Coronavirus en Sevilla

Segundo día del estado de alarma en Sevilla: la lluvia puede más que el Gobierno

Los baldeos de la UME, las avenidas vacías, las tiendas cerradas y las plazas históricas sin veladores son algunas imágenes de la segunda jornada de confinamiento en la ciudad

Imagen insólita de la Plaza Nueva vacía al mediodía Juan Flores

R.S.

Las medidas dictadas por el Gobierno en el real decreto del estado de alarma sólo se han podido cumplir en Sevilla al cien por cien gracias a la lluvia. Los esfuerzos redoblados de la Policía por convencer a la gente de que hay que confinarse no han podido ser tan efectivos como la meteorología, que ha obligado a la gente a meterse en sus casas y ha provocado durante este segundo día de «toque de queda» estampas históricas en la ciudad, que en los albores de la primera presenta una imagen desértica insólita . Así han visto el día varios redactores de ABC de Sevilla.

Ramón Román . Nunca un día de lluvia me hizo tan feliz. Y no precisamente por el famoso «está la cosa para sofá, mantita y peli». La verdad es que mi camino al trabajo del lunes me dejó una sensación muy negativa al ver a demasiadas personas por las calles cuando, en teoría, debería haberme encontrado una ciudad vacía. Cierto es que por la tarde, en el recorrido de vuelta, sí se apreciaba poco movimiento. Y este martes, por fin, Sevilla era una ciudad en cuarentena casi total. Será por las precipitaciones o porque vamos tomando conciencia con el paso de las horas, pero el recorrido de Los Remedios a La Cartuja fue prácticamente en solitario. Los paseos, ya fueran para comprar o para sacar al perro, brillaron por su ausencia a primera hora, mientras que el tráfico fue escaso tirando a casi nulo y los autobuses continuaron con su línea de los últimos días: escasez de usuarios. Y por la tarde, a pesar de que el sol intentó hacer acto de presencia, la dinámica fue la misma, con las personas justas en la calle y todos cumpliendo con la distancia de seguridad. La lluvia vació Sevilla. Sigamos así. Más nos vale a todos.

Elena Martos . Llamativa ha sido la escena que se ha vivido esta mañana en el Patrocinio, donde se ha creado el mismo atasco de una jornada ordinaria, a pesar de la prohibición de libre circulación decretada el pasado domingo. Decenas de coches se encontraban retenidos sobre las diez de la mañana justo antes del acceso al puente del Cachorro. El motivo fue un control policial que vigilaba la forma en la que viajan estos días los conductores y sus acompañantes para acudir al trabajo y a aquellos que no respetan la distancia mínima dentro de los vehículos, los conminaban a hacerlo de la manera adecuada: uno en el asiento delantero y otro en el trasero.

Otra de las escenas que llamó la atención fue la situación de la Ronda de Triana completamente vacía a las dos y media de la tarde. Sólo ante uno de los cajeros había concentradas varias personas que giraban la cara cada vez que se oía algún estornudo. Conforme avanza la semana se ven menos clientes a las puertas de los supermercados y hasta menos paseantes con mascotas, que no siempre son los dueños, a pesar de la dispensa que les ha concedido el Gobierno central.

Jesús Díaz . El reloj no superaba la barrera de las nueve y media de la mañana. En el Porvenir, los rebeldes han disminuido sus fuerzas en la calle, ya sea por haberse tomado en serio de una vez lo de no salir de sus residencias o por el miedo a la lluvia. Habrá que comprobarlo cuando vuelvan a cerrarse los paraguas. En la radio, Luis del Val cuenta el regalo que va a recibir esta noche: poder salir a la calle y vivir una aventura de doscientos metros para tirar la basura. La presencia de la UME y del Ejército regala una sensación de confianza como pocas. Ahora sí, estamos protegidos. La semana comenzaba con más coches de lo que cabía esperar en las calles de la ciudad. El paso de las horas está poniendo las cosas en su sitio y a los sevillanos en sus casas.

Javier Rubio . Cuatro militares de la UME estaban apostados en el semáforo de la Palmera en la esquina con la Glorieta de los Marineros, en la acera del Parque de María Luisa, separados convenientemente a más de un metro de distancia pero haciendo evidente su presencia uniformados y con chalecos amarillos reflectantes muy vistosos.

La nota más emocionante del día la pusieron los vecinos de la barriada El Carmen, en la Macarena, que aplaudieron a los empleados de su farmacia hasta el punto de que los empleados y el dueño, que es quien me lo ha contado, tuvieron que salir a saludar desde el tercio como hacen los toreros de plata desmonterados ante el regocijo del respetable.

La noche anterior, de vuelta a casa, me sorprendió un camión de baldeo de Lipasam por el paseo de Colón cuando hacía meses que no veía riego de las calles. Después hemos sabido que se trata de una medida contra la propagación del coronavirus, porque la ciudad sigue estando igual de sucia que siempre.

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