Coronavirus Sevilla
Los miedos tras el confinamiento: los psicólogos empiezan a recibir pacientes
Desde el colegio de Andalucía Occidental advierten de las «oleadas» de demanda de asistencia que llegarán provocadas por el impacto de la pandemia en la salud mental
Durante semanas, los españoles han vivido encerrados en sus casas y su contacto con el exterior en muchas ocasiones se reducía al caudal de información que llegaba de manera incesante a través de los medios de comunicación convencionales y las redes sociales. Un martilleo informativo cargado de noticias luctuosas sobre la propagación virulenta del Covid-19 y los muertos que se ha ido cobrando la pandemia. Muchos de esos españoles, además, han tenido que convivir con la pérdida temporal del empleo , los conflictos derivados de una convivencia familiar intensa y la incertidumbre sobre el futuro más inmediato.
Ese cóctel tan explosivo ha pasado factura en la salud mental, traduciéndose en temores y miedos, que en los casos más severos llegan a bloquear al sujeto, negándose a salir a la calle. Los profesionales ya aventuraban un aumento de pacientes cuando comenzara el desconfinamiento y no se han equivocado. Desde el Colegio Oficial de Psicología de Andalucía Occidental confirman que ya están atendiendo a usuarios que presentan estos temores y piden a la Administración que tenga en cuenta las necesidades en asistencia psicológica que va a presentar la población en la etapa post-Covid . «Es fundamental establecer una estructura estable de atención porque se avecina una oleada de pacientes », señala el psicólogo Jerónimo Acosta , miembro de la junta de gobierno del colegio profesional. Los recursos públicos en esta materia son muy escasos, como advierten desde la institución colegial.
Esa primera oleada de personas que necesitan atención psicológica ya ha llegado. Son aquellos a los que el confinamiento les ha pasado factura. «Los efectos del encierro son muy graduales y dependen mucho de si esa persona arrastraba ya algún problema o no. No es lo mismo la familia que se ha visto sometida al estrés del confinamiento y la falta de ingresos, que aquella cuyos miembros han podido mantener los puestos de trabajo. Tampoco es igual la familia que ha disfrutado de espacio en su casa, con zonas al aire libre, que los que han tenido que convivir con niños pequeños en un piso de 50 metros cuadrados; o los que han sufrido una pérdida personal de los que no han tenido ninguna experiencia negativa con el virus».
«Los efectos del encierro son muy graduales. No es lo mismo la familia que ha disfrutado de espacio en su casa, con zonas al aire libre; que los que han tenido que convivir con niños en 50 metros cuadrados»
Por eso, en las consultas ya están viendo desde la persona que admite salir con miedo a la calle y sólo lo hace para lo necesario a pesar de que las restricciones por el estado de alarma se han ido flexibilizando; «a los que presentan unos temores que les paraliza y le imposibilita tener una vida normal», detalla Jerónimo Acosta. Estos últimos requieren de una intervención profesional más intensa. Pero sobre los miedos que han aflorado en muchos ciudadanos, que son capaces de convivir con ellos, este psicólogo lanza una serie de pautas: «Es importante estar bien informado . Parece una obviedad, pero mucha veces los temores surgen porque estamos intoxicados de información que no es correcta y que genera más desazón. Hay que acudir a los medios tradicionales». Usar google como un consultorio profesional no ayuda a tener una imagen lo más fiel de la realidad.
También es importante reafirmarnos en ideas en positivo : «Esto va a pasar y el virus lo dejaremos atrás. Es importante analizar las cosas negativas, pero no quedarnos en eso. Esta experiencia nos ha podido aportar cosas buenas y debemos subrayarlas».
Niños y mayores
Los miedos que han surgido en esta nueva etapa de regreso paulatino a la normalidad no entienden de edades. Los especialistas están atendiendo a personas mayores, que a priori son más vulnerables porque la pandemia se ha cebado especialmente con la tercera edad . Pero también hay niños pequeños. «En ellos ha influido mucho cómo han llevado el confinamiento los padres y cómo les han ido transmitiendo lo que estaba pasando». Menores que al llegar la hora de salir a jugar, han decidido quedarse en casa porque temen contagiarse. «Es importante hablar con ellos, que identifiquen sus miedos. Hay que usar un lenguaje apropiado a su edad y recurrir a juegos como por ejemplo que dibujen sus miedos y cuando toque salir, ese dibujo se queda en casa, como el miedo, y así nosotros podemos estar en la calle».
María lleva sin salir de casa desde el 16 de marzo. El teletrabajo le ha ayudado a cumplir a rajatabla con el confinamiento y su pareja, que tiene que acudir a su puesto, es quien se ha encargado de la compra. Cuando ha llegado la hora de poder salir, le da miedo lo que ve en la calle. «La gente sale sin tomar ninguna medida de seguridad y no quiero contagiarme». Tampoco lo hacen sus hijos, que tienen la suerte de contar con un jardín para estar al aire libre. Cuando le preguntas hasta cuándo, parece no tener prisas. «Mientras no haya una vacuna o algún medicamento que minimice los efectos, no me siento segura. Ha habido miles de muertes».
Las siguientes oleadas de pacientes que temen estos profesionales que acudirán a sus consultas son los enfermos que han dejado de seguir el tratamiento que tenían prescrito antes de que se decretara el estado de alarma debido al confinamiento. Y aquellos que durante el encierro han podido sufrir el desencadenamiento de un problema psicológico pero van a tardar en pedir ayuda porque no identifican que algo va mal o tienen miedo al contagio si se acercan a una consulta médica.
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