Coronavirus en Sevilla
Grisalvo: «Si se prolongara mucho el confinamiento, la gente podría sacar el león que lleva dentro»
La coordinadora de Emergencias del Colegio de Psicólogos de Andalucía Occidental dice que «los andaluces están demostrando una gran responsabilidad y están ganando al resto de España, a pesar de su carácter fiestero»
María Salud Grisalvo es coordinadora del Area de Emergencias del Colegio Oficial de Psicólogos de Andalucía Occidental y es responsable de Gipep en Sevilla, el equipo destinado a catástrofes de los psicólogos sevillanos y que se coordina con los servicios del 112.
¿Cómo definiría la situación psicológica de las familias que llevan ya un mes confinadas y a las que queda, al menos, dos semanas más de encierro?
Una situación complicada, porque hay familias que tienen serios problemas de convivencia, económicos, de salud a las que les es necesario y vital salir, hacer ejercicio o mantener sus cuidados de salud. Y hay familias y, sobre todo, menores, con situaciones complicadas porque sus padres no se llevan bien, y hay violencia en la casa hacia su progenitor o progenitora, o hacia ellos mismos. La imposibilidad de salir, de evadirse, les hace vivirlo todo de forma más compleja.
¿Qué se podría hacer para mejorar esta situación mientras dure el confinamiento?
Las fuerzas de seguridad siguen haciendo su trabajo y prestarán la ayuda que se los solicite. En el campo asistencial hay varias iniciativas abierta. La Consejería de Igualdad y el Ayuntamiento de Sevilla están poniendo en marcha, en colaboración con el Colegio de Psicólogos, servicios de atención telefónica para las personas que sufren angustia o depresión por culpa de este confinamiento.
Los profesionales sanitarios que llevan más de un mes en primera línea también sufrirán también problemas psicológicos tanto ahora como cuando acabe el confinamiento.
Sí. Creo que ellos constituyen una población preferente para recibir este tipo de atención, aparte de que muchos hayan sido contagiados y tenido que pasar también la cuarentena. Han pasado situaciones de gran estrés y ansiedad en un ambiente de gran presión. También las fuerzas de seguridad o profesionales del sector alimentario que tratan constantemente de cara al público pueden sufrir este tipo de problemas porque saben que están expuestos a riesgos sanitarios, a veces sin las medidas de seguridad adecuadas.
También los que han perdido su empleo y no saben cuándo lo recuperarán o si podrán recuperarlo.
Sin duda. Hay cientos de miles de personas en esta situación que también pueden necesitar ayuda psicológica. Esos teléfonos deben atender a todos ellos con especial cuidado.
¿Qué cree que puede pasar con todas estas personas cuando termine el estado de alarma?
Muchas necesitarán una atención psicológica personalizada. Pienso, por ejemplo, en profesionales sanitarios que hayan tenido que tomar decisiones críticas sobre atención a pacientes en UCI y hayan tenido que priorizar a los que tuvieran más posibilidades de sobrevivir por la falta de camas UCI o respiradores. Saldrán traumas y muchos problemas. Cuando uno está trabajando en situaciones límite no tiene tanto tiempo para pensar pero, en cuanto esto pase esto, reflexionará mucho sobre todo lo ocurrido y saldrá fuera mucha frustración.
¿Existe algún precedente de un confinamiento tan largo en España?
En España no hay ningún precedente de un confinamiento de este tipo desde el final de la guerra civil y por eso todo se hace más difícil. Es una situación completamente nueva para casi todos nosotros y no hay memoria emocional de nada parecido salvo por los relatos de la guerra de nuestros abuelos. En países que han estado en guerra, o lo están en este momento, sí hay precedentes de confinamientos. Hay otros países que han sufrido estados de sitio, no ya de alarma, en los que las libertades se han restringido mucho o se han suprimido directamente. Hay países latinoamericanos que han sufrido experiencias así en tiempos recientes.
¿Qué secuelas puede dejar en nosotros este confinamiento?
Es verdad que situaciones de este tipo generan traumas y de dolor pero creo que el 80 o el 85 por ciento de la población es fuerte y resiliente, de modo que se adapta casi a cualquier situación y sabe salirde ella. Hay una proporción que yo fijaría en un diez por ciento restante que no tiene probablemente suficientes recursos para adaptarse y a la que le costará mucho recobrar esa rutina anterior al confinamiento, la de ir al trabajo. Lo vivirán, pues, de forma traumática.
