Coronavirus Sevilla
Rastreando al virus: «La gente va siendo más consciente de que tiene que quedarse en casa»
En la Unidad de Vigilancia de El Copero detectan cómo se van reduciendo los contactos estrechos de los casos positivos
«Buenos días, le llamo de la unidad de rastreadores del Ejército ». Ésas son las primeras palabras que escucha un paciente con Covid diagnosticado que recibe la llamada de alguno de los casi 2.000 militares que ha puesto Defensa al servicio de las comunidades autónomas para aumentar la capacidad de rastreo del coronavirus que realizan desde el ámbito civil. Esos efectivos militares desplegados se reparten en distintas unidades de vigilancia epidemiológicas , doce de ellas están en Andalucía de las cuales tres operan en la provincia de Sevilla: en el acuartelamiento de El Copero, en la base de Morón y en Tablada.
A las nueve de la mañana arranca el primer turno de trabajo de la unidad de El Copero que gestiona el Regimiento de Artillería Aéreo 74 (RAAA74). La Consejería de Salud ya ha descargado en la aplicación informática cien casos de personas que han dado positivo. Los militares se ubican en una oficina transformada en una suerte de «call center», con puestos de trabajo individuales y separados por mamparas. Los rastreadores, delante de un ordenador, van accediendo a cada ficha en la que consta un número de teléfono y llaman. «Tenemos que agradecer mucho la colaboración de la ciudadanía, que recibe de buen agrado nuestras llamadas», señala el teniente Germán Vera Carretero , jefe de la unidad. Admite que al principio, cuando la misión Baluarte como así se ha bautizado la participación de las Fuerzas Armadas en el rastreo del coronavirus arrancó el 13 de octubre, hubo quien no se creyó quién estaba llamando a su teléfono. «La labor de los medios ha sido esencial para dar a conocer lo que estamos haciendo y que la gente sepa que no es ninguna broma cuando le llaman», señalan fuentes de la Fuerza Terrestre, cuyo cuartel general en la antigua Capitanía sevillana está constituido el cerebro de la «misión Baluarte» a nivel nacional.
Tras la presentación telefónica, el rastreador le formula al paciente un cuestionario sobre sintomatología, condiciones de vida –si vive solo o acompañado– y le pregunta por las personas con las que ha tenido un contacto estrecho en las últimas 48 horas . Aquí reside la clave de la labor de estos militares. Tiene que llegar a esas personas para avisarles de que deben guardar aislamiento 10 días como primera medida de precaución. «La gente es cada vez más consciente de la necesidad de permanecer en casa». En la unidad de vigilancia de El Copero han detectado como se va cerrando el círculo de contactos de aquellos que han dado positivo conforme la epidemia ha ido avanzando y se ha agravado la situación sanitaria. «Ya es habitual hablar con personas que apenas se han relacionado con personas», dice un miembro del equipo de rastreadores de El Copero que al día contacta con unos 300 casos positivos y en torno a 250 contactos estrechos. Hasta el pasado 10 de noviembre la misión Baluarte cerró más de 204.000 rastreos en todo el país con una progresión claramente ascendente en los datos.
Muchas llamadas llegan a hogares de ancianos que viven solos, ellos constituyen el colectivo más golpeado por esta crisis sanitaria
A las dos de la tarde acaba el primer turno que lo releva el segundo que está operativo hasta las ocho de la tarde. El rastreo tampoco se detiene los fines de semana. La unidad de El Copero la conforman 30 militares, aunque hay otros 30 efectivos formados y preparados para integrarse en la misión. La Fuerza Terrestre ha trabajado con la previsión de poder duplicar los recursos humanos tan pronto lo pidan las comunidades autónomas al Ministerio de Defensa. Todos los rastreadores se han presentado voluntarios. «No hay mejor forma de ayudar a España en estos momentos», subraya el teniente Vera.
Estos rastreadores han recibido el mismo curso online que lanzó en mayo pasado la Escuela Johns Hopkins Bloomberg , junto con Bloomberg Philanthropies para formar a militares estadounidenses que iban a ser contratados por el estado de Nueva York. Ya entonces se ponía el acento en la búsqueda de contactos como estrategia eficaz de salud pública para detener el avance del coronavirus.
Al otro lado del teléfono se encuentran en muchas ocasiones a personas ancianas, que viven solas y que encuentran en ese rastreador que llama a su casa la respuesta a muchas de sus dudas. Ese colectivo de la sociedad es quien esá pagando el precio más alto en esta crisis sanitaria . «Les indicas qué deben hacer si empiezan a sentir síntomas, cuáles son los recursos que tienen y sobre todo, subrayar la importancia de guardar cuarentena y como no, dar ánimos».
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