Coronavirus Sevilla
«Los médicos debemos suplir las mascarillas y los 2 metros con 2 centímetros de palabras cercanas»
Salvador Alegre, director de Medicina Interna del Hospital de San Lázaro de Sevilla, defiende la labor del cuidador: «Hay que cuidarlos más porque son insustituibles»
![Salvador Alegre](https://s2.abcstatics.com/media/sevilla/2020/05/17/s/salvador-alegre-medico1-kx4G--1248x698@abc.jpg)
Salvador Alegre (Sevilla, 1965) ha trabajado en el Hospital San Juan de Dios de Sevilla y en el Servicio de Medicina Interna del Hospital Universitario Virgen Macarena . Enseña Patología y Cuidados Paliativos en la Universidad de Sevilla, donde cursó un Master en Bioética, y dirige desde hace cinco años el Servicio de Medicina Interna del Hospital San Lázaro. Por este centro, donde puso en marcha el hospital de día y las unidades de Media y Larga Estancia y del Paciente Pluripatológico, han pasado durante los últimos años muchas personas mayores que se han despedido de la vida con una sonrisa y una mano amiga gracias a la asistencia huma nizada que presta todo el equipo de sanitarios que lidera Alegre. «Cuando era un crío, un nieto de Ramón Carande que era vecino mío me me decían que con mi nombre me tenía que dedicar a la Medicina y que con mi apellido ya sabía de qué forma lo haría», cuenta.
La pandemia del coronavirus ha dado mucha visibilidad a un colectivo bastante olvidado como el de los mayores.
Así es. Porque ha mostrado la realidad de las personas mayores y cómo los estábamos tratando. No tiene sentido por ejemplo salas de hospital en las que se hacina mucha gente mayor en sitios incómodos con gente joven. Es normal que en un hospital de agudos o consultas en las que haya mucha gente joven resulte extraño ver a una persona que le cueste andar o tarde mucho en entrar en la consulta del médico. Tenemos que habilitar espacios acorde con las situaciones. Y para las personas mayores y el trato no puede ser el mismo.
¿Cómo es la actitud de los mayores hacia los profesionales?
El paciente de 30 años quiere conocer el diagnóstico rápidamente y tener mucha información mientras que a la persona mayor le interesa más la comunicación que la información. El dato técnico le interesa mucho al joven para luego buscarlo en Google; a las personas mayores les interesa mucho menos el dato sino la forma de comunicar las cosas, las palabras usadas, el cariño. El diagnóstico concreto no lo quiere saber al cien por cien porque sabe que a su edad se pueden tener muchas cosas con mal pronóstico o sin tratamiento. Pero quiere que se le hable más que se le informe con tanto detalle.
¿Cómo cree que será la relación de los médicos con los mayores después de la pandemia?
Va a ser una nueva relación porque vamos a seguir sin vernos la cara. No vamos a ver las sonrisas, no vamos a podernos tocar. Este gesto de ternura y de apoyo va a faltar y vamos a tener que hablar mucho más que antes para suplir todo eso. Podemos caer en una cierta deshumanización. Muchos pacientes se quejan si el profesional le habla sin mirarle a los ojos. Tendremos que extremar mucho el ambiente cálido y la palabra cercana. Los dos metros de distancia deben sustituirse por dos centímetros de palabra cercana.
¿Hay también que cuidar más a los cuidadores?
Mi hermano y se dedicó a cuidar de mi madre cuando le dio un ictus hace diez años. Dejó de viajar y se convirtió en su cuidador. Estaba pendiente de su tratamiento, de sus pastillas, de que andara todos los días un poco, de su comida, de las condiciones de la vivienda, de los trámites administrativos y de los aspectos médicos y de salud del mayor. Hay que cuidarlos mucho a ellos porque son fundamentales y hacen un papel insustituibles.
No es fácil su papel.
Nada fácil. Muchos mayores se toman como mínimo doce pastillas al día y a veces tienes que luchar contra algunas de sus costumbres. Mi madre, por ejemplo, no quería el botoncito de la teleasistencia y conseguí que aceptara, pero ahora no quiere llevarlo encima y dice que se lo deje ahí en la mesa que ya se lo pondrá. Hay muchos casos así.
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