Uno de cada cinco hogares sevillanos sufre «doble confinamiento» por carecer de una conexión a Internet. ¿Pueden presentar más daños psicológicos que el 80 por ciento restante?
No puedo decir si eso puede acarrear un daño psicológico a nivel traumático, quizás más incertidumbre, ansiedad e inseguridad. Sobre todo en las personas mayores porque ahora cualquier trámite se realiza vía «on line». Ellos no manejan internet y tampoco hay nadie que en este momento se pueda acercar a su casa o acompañarles en la ventanilla hacer cualquier trámite.
«De este confinamiento pueden salir personas con una adicción a ciertos medicamentos que no tenían antes»
¿Cuánto tiempo cree que tardaremos en reponernos psicológicamente?
Habrá de todo. Gente que se reponga en muy poco tiempo, en uno o dos meses, y gente que necesitará un año para volver a su vida. Habrá una pequeña parte de la población que no se repondrá o tardará más tiempo en hacerlo. Una familia que haya perdido a alguno de sus miembros por el coronavirus y que no se haya podido despedir de esa persona. Eso dejará una huella muy profunda que no habrá resiliencia que valga.
En Sevilla el Covid-19 ha causado muchas menos muertes que en otras capitales españolas.
Sí. No se puede comparar la situación psicológica de los sevillanos con la de los madrileños, que van a tardar mucho más tiempo en recuperarse mentalmente de lo ocurrido. La población sevillana saldrá mucho más pronto de todo esto desde un punto de vista psicológico.
En Sevilla, sin embargo, van a ser más graves los efectos económicos por nuestra dependencia del turismo y de los servicios. Mucha gente ha perdido su empleo y no sabe si lo va a recuperar.
Quien haya perdido su empleo va a sufrir un trauma muy fuerte. No me refiero solo a quien haya sufrido un ERTE, como la mayoría de la población que no está en la plantilla de funcionarios de las administraciones. Pienso también en el padre de familia que tiene un bar y se ha visto obligado a cerrarlo y que de la noche a la mañana deja de tener ingresos. Si no hay ningún otro miembro de la famillia que tenga un salario y carece de ahorros, la situación puede ser dramática. Por no hablar del miedo a enfermar o contagiarse y que de un día para otro te empiece a doler el pecho o tener fiebre. Sería doblemente traumático.
¿Y qué puede hacer un psicólogo ante algo así?
Cada persona es un mundo pero, en general, se trabajarían los miedos, las dudas, la ansiedad, los miedos anticipatorios, el temor al propio contagio y el posible desenlace mortal que tuviera la enfermedad. Cuando terminara la emergencia sanitaria, habría que pasar a un nivel terapéutico con intervenciones sanitarias, sociales, comunitarias, etcétera. Si hubiera pérdidas familliares, se trabajaría el duelo; si hubiera pérdida de empleo, habría que acudir también a líneas sociales más prolongadas en el tiempo. No causa el mismo daño un ERTE en una familia de clase media que en una que viva en Los Pajaritos o las Tres Mil, donde la intervención más prioritaria no es la psicológica sino la social.
¿Las familias de clase media pueden llevar esto peor que una de renta baja?
Sí, porque esas personas están acostumbradas a un grado de bienestar y no disponen, en general, de recursos emocionales para asumir su pérdida. Sufrir un ERTE sin saber si recuperarás o no tu empleo es muy complicado para estas personas a nivel psicológico. Pensar que puedan tener que recurrir a ayudas sociales o de otro tipo les produce una gran ansiedad. Las personas de renta más baja están acostumbradas a estos sobresaltos y a vivir con muy poco. A las primeras les daña más su autoestima. Verse así mismo en algo tan inesperado y sobrevenido es más duro pasa estas personas. Esto va a generar muchos cambios a niveles sociales.
¿Serán todos malos o habrá alguno bueno?
Toda crisis perjudica a una gran parte de la población pero también trae cosas buenas, por raro que pueda parecer. El teletrabajo puede ser una de ellas porque se está viendo que puede funcionar bastante bien. En las crisis aflora la creatividad, la supervivencia.
Las familias de clase media afectadas por un ERTE o la pérdida de empleo tienen menos recursos emocionales para afrontar el estrés psicológico que las de renta baja, más acostumbradas»
Se dice que las situaciones más graves sacan lo peor y lo mejor del ser humano. ¿Es un tópico?
