Coronavirus Sevilla
¿Cómo viven el confinamiento las familias numerosas de Sevilla?
Rutinas cuasi castrenses, un espíritu de sacrificio a prueba de pandemias y el temor al contagio en unas casas donde aislarse puede resultar una quimera son el pan de estos días para 35.000 hogares
![Patricia Lomas con sus cinco hijos cocinando en su casa](https://s3.abcstatics.com/media/sevilla/2020/04/06/s/familias-numerosas-sevilla-kRlB--1248x698@abc.jpg)
Vivir confinados es el título que soportan millones de españoles desde que el pasado 15 de marzo, el Gobierno ordenara vaciar las calles para frenar el avance del coronavirus . Y aunque se han impuesto limitaciones para todos, hay confinamientos y confinamientos . No es lo mismo vivir en una casa con espacio suficiente, que hacer turnos para poder usar el baño. Las incertidumbres no tienen nada que ver si hay ingresos asegurados; si el dinero ha dejado de entrar o si la crisis ya venía de antes y el Covid-19 sólo ha agrandado más el roto. Esos temores se multiplican tanto como miembros tiene una familia numerosa. ¿Cómo están viviendo esta coyuntura extraordinaria los 35.000 hogares con cinco o más miembros que hay en la provincia sevillana?
Noticias relacionadas
ABC ha charlado por teléfono con tres de esas familias para conocer cómo están llevando el confinamiento en unos hogares donde no existe la soledad física y a priori todo es más complicado desde el punto de vista organizativo. Y aunque son hogares de características muy diferentes, en todos ellos se comparten rasgos comunes como si estos formaran parte del ADN de unas familias que nadan a contracorriente en una sociedad donde nacen cada vez menos niños. Rutinas cuasi castrenses, un espíritu de sacrificio a prueba de pandemias y el temor al contagio en unas casas donde aislarse puede resultar una quimera son algunas de estas ideas que repiten unos y otros. Éstos son sus testimonios después de medio mes de encierro:
Familia Galán-Molina: 9 personas en 90 metros
![La familia Galán-Molina estudiando, leyendo y trabajando en el salón de su casa](https://s3.abcstatics.com/media/sevilla/2020/04/06/s/familia-galan-reportaje-kiKF--510x349@abc.jpg)
Muy cerca de la sevillana plaza del Pumarejo, en la Macarena , viven los Galán-Molina. María trabaja en una escuela infantil y su marido José es autónomo. Bajo el mismo techo conviven con siete de sus ocho hijos, de edades comprendidas entre los 30 y los diez años. «La que falta en casa está en Francia, trabajando como "au pair". Cuando saltó todo, preferimos que se quedara allí». En total, nueve personas que comparten un piso de 90 metros cuadrados. Las literas repartidas en las tres habitaciones y los muebles abatibles son las soluciones para arañar centímetros de espacio. «Nosotros estamos acostumbrados a que haya siempre mucha gente en casa. En ese aspecto, el confinamiento no nos está resultando difícil. Desde fuera puede resultar complicado, pero la clave está en no perder la paciencia», dice María, «aunque a veces -añade- son inevitables los roces ».
El salón de la casa se transforma por la mañana en una sala de estudios y trabajo. «Esto parece una biblioteca pública». En este piso no hay luchas por el mando de la televisión porque simplemente apenas se enciende. «La ponemos para ver las noticias y estar informado de cómo evoluciona la pandemia». Sólo salen a la calle algunos de los miembros de esta prole para hacer la compra -una vez a la semana- y a tirar a la basura. «Cuando volvemos desinfectamos todo, desde las llaves y las tarjetas de crédito hasta la compra. Tiramos a la basura hasta las bolsas».
En las familias numerosas , el miedo al contagio está muy presente porque las dificultades que acarrearía la enfermedad son mayores. «No nos lo queremos ni plantear qué pasaría si alguno cae malo. Te dicen que si alguien se contagia, se tiene que aislar, ¿pero cómo nos aislamos nosotros?» Sin decirlo, estos hogares dan por hecho que si el covid-19 entra por la puerta infectaría a todos los miembros. Por eso, extreman tanto las medidas de higiene.
