Coronavirus Sevilla

Silencio sonoro en la Sevilla del coronavirus

Cuando el ruido de la vida diaria desaparece por el confinamiento, recuperamos los sonidos propios de la ciudad

Unos gorriones se bañan en una fuente de Sevilla J. M. Serrano

A. N.

Esta dolorosa crisis humanitaria, sanitaria, económica y social que ha provocado el coronavirus ha borrado el ruido de Sevilla. En nuestras calles han desaparecido el cláxon de los coches, los gritos de la gente, el alboroto confuso que la vida diaria imprime en las calles de la ciudad. Se nos han ido hasta las risas de los niños jugando, ese rumor ingenuo que echamos de menos en los parques y las plazoletas de los barrios.

El ruido, ese sonido inarticulado y sin ritmo que lo impregna todo, se ha metido en un cajón olvidado y su ausencia nos ha permitido darnos cuenta de lo que subyace y que pasa tantas veces desapercibido: el canto de las Hermanas de la Cruz tras las gruesas paredes del convento en la calle Santa Ángela, los trinos de los pájaros en la siempre bulliciosa Alameda precoronavirus, el chorro incesante del agua de las fuentes en las plazuelas del barrio de Santa Cruz ... O el repique de campanas de la Giralda , nuestro faro en estos tiempos de incertidumbre, que nos anuncia cada día el rezo del Ángelus y cuya melodía se cuela por las ventanas de los hogares sevillanos.

Silencio sonoro para reflexionar y quedarse en casa para protegernos de la enfermedad. Mientras tanto, la música de una Naturaleza irreductible va recuperando su sitio en nuestras calles, composiciones que nos pegan de nuevo a la tierra, al vecino, al amigo, a la realidad sin pantallas . Sonidos de una vida que avanza pese al coronavirus.

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