Coronavirus Sevilla
Diario de Covid-19 / día 32: «Vuelta a la normalidad»
La vida se nos ha simplificado. Nos hemos olvidado de las prisas, nos hemos olvidado de las apariencias, hemos dejado atrás la necesidad imperiosa de afirmarnos, ahora es mucho más sencilla
![Operarios de una contrata trabajando ayer en una acera de Sevilla](https://s1.abcstatics.com/media/sevilla/2020/04/14/s/obras-trabajo-coronavirus.jpeg-U61140281082pOj-1248x698@abc.jpg)
Es curiosa la capacidad de adaptación que exhibe el género humano. Este lunes hemos vuelto a la normalidad después de tantos días de vacaciones . Cada uno los ha contado a su manera: Cristina acabó las clases el Viernes de Dolores, Marta se conectó con una profesora el Miércoles Santo por la mañana y María José estuvo trabajando hasta ese día. Por mi parte, no dejé ni un día de escribir y jueves, sábado y domingo me tocó llevar las riendas del periódico. Para los albañiles y los empleados de industrias no esenciales , las vacaciones empezaron incluso antes, el 30 de marzo, cuando peor lo estaban pasando nuestros hospitales y crecía el número de muertos día tras día.
Así que este lunes hemos vuelto todos a la normalidad. Antes de las nueve de la mañana, ya estaba cada uno conectado en un aparato por toda la casa para iniciar su rutina . Había más tráfico por las calles, pero es que veníamos de un Sábado Santo, el día con menos movimiento del año. Ni porque sale el Santo Entierro, cuanto más este año que ni siquiera ha salido.
A lo que iba: qué pronto nos hemos hecho a cierta rutina dentro del periodo de excepción que estamos viviendo. La normalidad a la que me refiero es volver cada uno a su actividad, sea la que sea, con las limitaciones que todos entendemos. En el periódico, la primera conexión de la mañana, con Alejandro para que nos haga resumen del día anterior, se ve salpicada de una retahíla de latinajos de Cristina, que se suma entusiasta a la videoconferencia del padre con su media lengua. Imposible no sentir ternura por la cría.
En esta singular travesía que venimos realizando sin salir de casa, todo el mundo quiere saber si hemos atravesado ya el cabo de las Tormentas después de navegar entre los 40 rugientes y los 50 aullantes , por el ruido que hacía el viento al soplar entre las jarcias y los obenques de los navíos de vela cuando se rebasaban respectivamente esos grados de latitud sur. Esa derrota fue la gran aportación de Juan Sebastián Elcano al viaje alrededor del planeta completando la circunnavegacion que había iniciado Magallanes . Pero no es plan de ponerse ahora a hacerle la competencia a Ignacio Fernández-Vial que lo viene contando de maravilla sábado a sábado en las páginas de ABC de Sevilla .
Si hemos doblado el cabo que los portugueses llamaron de Buena Esperanza , entonces lo que nos queda de encierro es mucho menos de los 32 días consecutivos que llevamos ya encerrados en casa. Pero si no hemos rebasado Ciudad del Cabo, entonces el confinamiento durará más de dos meses. Un modelo matemático predice exactamente cuánto debería durar en cada provincia en función de los contagios y la virilidad entre otras variables, pero me temo que nuestras autoridades no echan mucho caso de las funciones. Solo les interesan las hiperbólicas, porque les permite hinchar los discursos con palabrería hueca y citas pedantes como la del poeta persa ese que no lo conocerían ni en Irán.
Sea como sea, hemos vuelto a la normalidad. María José, a hacer el trabajo de oficina mientras pone a guisar unas papas con choco , más sabrosas que los sosos expedientes administrativos. Las niñas, a atender en clases virtuales en las que es muy difícil mantener la concentración todo el rato. No hay día que pase que Cristina no nos cuente alguna anécdota de su grupo de Bachillerato. Hoy, por lo visto, fue un gato el que se encaramó al teclado de una compañera y empezó a maullar ante el micrófono del ordenador. Siempre se ha alabado la sabiduría gatuna, pero nunca creí que diera para tanto.
La vida se nos ha simplificado . Para lo malo, pero también para lo bueno. Nos hemos olvidado de las prisas, nos hemos olvidado de las apariencias, hemos dejado atrás la necesidad imperiosa de afirmarnos. Estoy por decir que ahora es mucho más sencilla: trabajar sin tanto estrés, comer juntos, charlar en familia, entretenerse antes de irse a dormir... Y así un día y otro día, todos igual de sencillos, cortados por el mismo patrón. Una vida más modesta, por supuesto, con los mismos billetes en la cartera desde hace semanas como si los hubiéramos adoptado como mascotas y nos costara desprendernos de ellos.
Pero no sabría decir si esta vida más sencilla, sin tanta complejidad como nos habíamos fabricado nosotros mismos antes, es más auténtica . Y cuánto tardaremos en deshacernos de las costumbres adquiridas en el aislamiento: la morigeración, la templanza, cierta serenidad, la contención, ese punto medio donde dicen que reside la virtud y que habíamos rebasado por cualquier extremo antes de este experimento sociológico que estamos viviendo en nuestras propias carnes. Una vida más austera no es necesariamente una vida más ingrata de vivir. ¿O sí? Seguro que cada uno de nosotros tiene una opinión que sería interesante conocer .
Mi hija puede presumir de una reclusión completa desde el día en que comenzó este diario, 32 jornadas atrás. Nos ha contado que esta noche tuvo dos sueños. Mejor dicho, nos ha contado que recuerda dos sueños que tuvo anoche . En uno de ellos, estaba en clase... pero en el colegio, en su aula, con un profesor y rodeada de los compañeros con los que se examinará de Selectividad en julio. En el otro sueño, estaba con su grupito de amigas comiendo en un bar. No hay que ser Segismundo ni verse destas prisiones cargado para entender que toda la vida es sueño y los sueños, sueños son.
Cristina no se puede creer que esté soñando literalmente con volver al colegio , pero yo le voy preparando el cuerpo porque lo más seguro es que no vuelvan a pisarlo. Que cuando se decrete la vuelta de los niños a clase, ellos hayan iniciado ya la preparación del selectivo y estén eximidos de acudir.
Todos ansiamos la normalidad después de un tiempo alterado, aunque se trate de cuatro días festivos del final de Semana Santa que todos hemos pasado encerrados en casa. Hoy por hoy, nuestra normalidad es esa vida sencillita y sin tráfago en la que todo está a la mano: el hogar, la familia, el trabajo, los amigos por videoconferencia...
Ya que ha salido antes a colación, bueno será acabar esta noche con las décimas de don Pedro Calderón de la Barca , que todos deberíamos aplicarnos: « Sueña el rico en su riqueza , / que más cuidados le ofrece; / sueña el pobre que padece / su miserias y su pobreza; / sueña el que a medrar empieza, / sueña el que afana y pretende, / sueña el que agravia y ofende , / y en el mundo, en conclusión, / todos sueñan lo que son, / aunque ninguno lo entiende «.
Queden con Dios y recuerden: « Tengan cuidado ahí fuera ».
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