sujeta la cuerda y le guía. Porque esto es un deporte de equipo. Anadie en su sano juicio se le ocurre subir cuarenta o cincuenta metros sin tener alguien debajo que le asegure.

La falta de montañas en Sevilla capital que se encuentra en un valle y el vacío legal de los «rocódromos» ha hecho que proliferen los que aprovechan las vías existentes, la mayoría de ellas en pilares de puentes. «Esto es un deporte de la sociedad civil, nadie nos financia nada, son particulares los que abren una vía con su dinero para usarla ellos y los que quieran», explica Javier H.D. , que instruye a los demás que se enteraron boca-oído de las que existen en El Zacatín, en Alcalá de Guadaíra, justo por donde tiene que pasar —se cree que en un futuro no muy lejano— el tranvía que enlazará con el Metro de la Universidad Pablo de Olavide. Ninguno de los que aparecen el reportaje quieren ver su nombre en el papel. «Esto es un deporte de todos, nadie desea ser protagonista», subrayan a este redactor.

Los polvos de magnesio para no resbalar R. M.

Una vía en la pared se abre con diferentes presas, unas piezas construidas en diferentes colores con una resina especial que simulan resaltes de una roca y que sirven para agarrarse a ellas con las manos o apoyar los pies. «Es imposible que la presa afecte al pilar, como nos acusan algunos, o que le haga daño, el taladro para colocarla tiene un diámetro de ocho milímetros y una profundidad de nueve centímetros , ya me dirá en esta estructura con un ancho de cuatro metros el perjuicio que puede causar, es como si se posara una mosca en un elefante», argumenta Javier, que reconoce que al menos usa las vías un par de veces a la semana. «Lo que pedimos a la administración local es que reconozca nuestro deporte como un valor añadido, nosotros limpiamos la zona de vertidos y basuras, en muchas ciudades de Europa los ayuntamientos instalan papeleras, bancos, para que la familia disfrute al aire libre, tenga en cuenta que hay vías para niños y menores de edad, que pueden iniciarse bajo la vigilancia de un adulto en este deporte», relata Javier, «y a coste cero para el erario público».

Detalle de un enganche

Cuando se les pregunta si esta afición es de elite o muy cara los tres escaladores responden al unísono que para nada. Los zapatos especiales que calzan, «pies de gato», en torno a los 40-50 euros los de calidad media , el mismo precio que un arnés. Luego están los mosquetones, diez euros y muchos elementos que pueden compartir al practicarse en equipo, como la cuerda de escalada o el casco. «En total unos 300 euros por cuadrilla o grupo de escaladores, pero con la ventaja de que el material metálico a poco que se cuide puede durar toda la vida, además —añaden—, hay mucha compraventa de segunda mano en internet». La cuerda y las cintas como mucho se deben sustituir a los cinco años.

Gente de sitios muy variados

Las vías del «rocódromo» de Alcalá se encuentran precisamente justo en frente del gimnasio Sato que acaba de cerrar por no haber llegado a un acuerdo con el Ayuntamiento. «Aquí viene gente de Sevilla capital, de Guillena, de El Viso, incluso muchos policías y bomberos que quieren mantenerse en forma entrenan en este “rocódromo”. La vía está siempre viva, se puede añadir más presas, enriquecerla dejando mosquetones para que otros los utilicen», manifiesta uno de los escaladores mientras embadurna sus manos con polvos de magnesio de una bolsita colocada a sus espaldas para que el sudor no les juegue una mala pasada.

Cuando se mira alrededor y se ven los cientos de presas adheridas es difícil calcular el dinero invertido, teniendo en cuenta que las piezas pequeñas están en torno a los cinco euros y las más grandes los veinte. «Fácil que se hayan gastado cerca de seis mil euros en las vías», apunta Dani, que aboga por este deporte como un juego de fuerza y equilibrio.

Crece el número de «rocódromos» en Sevilla

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