Corto Maltés
El dueño del local: «No soy especulador. Tengo 85 años, estoy inválido y necesito subir la renta»
El inquilino de El Corto Maltés paga 420 euros con comunidad e IBI y en el mercado el alquiler está entre 2.200 y 2.500
Está en silla de ruedas, tiene 85 años, una pensión de 604 euros y es dependiente de su mujer, María del Carmen Quintero , que tiene 80 y no cobra ninguna paga. Con él y su esposa convive una hermana suya de 86 años y con unos ingresos de 700 euros al mes.
Ese es el panorama de la casa de Francisco Gutiérrez , el dueño de la taberna El Corto Maltés , en la Alameda de Hércules, que ha tenido que cerrar tras 25 años porque el «inquilino no se aviene a la renta de mercado que quiere ponerle», señala el abogado del octogenario, José María Jiménez.
A pesar de que la ley lo ampara, de que en la casa los tres ancianos tienen gastos que doblan sus ingresos y de que el inquilino paga de renta 420 euros comunidad e IBI incluidos , Francisco está «sufriendo lo indecible porque lo están poniendo de especulador».
El próximo día 2 está prevista la entrega de llaves y la taberna se queda vacía y en el mercado
Para empezar, hay que resaltar que la ley protege al dueño de la taberna porque la normativa que regula la posibilidad de resolución del contrato de arrendamiento por parte del arrendador, es la contenida en la disposición transitoria tercera de la ley 29/94 de arrendamientos urbanos, que ya en parte entró en vigor el 1 de enero de 2015, y que reguló una prórroga hasta el 1 de enero de 2020 para los contratos de renta antigua, en los cuales se hubiera producido un traspaso en los cinco años anteriores a la entrada en vigor a dicha ley, que es precisamente el caso que nos ocupa.
Para seguir, el precio de mercado de la zona está entre 2.200 y 2.500 euros y Francisco le ha dicho a su inquilino que, si el lo iguala, está el primero en la cola «pero no ha querido y se ha marchado a otro local que ya tiene», resalta el abogado.
Y para terminar con el rosario de razones que asisten a Francisco Gutiérrez, hay que destacar la situación familiar que se vive en la casa de los tres ancianos.
Francisco tiene pensión por invalidez absoluta desde que se jubiló. Ahora mismo padece fractura de cadera. Lo operaron el pasado 7 de noviembre. Antes solo andaba con el andador del sofá al baño y a la cama. Ahora precisa de una persona que lo lleve de la cama al sofá y viceversa cuatro veces al día en silla de ruedas. Y con pañales. Tiene además insuficiencia cardiaca y respiratoria.
Isabel, la hermana, está anticoagulada, con revisiones semanales para el sintrom, y lleva contados según su hermana, cinco ictus parciales, aparte de una demencia senil galopante si no Alzheimer. Cada diez minutos pregunta dónde está y dice que se tiene que ir de su casa.
En la casa, la mujer de 80 años cuida del marido de 85 y la cuñada de 86
María del Carmen, la esposa, es la que mejor está, con 80 años. Tiene padecimientos pero es la única que se vale por sí misma y es la que cuida de los otros dos y lleva la casa.
En cuanto a los gastos, las personas mayores y dependientes tienen muchos más que sus ingresos , y hay diversos medicamentos, cremas, gotas y lociones que la seguridad social no financia.
En casa de Francisco se superan en más del doble juntando las dos pagas que entran.
Dice el letrado que durante 25 años se le ha subido al inquilino que había la renta pero lo mínimo, lo mismo que la proporción de IBI que paga, y que ya le ha dado tiempo de pensar que llegaría el día en que no podría pagar 420 euros.
El próximo día 2 el inquilino tendrá que entregar las llaves del local que está vacío y en el mercado.
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