«Te dicen que si alguien se contagia, se tiene que aislar, ¿pero cómo nos aislamos nosotros?»
La voz de María suena alegre, nadie diría que en su casa empiezan a asomar algunos de las nefastas consecuencias de esta crisis que ya no es sólo sanitaria. Por ejemplo: su marido se ha quedado de la noche a la mañana sin actividad. «No nos podemos quejar porque yo sigo cobrando aunque la escuela está cerrada y dos de mis hijos trabajan y también aportan. Pero si esto se alarga, qué va a ser de todos», se pregunta. Esta familia tiene una preocupación añadida a varios centenares de kilómetros, en la provincia de Jaén, donde la anciana madre de María vive sola el confinamiento. «Tiene 86 años y está bien de salud. Pero te da una pena terrible, verla tan solita y no poder ir a por ella». Las videollamadas están haciendo de bálsamo como en muchos hogares.
El coronavirus no sólo ha trastocado el día a día de esta familia que se apiña en un salón. También uno de los proyectos más ilusionantes para uno de ellos se ha visto aplazado a la fuerza. Uno de los hijos tenía previsto casarse en mayo y de una boda en primavera, pasará a tenerla en diciembre. «¿Cómo lo lleva separado de la novia? -le responde a la periodista-. Pues me imagino que como tantos novios, que sólo se ven por el móvil», ríe esta sevillana que echa de menos la algarabía de su barrio. «Salimos a las ocho al balcón y eso es lo que vemos del exterior...con la bulla que hay en esta zona los fines de semana». El deseo de María es sencillo: «Ojalá podamos volver a salir a la calle como antes».
Los Moreno- Pérez (Mairena): 10 en casa
![La nevera y despensa de una familia numerosa en este tiempo de confinamiento](https://s2.abcstatics.com/media/sevilla/2020/04/06/s/nevera-familias-numerosas-kdrE--510x349@abc.jpg)
Eduardo y Concha son funcionarios y viven en una casa adosada de Mairena del Aljarafe , «sin jardín pero con un patio», que les está dando el oxígeno que tantas familias echan en falta enclaustradas en pisos sin huecos donde salir al exterior. Hasta aquí, esta vivienda podría resultar un marco de lo más espacioso en tiempos de confinamiento Pero este matrimonio no vive solo. Tiene ocho hijos de entre 21 y seis años. Estudiantes que abarcan casi todos los niveles de enseñanza, desde la universitaria a la primaria. Por eso, en esta familia seguir las clases a distancia se ha convertido en el gran reto. «El confinamiento no está siendo especialmente difícil. Lo que sí hemos notado que ahora tenemos mucho más trabajo ».
Eduardo describe cómo han tenido que reorganizar algunos espacios de la casa para colocar mesas de estudio, por ejemplo, en la habitación del matrimonio. Llevar al día los deberes de ocho alumnos no es tarea fácil. «Los mayores son más autosuficientes, pero hay que estar muy pendientes de los pequeños que no manejan las nuevas tecnologías . Al final siempre tenemos cola porque a todos les surgen dudas y tenemos que ir resolviéndolas una a una».
«Habitualmente no podemos salir mucho porque se nos va un dineral. Lo hacemos en días contados. Por eso el confinamiento no nos está cambiando mucho la vida»
La capacidad de adaptación que tienen estos hogares los hace más fuertes en este tipo de situaciones extremas para el resto. «Nosotros no podemos salir mucho porque se nos va un dineral. Lo hacemos en días contados. Por eso el confinamiento no nos está cambiando mucho la vida. Sí, en el tipo de convivencia porque pasamos más tiempo juntos y lo cierto es que nos han sorprendido los hijos mayores». El matrimonio pronosticaba que con 21, 18 y 16 años esos jóvenes no lo tolerarían bien, «pero no están perdiendo la paciencia». Comparten juegos con los más pequeños y tiran de tecnología para seguir en contacto con sus amigos. «Se están metiendo incluso a la cocina a preparar recetas que han visto por internet».