Yo creo que es verdad. Y se está viendo que esta emegencia sanitaria está sacando la parte colaboradora del ser humano, la parte altruista, la de dar a los demás lo mejor de uno mismo. Se está viendo desde los balcones. Donde yo vivo hay personas que son conscientes de que hay muchos niños encerrados en casa y ponen música infantil y ameniza la plaza para los niños, hacen juegos, etcétera. Gente que sale a cantar y a ayudar a romper ese silencio. Esa es una parte muy bonita de nosotros que está sacando todo esto. Está aflorando el sentido de convivencia y se está superando el individualismo.
¿Y la parte mala?
Hay personas a las que el confinamiento les cuesta muchísimo y salen a la calle, a veces en pareja, cuando saben que no deben salir. Ahí aflora la parte egoísta.
¿La huida en masa a las costas que se produjo desde Madrid horas antes del confinamiento es el reflejo de esa parte mala?
Es un ejemplo de la parte egoísta. Huyeron por miedo del contagio sin pensar que podían llevar el coronavirus en una bufanda y extenderlo por toda España. Algunas de estas personas han contagiado a personas que no tenían el coronavirus. Y lo han hecho hasta políticos.
Hasta ahora ha salido más la parte buena que la mala. ¿Se mantendrá esto así si se prolonga mucho el confinamiento?
Es difícil saberlo. Si el confinamiento se prolongara durante mucho más tiempo, podría darse la vuelta a esto y ocurrir que mucha más gente sacara el león que lleva dentro.
¿El humor es una buena manera de evitar que ese león salga?
Sí. El humor está siendo una de las claves de que salga mucho más la parte buena que la mala. He leído por ejemplo que alguien decía que con el confinamiento habían muerto tres millones de virus o chistes en los que un coronavirus pregunta por los seres humanos y dice: «¿Dónde estáis que no os veo? Os echo de menos». Está bien tratar de darle la vueltas a las cosas pero el humor es un arma de doble filo y por eso al que no le salga el humor de una forma natural le recomiendo que se abstenga.
En Sevilla y el resto de Andalucía quizá nos sale de forma más natural que en el resto de España.
Hay andaluces que no pero a la mayoría les sale de esa forma natural. Y creo que por eso el andaluz está ganando en el confinamiento al resto de España, me refiero sobre todo a cómo cumple con él e incluso se enfada más que otros con quién no lo cumple. Parte de eso es por el carácter andaluz, a pesar de que somos muy fiesteros y nos encanta una romería y una Semana Santa. A pesar de todo eso, los andaluces lo estamos llevando muy bien y había mucha gente, incluso antes de hacerse oficial, que pedía la suspensión de la Semana Santa en un acto voluntario de responsabilidad. Y todo ello a pesar de la cantidad de cofradieros y feriantes que hay en Sevilla y el resto de Andalucía.
¿Este gran cumplimiento del confinamiento, que parece contradictorio con nuestro carácter fiestero, puede deberse a que la fiesta se ha seguido haciendo, en cierto modo, desde los balcones?
Yo tengo un vecino que lleva semanas poniendo incienso y otro música de bandas y cornetas. La Semana Santa se ha vivido también en los balcones. Cada uno lleva su propia fiesta dentro y cuando esto pase, todos nos desquitaremos, pero insisto en que el andaluz está siendo muy responsable con el confinamiento. Incluso me ha sorprendido un poco tanta responsabilidad. En lo del humor, no, aunque insisto en que el humor ayuda a relativizar la situación pero a veces se puede convertir en indolencia y puede llegar a dañar a personas que lo están pasando muy mal y que pueden sentir que no se les está teniendo en cuanto.
¿Los psicólogos se valen del humor en sus terapias?
A veces, sí, pero con mucho tacto porque no todo se puede relativizar. Tengo un colega que utiliza el humor negro. El incendio de su vivienda produjo la muerte de varios miembros de una familia y en una terapia con los supervivientes una compañera cogió un cigarro y él dijo: «¿Quieres más fuego?». Le buscó una parte humorística pero supo muy bien elegir el momento. Con eso consiguió sacar el drama y tomar distancias, pero hay que tener mucho cuidado. Porque no podemos olvidars que hay familias que han podido perder por el coronavirus a dos o tres personas.
«El humor es una manera de relativizar las cosas y es una de las claves de que durante el confinamiento esté saliendo mucho más la parte buena que la mala»
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