Coronavirus Sevilla
Un segundo día de Reyes en abril
Las calles de la ciudad recobran el sonido de la algarabía infantil y un inusitado trasiego de bicis y patinetes en el primer paseo permitido a los menores de 14 años
A tenor de la ilusión con la que algunos saltaron de la cama y de la infinidad de bicicletas, patinetes y otros artiliguos móviles que este domingo se vieron por las calles de Sevilla, diríase que el primer día de paseo permitido para los más pequeños brindó estampas muy parecidas a las de una mañana de 6 de enero .
Repeinados y con una sonrisa de oreja a oreja dibujada en sus rostros, algunos con mascarillas y la mayoría sin ellas , guardando las oportunas distancias de seguridad, unos a lomos de sus bicis, otros guardando el equilibrio sobre patinetes o con un balón en las manos, sentados en carritos de bebés o en sillas infantiles, los niños sevillanos rompieron al fin su confinamiento para experimentar de nuevo, después de más de cuarenta días, la sensación de libertad , retomar el contato con el aire libre y reencontrarse con calles, plazas, parques y espacios públicos. El domingo era el día que tanto habían estado esperando los pequeños, de ahí que algunos no pudieran reprimir los gritos de júbilo y los saltos de alegría cuanto más se acercaba el ansiado momento de la exclaustración.
Cierto es que a la ciudad le costó desperezarse después de una larga noche de Alumbrado donde en muchas casas se bailaron sevillanas, las freidoras echaron humo y corrió la manzanilla y el rebujito a rienda suelta hasta altas horas. La resaca de la primera noche de esta Feria de Abril virtual fue larg a , lo que provocó que durante las primeras horas de la mañana las calles presentaran un aspecto casi desértico y hasta cercano ya el mediodía la animación no fuera in crescendo. Hasta un niño se mostraba extrañado de poder utilizar su patinete en una solitaria calle Sierpes que siempre había conocido atestada de público .
Aunque a cuentagotas, ya a las diez de la mañana había padres o madres paseando a sus pequeños por el Parque de María Luisa , un pulmón natural en el centro de la ciudad predestinado a convertirse en el destino ideal para el primer paseo con los niños después de que el Ayuntamiento de Sevilla se desdiciese el día antes de su negativa iniciala a abrir las zonas verdes. Uno de esos padres madrugadores era Guillermo, un vecino de Los Remedios que paseaba de la mano a su hijo Nacho de tres añitos. «Hemos pensado que a esta hora habría menos concentración de niños y por tanto menos riesgo que de las doce en adelante. La verdad es que no me esperaba encontrar el parque tan solitario y tranquilo. Estamos acostumbrados a acudir y nunca lo habíamos visto así, sin coches de caballos, con el agua de los estanques tan cristalina, sin bicis de alquiler, sin vida prácticamente . Me recuerda a escenas de la película ‘28 días después’. Mi mujer es la que se ha quedado un poco envidiosa en casa, pero a ella le tocará mañana».
Sin separarse de la mano de su padre, el pequeño Nacho anda tan nervioso que le llama la atención cualquier cosa, desde el coche de policía que se detiene a saludarlos hasta el gorjeo o el graznido de las aves o el borboteo del agua en las fuentes .
La presencia de la Policía Local en el parque es muy numerosa y un coche de Protección Civil se pasea casi a ralentí por vías y senderos de este espacio repartiendo mascarillas a la población. Los agentes tienen la orden de realizar un seguimiento de las recomendaciones y limitaciones establecidas en la orden estatal publicada en el BOE para regular este primer paseo autorizado para los menores de 14 años: grupos como máximo formados por un adulto responsable y hasta tres niños , y un recorrido de una hora como máximo en un radio inferior a un kilómetro respecto al domicilio familiar.
Zonas de juego clausuradas
Dado que todas las zonas de juegos infantiles permanecen clausuradas para evitar el contacto entre los pequeños, el célebre estanque de los patos y la isleta de los pájaros se convirtieron durante buena parte del domingo en un punto de atracción para los niños de las zonas más próximas al Parque de María Luisa. También para los patos, cisnes, palomas y otras aves y especies que habitan en el parque el de este domingo debió de ser un día especial, acostumbrados como estaban los animales a un extraordinario sosiego sin recibir visitas humanas desed hace muchas semanas.
Carlos también ha madrugado para pasear por las entrañas del parque con sus hijas Belén y María, de 11 y 10 años respectivamente. «Ellas estaban deseando salir del piso y reecontrarse con el aire libre. Aprovecharemos ahora la vuelta a casa para saludar a la abuela desde la ventana».
Y esa fue precisamente la otra estampa entrañable que brindó este primer día de paseo infantil. Infinidad de progenitores aprovecharon la vía de escape de esta primera ventana dominical de exclaustración para, siempre sin extralimitarse demasiado del radio de un kilómetro respecto al domicilio familiar, saldar la visita pendiente a los abuelos o a los titos a los que no veían in situ desde hace más de cuarenta días . Cierto es que hoy todo el mundo se las ingenia con viodeollamadas a través de las múltiples aplicaciones gratuitas descargadas del móvil para que abuelos y demás familiares puedan ver a los más pequeños, pero ayer se prodigaron las estampas de grupos de padres o madres con niños saludando desde la calle a los abuelos asomados al balcón.
El juego de esquivar gente
Es hora de volver a casa tras el paseo. Conforme se acerca la hora del almuerzo algunas calles de Sevilla presentan un trasiego casi impropio de un estado de alarma. Con razón las autoridades locales habían recomendad evitar las horas de mayor cocentración de público en las calles. Siempre hay un padre o una madre que tira de ingenio en estos casos: «Niños, ahora el juego se llama esquivar a la gente, y gana el que llegue a casa sin toparse con nadie . Así que... a jugar».
Al igual que el Parque de María Luisa, también el centro de la ciudad, Nervión, los Bermejales o Sevilla Este se se despertaron este domingo con un nuevo sonido, el de la algarabía de los niños, el de las voces y risas infantiles, el del trasiego de las bicis y patinetes. Muchos de estos pequeños quizás hayan echado de menos poder patear el balón con su compañero de clase o con el vecino de bloque pero, a juzgar por sus sonrisas o sus carreras desbocadas sin destino fijo, para todos ellos este primer paseo ha supuesto una bocanada de aire fresco y una oportunidad para redescubrir los pequeños placeres de la vida cotidiana .
En el otro extreno de la balanza, también hubo ayer niños, más maduros y con una probada capacidad de raciocinio, que prefirieron quedarse en casa o a los que sus progenitores les costó mucho trabajo convencer para que, al menos, bajaran a la calle y vieran la luz del día. Este maldito virus parece que también ha inoculado en algunos pequeños el temor a salir de casa , a enfrentarse a lo que haya ahí afuera. Va a ser verdad eso que ya advierten algunos especialistas de que esta crisis sanitaria puede provocar a la larga problemas emocionales entre la población de los que los menores tampoco se libran.
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