A pesar del optimismo , Eduardo no esconde que el encierro les está dando mucho trabajo porque tienen que atender el hogar sin ayudas externas, a sus obligaciones laborales, porque tanto él como su mujer siguen acudiendo a sus puestos, y todo ello tratando de mantener la rutina. «Hasta hemos tenido que invertir en un congelador para poder administrar mejor la compra». De un posible contagio no quieren oir ni hablar. «Ni nos lo planteamos. Rezamos para que no pase porque no sabemos cómo podríamos gestionarlo».
Familia Zamora-Lomas: 7 y «más que numerosa»
![Los pequeños de la casa le mandan un mensaje a los que luchan contra el coronavirus](https://s1.abcstatics.com/media/sevilla/2020/04/06/s/hijos-familia-numerosa-kdrE--510x349@abc.jpg)
Los cinco pequeños de Patricia y Jesús, de entre siete años y doce meses, son afortunados porque viven en el campo, en una casa en Utrera . Pueden corretear y jugar en el exterior y eso está ayudando a que lleven el encierro «estupendamente. Ni se enteran». No puede decir lo mismo su madre, « periodista por vocación y youtuber por diversión», que tiene que hacer malabares para mantener al día su canal en youtube @masquenumerosa ahora que no hay ni colegios ni comedores que le dejan horas libres para desarrollar su profesión. Y eso repercute en la economía doméstica .
Patricia responde a la llamada de ABC con un susurro. «Perdona es que acabo de acostar a la pequeña (12 meses). Voy a ponerme los cascos porque sin ellos no puedo hacer dos cosas a la vez y aquí no se puede parar». Mientras habla con la periodista está haciendo la comida. Su marido Jesús es profesor de contabilidad en una academia privada y sigue activo gracias al teletrabajo . «Se pasa muchas horas conectado al ordenador», así que la organización de la casa recae en ella. Como el resto de familias entrevistadas invoca a la palabra clave para que el hogar funcione como un reloj: « La rutina es fundamental. Si se rompe, todo va a ir a trompicones ese día». En estado de alarma, parte de esa rutina se ha ido abajo con el confinamiento y ha sido necesario reconstruirla. «Trabajo ahora el doble para organizar comidas y cenas, cuidando que los niños coman lo más sano posible y que tengan un horario más o menos estable todos los días». Sobre los deberes que le mandan a su hijo mayor (7 años) admite que no los está siguiendo a rajatabla: «No puedo dedicarle mucho tiempo en exclusiva porque sus cuatro hermanos me demandan constantemente».
«No hay tiempo para el aburrimiento. Antes, cuando acostaba a los niños podía dedicarme un tiempo a mi y a mi pareja, ahora hay que invertirlo en hacer la comida del día siguiente»
La oferta onlin e que ha surgido para hacer deporte, cursos a distancia o de ocio para ver películas y series en abierto es simplemente inasumible para esta sevillana a la que le faltan horas. «No tengo tiempo para aburrirme. Antes, cuando acostaba a los niños, podía dedicarme a mi y a mi pareja, pero ahora nos tenemos que poner a organizar la comida del día siguiente o a limpiar algún cuarto en plan ninja sin hacer ruido». Atrás han quedado también, por ahora, «las limpiezas en profundidad, moviendo muebles».
En este hogar, se cuida al detalle las medidas de higiene para evitar un contagio. Sólo sale Patricia al exterior a comprar cada quince días al supermercado «y cuando lo hago voy vestida como un astronauta». Al regresar, se desnuda antes de entrar en la vivienda, deposita la ropa en una bolsa y el resto de efectos personales, como cartera o llaves, en una caja de cartón que siempre está fuera. Dice que ha leído que «el virus sobrevive menos tiempo en una superficie de cartón ». Al vivir en mitad del campo, esta familia tiene que recurrir a la compra online con cierta frecuencia. «Las cajas las deposita el repartidor fuera. No tenemos contacto con él y las dejamos como en aislamiento varios días antes de tocarlas».
Aunque agotada, Patricia es capaz de sacarle el lado positivo a este momento. «Podemos estar ahora más tiempo con nuestros hijos. Es como si retrocediéramos unos años y volviéramos a esa época en que las mujeres no trabajamos fuera y se estaba más tiempo en casa. Después de esto, seguro que sabremos valorar mejor ».